
En el mundo del trabajo los avances del feminismo en las últimas décadas son innegables. Sin embargo, la desigualdad no ha desaparecido por completo pues aún son muchas las expresiones que ésta adopta para perpetuar las diferencias de género. De manera significada, la brecha salarial constituye un ejemplo palpable de la discriminación hacia las mujeres y que en Canarias adopta características propias. Elvira Hernández Toledo es secretaria de Mujeres, Igualdad y Juventud de Comisiones Obreras – Canarias.
La brecha salarial, que desde Comisiones Obreras entendemos como la diferencia entre el salario medio anual de hombres y mujeres, resulta ser en Canarias la menor de todo el Estado: 11,5%, respecto a una media estatal de 18’6%, gracias en gran parte al impacto de las subidas del Salario Mínimo Interprofesional desde el 2018, que han elevado los salarios más bajos, beneficiando fundamentalmente a las mujeres.
Sin embargo, no estamos para tirar voladores, porque las retribuciones entre mujeres y hombres en Canarias se están acercando a la baja, ya que junto con Extremadura, tenemos los salarios más bajos de todo el Estado, en gran medida por los bajos sueldos en el sector del monocultivo del turismo, que genera unos beneficios que se reparten entre muy pocas manos.
A pesar de la reducción de la brecha, las mujeres en Canarias seguimos cobrando una media de 2.441 euros menos al año, trabajando fundamentalmente en sectores feminizados con salarios más bajos como la hostelería o la limpieza. También sufrimos una mayor tasa de desempleo: 18’5% de paro femenino en Canarias, frente a un 14’3% de paro masculino, y seguimos asumiendo la jornada parcial, ya que a día de hoy 3 de cada 4 personas trabajadoras a tiempo parcial somos mujeres.
Precisamente el trabajo a tiempo parcial explica el 70% de la brecha salarial de género. En muchos casos, es un trabajo a tiempo parcial no voluntario. Sin alternativas públicas (guarderías, centros de día de personas mayores, residencias para personas dependientes), las mujeres nos vemos forzadas a trabajar a tiempo parcial por motivos de cuidados con mucha más frecuencia que los hombres, unas 12 veces más.
Otro factor que explica la brecha es el de las excedencias no remuneras por motivos de cuidados, que en un 88% siguen siendo solicitadas por mujeres. El pasado mes de febrero la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional estimó las demandas interpuestas por varios sindicatos contra la empresa Unisono por negarse a compensar económicamente este tipo de permisos a su plantilla. Celebramos que la sala falló a favor de la retribución de los permisos por cuidados, esté recogida o no en el convenio colectivo de aplicación, partiendo de la base de que estos permisos deben pagarse para no penalizar a las mujeres, ya que de no hacerlo se perpetuaría la brecha de género.
Por otra parte, los complementos salariales explican 4 de cada 10 euros de la brecha salarial de género. En muchas auditorías retributivas en empresas en las que los sindicatos negociamos planes de igualdad nos encontramos con que los complementos otorgados con criterios discrecionales, sobre todo en puestos directivos, benefician fundamentalmente a hombres. Además, una persona trabajadora que tenga que cuidar, no podrá acceder a complementos como los de nocturnidad o de disponibilidad horaria, aparentemente neutros, pero que en la práctica están alimentando la brecha salarial de género.
Sin lugar a duda, un instrumento para combatir esta brecha y para mejorar la vida de las mujeres trabajadoras es la negociación de convenios colectivos que racionalizan la jornada e introducen medidas que favorecen la corresponsabilidad y de planes de igualdad. Sin embargo, un 66% de las empresas que deberían tener plan de igualdad no cuentan con él, por lo que desde CCOO seguiremos denunciando la falta de negociación, reclamando la convocatoria de las mesas de negociación y vigilando el seguimiento de las medidas adoptadas en los mismos.
Y es que si no hacemos nada esta brecha salarial se seguirá acumulando a lo largo de la vida de las mujeres. En la tercera edad, esa brecha se multiplica y se convierte en una brecha de género de pensiones del 32,6% en Canarias, lo que implica que en nuestro archipiélago las pensionistas cobran de media unos 273 euros mensuales menos que los pensionistas. La brecha de pensiones es la más cruda de las brechas de género. Las mujeres tenemos una mayor esperanza de vida, pero muchas mujeres mayores sobreviven, que no viven, con pensiones de pobreza, reflejo de las lagunas de cotización en la vida laboral o de bases reguladoras más bajas.
Por ello, la cuestión fundamental sigue siendo: ¿quién se encarga de los cuidados? Los roles patriarcales heredados, junto con la ausencia de servicios públicos universales y de calidad, provocan que las mujeres no podamos elegir y que se perpetúe el reparto desigual de las tareas de cuidados, recayendo estos abrumadoramente sobre nosotras. Como por ejemplo esas madres de familias monomarentales, que trabajan en la limpieza o en comedores escolares unas pocas horas a la semana porque no consiguen otro empleo, ya que tienen que encargarse ellas solas de sus hijas e hijos y a la vez son las que sostienen económicamente a la unidad familiar.
No podemos olvidarnos de las mujeres que se encuentran inscritas en las estadísticas como “inactivas”, pero nada más lejos de la realidad. No pueden trabajar en el mercado laboral porque no se pueden costear los servicios de cuidados y tienen que atender responsabilidades familiares y del hogar. Y es que el cuidado de niños y niñas, personas con discapacidad y dependientes sigue siendo la primera causa de inactividad de las mujeres.
Para acabar con la desigualdad salarial, tenemos que actuar sobre las causas de la desigualdad de género. Necesitamos un reparto más equitativo del trabajo asalariado y del trabajo doméstico y de cuidados. Para ello es fundamental un cambio de paradigma que ponga los cuidados en el centro.
Precisamente, para poner los cuidados en el centro desde Comisiones Obreras hemos lanzado una Propuesta de Pacto Integral y Estatal de Cuidados en la que abogamos por reforzar el diálogo social en varias direcciones con cualificación, especialización y profesionalización de los sectores de cuidado; por promover más educación en igualdad, por la extensión universal de la educación de 0 a 3 años o por la asistencia extraescolar y ocio infantil, que cubra las lagunas que el horario escolar de madres y/o padres es diferente o incompatible con el personal, con especial atención a las familias monomarentales y a la infancia en situación de vulnerabilidad social. Asimismo, consideramos imprescindible el pleno desarrollo de la Ley de Dependencia, con la financiación, las estructuras y servicios públicos que requiere para su correcta implementación.
Pero los derechos no se heredan. Para lograr todo esto, desde Comisiones Obreras, como sindicato feminista y de clase, manifestamos nuestro firme compromiso de seguir luchando contra la discriminación laboral de las trabajadoras en cualquiera de sus formas y negociando propuestas que mejoren las condiciones de vida de todas y todos.
Las mujeres necesitamos independencia, también económica, para ser autónomas y no depender de nadie. Sin lugar a duda, el trabajo asalariado es una de esas fuentes de autonomía. En consonancia, nos fijamos como prioridades sindicales la batalla por el acceso al empleo, la promoción profesional, la corresponsabilidad, la igualdad salarial o el fin de la violencia contra las mujeres.
Este 8 de Marzo reivindicamos el feminismo sindical, que colabora con los demás feminismos para combatir el machismo que aún existe y extender la lucha contra la discriminación a todos y cada uno de los espacios de nuestra vida. Solo con organización y movilización feministas, en todos los espacios, también en nuestros centros de trabajo, conseguiremos un presente y un futuro igualitario.