Si en un ámbito ha cobrado especial fuerza la acogida de la teoría decolonial en Canarias es, además de en los estudios académicos, en el movimiento feminista. En 2018 tuvo lugar el I Campamento Feminista Decolonial Canario que supuso un hito en cuanto al agrupamiento de parte del feminismo canario en torno a estas coordenadas teóricas. Cinco años más tarde, los días 4, 5 y 6 de noviembre, tuvo lugar su segunda edición. Alejandra Ortega García, es parte del equipo organizador del II Campamento Feminista Decolonial Canario
Sus lenguas nos queman en la boca.
Cuando hablamos de nuestra historia,
extinguimos el fuego.
Koleka Putuma
Un pinar, siete cabañitas y un búnker.
En la entrada, sobre una mesa con una bandera palestina, un fueguito encendido que nos acompañará durante todo el fin de semana para no olvidar que este junte decolonial se celebra en medio de la agresión genocida contra la población Palestina; para que no se apague el compromiso con un pueblo que lleva décadas resistiendo el colonialismo criminal de Israel y occidente. “La ferocidad colonial expresada en Gaza es la continuación de aquella que, en otros tiempos, intentó hacer desaparecer a pueblos enteros en nombre de mantener la supremacía racial de un pueblo sobre otro, en nombre de eso que llaman civilización”¹. Alto al genocidio. Fin de la ocupación. Derecho al retorno.
A su derecha, otra pancarta: Descolonizar no es una metáfora/Agua, tierra y soberanía. A estos temas dedicamos la tarde del viernes casi un centenar de mujeres y disidencias llegadas de distintos rincones del archipiélago. En el ambiente flota la alegría de encontrarse. Las ganas, muchas ganas, de hablar y compartir. La preocupación, a medida que vamos cambiando de un tema a otro y descubriendo cómo los problemas se acumulan en Canarias, en un momento de grave crisis ecosocial y climática que obligó a posponer la primera fecha del encuentro por una ola de calor tardía. Por eso parece urgente hablar del agua, escuchar de la mano de compañeras majoreras sobre los cortes constantes de suministro y sobre su lucha. Y hablar de tierra, conocer proyectos agroecológicos, de recuperación de fincas y soberanía alimentaria.
Con aires de tajaraste y el ulular del silbo nos coge la noche en un claro del riachuelo y nos sentamos a contar historias. Y a escucharlas. Y a temblar, de frío y sed de memoria colectiva. Así nos vamos a dormir, inspiradas por la fuerza de Gloria, garafiana que resistió la violencia sexual y económica del patriarcado colonial. Con el digno descanso de Margarita tras encontrar a sus antes. Con Isabel Medina y su pelo de aulaga orgullosa. Con un himno en la garganta y el corazón arropadito.
Hace ya cinco años de la primera edición del Campamento Feminista Decolonial Canario en Pinolere. De allí salimos transformadas, conociendo un poquito más nuestra historia como mujeres y disidencias canarias, como feministas, y con un compromiso: repetir en una isla no capitalina. Porque hay periferia dentro de la periferia, las de islas chicas enfrentamos doble dificultad para que se nos escuche, para que se atienda a nuestras problemáticas concretas y no se nos englobe en un discurso que muchas veces no atiende a nuestras realidades. Para que se nos tome en serio, para que no se nos trate como a eternas menores de edad. Por eso tenía todo el sentido que esta segunda edición tuviera lugar en una isla como La Palma, y un espacio como El Riachuelo, cargado de la energía de luchas y resistencias históricas y actuales.
Partiendo de las bases que sentamos en el primer encuentro, durante la mañana del sábado exploramos nuestro presente y la doble condición de colonizadas y colonizantes que habitamos. Siendo que la perspectiva decolonial es una teoría que nace en el gran Sur, sobre cuya opresión racial y sobreexplotación se sostiene nuestro precarizado sistema del bienestar, de seguridad y de consumo, y asumiendo que somos geográficamente África pero políticamente parte de la Europa fortaleza, hablar de feminismo decolonial canario sin hacernos cargo de nuestra compleja posición sería un ejercicio de extractivismo epistémico. Así, reflexionamos sobre cómo la turistificación perpetúa las dinámicas coloniales de extracción de los recursos y las vidas de nuestra gente. Indagamos sobre las formas en que la propaganda turística amplifica el relato colonial y patriarcal sobre el archipiélago. Nos cuestionamos en qué maneras nuestros feminismos reproducen el racismo estructural y qué prioridad y representación tienen en ellos las demandas afrofeministas y antirracistas en general.
Y como no todo va a ser pensar, la tarde noche la dedicamos a aprender jugando. Sobre nuestros saberes populares, nuestra música, nuestras semillas y agricultura, nuestros juegos. Sobre nuestra historia de rebeldías, porque aunque lo de feminismo decolonial canario sea un término relativamente nuevo, el feminismo canario autocentrado lleva décadas de lucha en las calles y así nos lo comparten las compañeras que participaron del primer campamento feminista interinsular que tuvo lugar en Vilaflor en 1983, cuyo 40 aniversario estamos celebrando.
Llega el domingo y con él terminamos. Durante la mañana mapeamos y celebramos luchas victoriosas de estos años, que abarcan desde el ámbito ecológico hasta los derechos LGTBI. Hacemos un listado de problemáticas urgentes y, aunque la lista es casi infinita, la abren racismo, migraciones, agua y turistificación. Para cerrar, sentamos estructura e ideas de acciones que guíen nuestra agenda feminista decolonial canaria para el curso que estamos empezando.
Recogemos literas. Cerramos cabañas. Los últimos momentos recuerdan a las despedidas de las fugaces amistades de verano en la infancia, cuando terminaba la felicidad ensalitrada y tenías que volver a la normalidad, aburrida, a veces cruel. Nos vamos, con un papelito en el bolsillo y un compromiso en el cuerpo. Larga vida a lo colectivo. Larga vida al feminismo anticolonial.
El jueves posterior al encuentro tiene lugar en El Paso un acto organizado por la Plataforma La Graja en defensa del Riachuelo, espacio que nos abrazó durante el fin de semana. Un espacio sagrado para la identidad isleña que lleva años siendo agredido por una poderosa empresa, causando graves impactos en el ecosistema y su paisaje, enfermando a las vecinas y contaminando nuestra agua. Todavía resacadas de tanta emoción vivida en el campamento, el equipo palmero nos encontramos allí. En apoyo a su lucha, que es la nuestra, que es la de todas. Aún cargadas de la fuerza y energía rebelde de las compañeras y compañeres de todas las islas. Como dice doña Nieves de Garafía, palo solo no arma llama. Pero ya no estamos solas.
¹ https://indigenes-republique.fr/liberons-gaza-liberons-la-palestine/