Tras las manifestaciones multitudinarias del 20 de abril en Canarias y en la diáspora, se abre un proceso de mucho interés y donde el movimiento popular debe jugar sus bazas con inteligencia, templanza y apertura
¿Cuál era la reivindicación principal de las manifestaciones del pasado 20 de abril en Canarias y en la diáspora? Si alguien formulara esta pregunta, la respuesta sería complicada. Hablamos de una movilización que se produce por varias causas: problemas territoriales, excesiva presión demográfica, deterioro medioambiental, pobreza estructural mientras se baten récords de turistas, dificultad de acceso a la vivienda a la vez que grandes tenedores copan el mercado de vivienda vacacional, problemas graves de movilidad…
También hay quien duda de que detrás haya propuestas, pero sí las hay y han sido enunciadas ampliamente por actores convocantes; implantar una ecotasa turística, abordar el reto demográfico, construir vivienda pública, controlar el acceso a espacios naturales, reducir el número de turistas y que los que vengan generen economía para la mayoría social, paralizar obras mastodónticas en curso o controlar la vivienda vacacional. Seguro que se me quedan atrás motivos y propuestas.
Con todo este panorama, una cosa queda clara: aquí no hay un solo motivo, no se está evitando que se perfore el subsuelo marino canario para buscar petróleo, por ejemplo. En este caso hay un hartazgo generalizado que afloró con fuerza, después de muchos años. O lo que es lo mismo, muchas personas habían detectado que algo no iba bien y una simple mecha propició el éxito tremendo de convocatoria del pasado 20 de abril. Y ahora empieza lo que se está viniendo en llamar la Primavera Canaria, porque lo más importante es tener claro que el 21 también salió el sol.
Vuelvo a la pregunta del titular: ¿y ahora qué? Por un lado, el poder político recibió un mensaje. Son conscientes de que no se puede seguir así, lo ha dicho hasta el mismo presidente del ejecutivo canario. En estos días ya hemos escuchado hablar del reto demográfico, de planes de vivienda, de control efectivo de la vivienda vacacional, de una tasa por el acceso a espacios naturales en Tenerife y de subida salarial en el sector. Se darán avances, se conseguirán pequeñas demandas, pero ¿permite esto colmar las peticiones del movimiento popular exhibido en las pasadas manifestaciones?
No es realista pensar que la clase política y empresarial estaba esperando estas manifestaciones para sacar de la chistera todas estas medidas. Al revés, son parches a los que se ha tenido que comprometer como respuesta. El movimiento popular ahora debe tener altura de miras, capacidad crítica y revisar todos los movimientos con detenimiento. Una ecotasa o la construcción de vivienda pública no paliarán el descontento demostrado. Aquí hablamos de la puesta en marcha de algo mucho más profundo: un cambio de modelo económico y social, objetivo deseable.
Esto es complejo, sí, y no se hace de un día para otro. Pero ese debe ser el horizonte en la próxima coyuntura. Aquí no se trata de acabar con el turismo, se trata de que el turismo diversifique mejor las rentas y dejemos de lado al visitante que no deja economía en Canarias, sino en los grandes operadores turísticos. Aquí no se trata de solucionar los problemas de tráfico de un día para otro porque no es realista. Pero sí es cuestión de generar una cultura de transporte colectivo más asentada, con mejor servicio y que penalice en parte el uso individual del coche.
Aquí no se trata de expulsar gente, ni mirar con desconfianza al extranjero que vive en Canarias, sea de Italia, de Senegal o de Ecuador. El quid de la cuestión es de abordar la demografía canaria de manera insularizada y hasta municipalizada, tener en cuenta que nuestro territorio insular tiene una capacidad de carga, y plantear la limitación de compra de vivienda a extranjeros, como ya hacen otros territorios y como se plantean otros como Baleares.
Aquí no es realista pensar que se va a acabar la pobreza de un día para otro, pero sí es oportuno ir caminando hacia un bienestar social y hacia una diversificación económica, donde entren en juego las producciones de cine que ya llegan a Canarias y debieran crear una industria, el I+D+I que se desarrolla en las islas con proyectos novedosos y con talento que en ocasiones se va, modernizando el sector primario, poniéndolo en valor y haciéndolo atractivo, aprovechar el boom de nuestra música urbana para, quien sabe, poner a Canarias como un epicentro de este género, etc.
No se trata de eliminar la vivienda vacacional, sino de regularla bien. Tampoco de construir en suelo nuevo vivienda pública, sino de poner en el mercado la inmensa cantidad de vivienda vacía que hay en Canarias, a través de acuerdos entre la administración y los propietarios o fondos bancarios dueños de esos inmuebles. Otro aspecto interesante es limitar los precios de la vivienda. Ahora se habla mucho de declaración de “zona tensionada”, pero esto llega muchas veces cuando la situación ya es un dislate. Puede ser un camino, pero no debe ser la única solución.
Como en toda negociación, se perderán reivindicaciones por el camino y no lloverá al gusto de todo el mundo, pero es un momento interesante para avanzar en mejoras y derechos en Canarias, como anteriormente no hemos tenido opción. Probablemente estamos ante una oportunidad histórica. Para ello hay que buscar la forma de integrar a la mayor parte de la sociedad, ser un movimiento amplio y construir un discurso compartido y atractivo. Si se cierra, no será Primavera Canaria, será un movimiento anecdótico más.
Y también hay que contar con que quedarán efectivos por el camino. Por un lado, los que consideren que el movimiento es poco radical para ellos y se construirán su espacio. Por otro lado, los que se conformarán con las reformas que hagan desde el poder político y abandonen el camino de la movilización. Ambos son procesos normales. También hay que ser inteligentes para saber cuándo seguir y cuándo parar, hasta dónde aumentar el tono y hasta dónde llegar a alianzas. Con un mínimo de espíritu crítico, es fácil llegar a la conclusión de que el admirable movimiento sociopolítico de los 70 tiene mucho que ver con las cotas de bienestar de los últimos 40 años. Eso sí, ya quedó caduco y desfasado. Es un momento interesante en Canarias, que empezó justamente el 21 de abril, día después de las movilizaciones. Lo que deparará no lo sabe nadie, pero merece la pena aprovechar este momento histórico para mejorar la vida de nuestro país. Nadie lo hará por nosotros…
*Foto tomada la mañana del domingo, 21 de abril, en la zona comercial de Vecindario (Gran Canaria).