Perdonen. No provengo de Colonia, Bristol, Nantes, Valencia ni Milán. Mi pelo no es rubio y mis ojos son oscuros. Nací aquí, en esta tierra, en Canarias. Soy canario, no “residente”, como se dice ahora. Pero qué quieren que les diga, quiero vivir en Canarias. Yo también quiero vivir en Canarias. Como cientos de miles de personas en el mundo. Gente atraída por nuestro clima, por nuestra naturaleza, por la tranquilidad… En mi caso mi deseo de vivir aquí está marcado, simplemente, porque aquí vive mi familia, aquí tengo mi descendencia y mi ascendencia, aquí tengo mi trabajo, aquí tengo mis amistades, aquí tengo mis raíces, aquí tengo mis rincones y aquí está la gente con la que quiero estar. Perdonen la osadía, sé que el mundo es grande para mí, sé que Canarias es atractiva para el foráneo, pero, qué le vamos a hacer, sigo queriendo vivir aquí. De verdad, disculpen.
Y no es fácil. En el último año se ha producido una subida de un 7,5% de la vivienda, mientras las ventas a ciudadanos extranjeros, paradójicamente, han aumentado un 55% en relación al año anterior. En la isla de Tenerife, por ejemplo, se han firmado casi un 25% más de hipotecas en el último año y los portales especializados reiteran que Canarias está en la parte alta en venta de viviendas por parte de extranjeros, muy por encima de la media estatal. Los alquileres no están mucho mejor. Crecen en Canarias más que en Madrid y Barcelona. Repito: los alquileres en Canarias crecen más que en Madrid y en Barcelona. Olvida la columnita que escribió en El País la piba de Barcelona que se quejaba por el problema para encontrar vivienda. En Canarias el alquiler aumentó un 18% por un 9,5% en Madrid y un 6,5% en Barcelona.
La juventud canaria no se puede independizar. Si lo hiciera, según los datos de salario medio en las islas, dedicaría el 99,4% del mismo a la vivienda, por encima de la media estatal del 80%. Salarios más bajos y alquileres más caros. Ni la formación ni un buen empleo permiten a los más jóvenes poder emanciparse, ya no hablemos de comprar… Perdonen por la osadía, pero igual puede haber soluciones, algunas simples. No vamos a hablar de nada demasiado revolucionario, simplemente nos vamos a cuestionar la realidad. Al fin y al cabo, yo les vuelvo a pedir perdón. En Canarias tenemos cinco veces más vivienda vacía que demanda de vivienda. Como lo oyen. La demanda asciende a 40.000 viviendas, mientras que existen 211.000 viviendas vacías, un 20% del total. Los pisos vacíos aumentaron un 53% en las últimas décadas, mientras el parque de viviendas solo creció un 30%.
Otros ejemplos remiten a las restricciones de venta de viviendas a extranjeros. Hay quien dice que eso no lo hace nadie, que esto es Europa, que no hay límites, que es xenófobo, que no se puede… Por lo tanto, no se puede hacer en Canarias. Tampoco se podría hacer en Andorra, donde aumentará la fiscalidad para las transacciones hechas por extranjeros en un 10% para facilitar el alquiler de residentes. Y eso que la compra de vivienda aumentó “solo” un 23%. Está claro que en Baleares no se puede hacer, pero se empieza a plantear el veto a la compra de vivienda por parte de extranjeros. Inciso: Baleares vendió menos casas a extranjeros que Santa Cruz de Tenerife en el segundo trimestre de 2023.
Pero claro, los países civilizados nunca lo harían. No lo haría, por ejemplo, Nueva Zelanda, que en 2018 restringió, con escasas excepciones, la compra de viviendas por parte de extranjeros. Canadá, que es primer mundo, tampoco lo haría nunca, pero prohíbe la compra de vivienda por extranjeros este año y el siguiente, con el objetivo de frenar el precio que ha aumentado en un 44% en dos años. Inciso: en Canarias en este año “solo” fue un 7,5%, pero en un territorio mucho más limitado y en un espacio insular mucho más frágil.
Mientras el sector inmobiliario incita directamente a vender casas “a nuestros clientes extranjeros”, el gran problema lo tiene una señora suiza de Lanzarote que no encuentra vivienda. Ella, por cierto, que se suma a miles de personas, familias, jóvenes, etc., en Lanzarote y en toda Canarias. Y yo sigo queriendo vivir en Canarias, ustedes me van a disculpar. Siento ser egocéntrico y poner en el centro mis deseos. Seguramente tengan más problemas y anhelos los extranjeros que quieren residir en Canarias, claro. Gente pacífica y tranquila, como este alemán que hace unos días estuvo por Costa Ayala. O este otro inglés que descansó (debió ser el único) en Corralejo. Todo ello sin que su nacionalidad, ni para lo delictivo ni para su presunta búsqueda de vivienda, determine absolutamente nada, claro. Ustedes perdónenme.
Debo ser humilde y agradecer que aquí tengamos convecinos tan ilustres como Anabel Pantoja (aunque algunos tuviéramos que mirar dos veces el nombre pensando que el periodista debió poner Isabel por no conocer la existencia de esta tal Anabel, que en su casa seguro es bienvenida a la hora de comer). Ella sí tiene derecho a una vivienda, claro, y a restregárnosla por la cara en nuestros medios de comunicación. Villapanto, que así se llama el chozo, es el sueño de esta eminencia conocida por… no tengo ni idea. Ya es tan canaria que concedió la nacionalidad canaria a su ilustre tía, Canarias sanctasanctórum. Por cierto, como eminente canaria tiene un espacio privilegiado en la prensa canaria del clickbait, quizá sobrerrepresentada, no se me molesten…
Definitivamente debo ser el ser más egoísta del mundo. Me van a perdonar. ¿A quién se le ocurre ser canario, de nacimiento, y querer vivir en Canarias? Qué coño… Si quiero vivir aquí tengo que ganármelo, igual no estoy haciendo lo suficiente. Pero disculpen otra vez, y perdonen lo pesado, ¿por qué no puedo vivir en Canarias si nací, crecí y eché raíces aquí? ¿Por qué no se plantean soluciones, algunas sugeridas en este texto, para mejorar la situación? ¿Por qué no nos paramos y reflexionamos sobre lo que estamos haciendo con nuestro país? Y por cierto, y me van a perdonar, ¿por qué existen tanto tabúes en Canarias cuando se trata de defender a la gente de aquí? Perdonen, disculpen, lo tengo que decir: seguramente tiene que ver con algo cercano, si no exactamente eso, al apartheid, donde un indigenita canario es sospechoso siempre de estar ocupando el espacio privilegiado del fuereño o poniéndolo en duda.