Publicado originalmente el 5 de octubre de 2017
Este lunes se dio por extinguido el incendio declarado el pasado miércoles 20 de septiembre en la zona de Tejeda (Gran Canaria) y que avanzó hacia el este rápidamente hacia zonas pobladas como Lagunetas, Cueva Grande o Cazadores. El resultado, 2.700 hectáreas quemadas en un territorio de unos 27 km de terreno. Solo estuvo activo un día en llama y se trasladó a controlado en torno a ocho días después. A que el fuego no generara estragos mayores ayudó las condiciones metereológicas. La lluvia del día posterior fue un auténtico maná para controlarlo.
¿Por qué avanzó tan rápido? ¿Por qué casi cada año se declara un incendio devastador en Canarias? En 2007 en la misma isla, Gran Canaria, ardieron 18.972 hectáreas y el año pasado en La Palma se quemaron 4.863,99 hectáreas, el 6,8% de la superficie de la isla. El de este año en Gran Canaria es el tercer fuego que se declara en la zona quemada, indican Sergio Betancor y Germán Iglesias, trabajadores del Servicio de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria. “La mayoría de los incendios se producen por trabajos cercanos a zonas proclives de quemarse” analiza Sergio Betancor. Germán Iglesias, por su parte, nos habla del ‘fuego de Cazadores’: «es un incendio que se cree intencionado y se repite todos los años”.
Cuentan que este incendio de Tejeda, que se presume provocado, se declaró en situación de Delta 1. En este nivel de alerta no existe un nivel de peligrosidad del 30-30-30, es decir velocidad de viento menor de 30 km/h, humedad relativa por encima del 30% y temperatura por debajo de 30ºC, en al menos tres de las cuatro comarcas en las que se divide la isla. Con este nivel de alerta, hacen dos horas y media de trabajos preventivos por la mañana. “Las tareas preventivas que hacemos es una labor de hormiguita, tienen poca incidencia”, destacan. En Delta 2, situación de alerta del 80% de los días este verano, la mayor parte de las cuatro comarcas de la isla tienen un nivel de riesgo que se denomina 30-30-30. Están preparados para actuar y en caso de llamada tardan unos tres minutos en salir hacia la zona afectada. Con Delta 2 “no se quiere cansar al personal en labores preventivas y solo estamos pendientes de un posible fuego”.
Indefinidos discontinuos
Hay varios destacamentos que se dedican a aplacar un incendio. Por un lado están los equipos presa del Cabildo, llamadas unidades tipo 1, que forman personal fijo todo el año. Los equipos bravo mezclan el personal eventual y algunos fijos. En la época de riesgo se multiplican con los trabajadores indefinidos discontinuos. Las unidades tipo 3 las conforman voluntarios organizados como Protección Civil. Por su parte los bomberos protegen viviendas y zonas urbanas.
Dentro del dispositivo, Betancor e Iglesias destacan a los vigilantes de torre. “Los vigilantes son muy importantes en el dispositivo. Lo alertan y lo activan”, opina Germán Iglesias. Sin embargo, están sometidos a la temporalidad y a los recortes. Los vigilantes se incorporaron totalmente el 6 de agosto, tras hacer los cursos el 4 y 5. Durante el mes de julio, por lo tanto, algunas torres estuvieron desprotegidas o bajo mínimos. El puesto de vigilancia de Ariñez se cierra durante 8 horas porque no hay personal contratado para cubrir a una persona que disfruta de una excedencia. Ariñez es un punto caliente en el mapa de riesgo. En las torres de vigilancia de Hierbahuerto y Alsándara, por su parte, también hay un turno vacío porque el Cabildo de Gran Canaria no quiso crear esas dos plazas de Operario de Medio Ambiente de 4 meses. Esto hace además que en estas dos torres, en todos los cambios de turno, haya un vacío de vigilancia de al menos una hora y media.
Nuestros dos protagonistas pertenecen al colectivo de trabajadores indefinidos discontinuos de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria. Forman parte del Servicio Técnico de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria y están dentro de la UOFF (Unidad Operativa de Fuegos Forestales). Tienen experiencia en el monte con subcontratas desde el año 2002. Ocupan un empleo gracias a una oposición que aprobaron en 2009 y poseen el título de Técnico en Trabajos Forestales y Conservación del Medio Natural. Trabajan entre cuatro meses y cuatro meses y medio anualmente, en la época de riesgo. Su contrato comienza en torno 15 de junio y alrededor del 1 de noviembre, como muy tarde, están parados otra vez. Así desde hace años.
Comentan que en el periodo de invierno, mientras están parados, el Cabildo puede desautorizar un trabajo al que ellos quieran acceder si así lo estiman oportuno. Piden trabajar 11 meses, que es lo que le permite su contrato y lo que le reconoce una sentencia del 23 de marzo de 2017, donde se le asignan tareas de prevención y extinción de incendios. Las tareas de prevención se hacen primordialmente en invierno. “El presupuesto asignado a extinción de incendios es limitado y se ajusta lo máximo posible el tiempo. Prima el presupuesto a las necesidades operativas”, destaca Sergio Betancor, que es capataz de Medio Ambiente.
Sobre si ayudarían sus labores de prevención a hacer los incendios menos destructivos, aseguran que “el fuego es como la gripe. Te vacunas antes, no cuando la tienes. Si te da una vez vacunado, te da menos fuerte”. ¿Qué podrían aportar estos trabajadores más meses al año? Labores de prevención en más superficie de la isla con más personal, cuando llega el invierno el personal se reduce a la mitad, solo quedan operativas las seis cuadrillas presa y poco más; señalizar y limpiar los espacios donde luego van a actuar, lo que ayudaría a la movilidad del personal; o mejorar la formación, actualmente creen que la formación es deficitaria y no hay reciclaje.
Califican el sector en el que trabajan de precario, sobre todo algunas empresas semipúblicas del Estado. Cuentan que en otras islas la cosa está peor todavía porque el servicio lo hacen subcontratas y empresas semipúblicas. «Al final nosotros vamos a ser privilegiados», bromean. Los responsables públicos competentes conocen su situación, pero pasan los años y no se remedia. Esperan que la sentencia, que es de este mismo año, obre la proeza de que puedan tener un trabajo más estable durante 11 meses al año. «Por nuestro pan, por supuesto, pero también por el bien de la prevención y el buen ejercicio de una profesión que nos apasiona», se sinceran.
En la prevención está la receta
“El fuego seguirá equilibrando año tras año lo que nosotros desequilibramos por obra u omisión. Si no viéramos el territorio como una fuente de billetes seguramente no tendríamos la costa tan machacada ni el campo tan abandonado. En respuesta a políticas económicas canarias y supracanarias, tenemos un enorme ‘sector servicios’ pero un sector primario en estado terminal”, escribe Narciso Díaz-Casanova Falcón en Tamaimos, en un artículo que suscriben Sergio Betancor y Germán Iglesias. Esa omisión es, claramente, las labores de prevención. “A día 2 de octubre no se han realizado labores destacables de prevención” aporta Germán. Y esto pese a tener asignada esta tarea bajo sentencia. “Si no hay combustible muerto en el bosque, los incendios serían menos dañinos», subraya Sergio.
La prevención comienza en el propietario de una casa que limpia el borde de su vivienda. Los dos trabajadores se apresuran a desmentir el bulo de que no se puede limpiar la maleza, algo que desde el Cabildo se promueve. “Incluso con especies protegidas se poda y si hay peligro se corta”, aclaran. Coincide Díaz –Casanova en este aspecto recogido en el Decreto de Prevención de Incendios del 2002 (limpiar por seguridad 15 metros el perímetro de su casa antes del verano). Todo ello bajo permiso, cuyo trámite también está lastrado por la falta de personal. Por otro lado, valoran positivamente la medida del gobierno insular de potenciar el pastoreo y creen que con más agricultura y ganadería los incendios serían menos peligrosos. “El problema que tiene el Cabildo es que no hay jóvenes que quieran pastorear”, lamentan. Sin embargo el pastoreo por sí solo no va a evitar que haya maleza en zonas como zarzales o cañaverales, que deben ser trabajados por la mano humana. Sobre el sector primario, Díaz-Casanova sentencia: “entienda que si compramos queso amarillo de Holanda su dinero irá para allá, su vecino terminará quitando las cabras y en el monte aumentarán las zarzas y el riesgo de que se queme su casa y su pueblo”.
Pese a ello, recuerdan que estamos en la cuarta generación de incendios, en la que se declaran grandes incendios forestales sin posibilidad de atajarlos, con poblaciones dispersas en medio. “Con longitudes de llama como las de este incendio es imposible atajar el fuego”, aseveran. En el norte, mientras el puesto de Ariñez, entre otros, está cerrado 8 horas, se presume que tras el devastador incendio en el sur de 2007, en algún momento habrá un gran incendio en la zona. “En el norte las labores de prevención son mínimas”, sostienen.
Pero, ¿cuál es el motivo concreto de que el monte se queme de forma destructiva y no podamos hacer nada? “El monte se quema de forma tan voraz por falta de labores de prevención y por ausencia de gestión. La falta de gestión se define en que entre cumbres y medianías debería cambiarse la vegetación, árboles como la higuera, por ejemplo, que arden muy mal, el paisaje, debería haber pastoreo, zonas de cultivo, etc. Hay proyectos del Cabildo en este sentido, alguno requiere autorización de Europa, y con ellos el monte sería más seguro. Estas labores harían que los incendios fueran menos destructivos, sobre todo en zonas cercanas a las poblaciones”. Con la colaboración de todos los agentes implicados, con una gestión adecuada y unas efectivas medidas de prevención, nuestro monte sería más seguro, según los dos profesionales forestales.
Bomberos e hidroaviones
Los Bomberos de Gran Canaria están solicitando un Parque de Bomberos en Tejeda para actuar con más rapidez en caso de incendio. Sus competencias son netamente urbanas, no forestales, pero el discurso se ha instalado en la agenda mediática. “Protegerían las viviendas y el núcleo urbano y sería un gran apoyo, debería abrirse, sin duda. Es necesario para la seguridad del pueblo, pero ellos no tienen competencia en fuegos forestales”, manifiestan. Sin embargo, también sometidos a falta de personal, según fuentes sindicales, si llegan antes a la zona del incendio comienzan a actuar. En este sentido, los empleados destacan el valor del dispositivo al completo para paliar el fuego.
Sobre los hidroaviones, otra batalla mediática, estima Sergio Betancor que “los hidroaviones ayudan pero no apagan el incendio”. Germán Iglesias, por su parte, remarca que “para la orografía de Canarias los hidroaviones no es lo más adecuado, salvo en las zonas más altas de las islas”. Sigue activa en Change.org la petición de «una base de hidroaviones permanente en Canarias para evitar más incendios devastadores». Los profesionales consideran más efectivos y versátiles para Canarias los helicópteros, pero sobre todo, mayor implicación y recursos en tareas de prevención antes que medidas milagrosas y a posteriori.