
Han sido días duros y tristes, pero ya podemos respirar un poco más tranquilos. Los incendios de la cumbre de Gran Canaria y de Cazadores, declarado el lunes por la noche, ya se dan por controlados o al menos en fase de control. Todavía faltan unos días para que los podamos dar por extinguidos. Ahora toca ver los daños medioambientales y materiales, por suerte no humanos. El fuego ha vuelto a golpear la isla de Gran Canaria y otra vez se amontonan las preguntas. Si son evitables, si tenemos los recursos adecuados, si los protocolos son efectivos, si se va a repetir año tras año eternamente… Entretanto las fake news, los rumores y las soluciones fáciles solo confunden y distraen. Me han llamado la atención varias de las mentiras y medias verdades a las que hemos asistido estos días, y pretendo desgranar algunas también en este texto. Ya hablé hace tiempo de los contenidos virales y lo nocivo de esa búsqueda.
Si algo ha destacado por encima de todo ha sido, de nuevo, el tema de los hidroaviones. En esta ocasión incluso con virulencia, con comparaciones inexactas y con una recogida de firmas incluida. Distintos expertos se apresuran a señalar nuevamente que en todo caso son los helicópteros más efectivos que aviones. Lo explicó en un vídeo Sergio Betancor, trabajador de Medio Ambiente y las réplicas en redes a esta petición fueron varias, casi siempre de personas con conocimiento de causa:
Yo sí soy especialista, y ya te digo que allí son mucho mas efectivos los helis y los ATC!!! Si se envían allí es por presión pública y política, no por criterios técnicos.
— Ignacio Villaverde (@WildlandFirefig) August 11, 2019
Básicamente los aviones tiran el agua desde muy lejos y los helicópteros bajan un poco más. «Los helicópteros bajan la llama y la podemos apagar», cuenta Sergio Betancor, trabajador de Medio Ambiente. Dice Ignacio Villaverde, bombero forestal que se envían hidroaviones «por presión pública y política» y no «por criterios técnicos», lo cual es bastante grave. ¿Cuándo descubrimos que los hidroaviones eran esenciales para proteger nuestros montes? ¿Quién nos dijo que un base permanente en Canarias nos iba a salvar de tanto incendio devastador? Es una creencia popular extendida sin fundamento técnico.
Bajemos un nivel. ¿Hasta qué punto son los medios aéreos quienes apagan un incendio? Realmente ayudan a bajar la llama, pero quienes apagan el fuego son los bomberos forestales, las unidades presa y bravo. Ellos son los que se juegan la vida. Wladimiro Rodríguez Brito, ex consejero de Medio Ambiente y Paisaje del Cabildo de Tenerife, declaró el pasado lunes en Canarias Radio que «estamos con una cultura tecnológica donde creemos que con helicópteros y aviones se extinguen los incendios. El país más rico del mundo acaba de sufrir un incendio en California, en noviembre, que quemó más de 5.000 casas. Y usaron hasta un DC-10 para tirar agua».
Bajemos otro nivel. ¿Por qué se producen los incendios? ¿Son realmente evitables? Al menos se puede ayudar a que sean menos devastadores. «Hemos declarado unas 150.000 hectáreas protegidas, tenemos más monte que nunca, pero no tenemos los recursos para gestionar esos espacios protegidos. No hay personas encargadas de limpiar ese monte», indica Rodríguez Brito, que se queja de la burocracia en torno al monte. Hablamos de una persona que ha tenido responsabilidades en ese ámbito en instituciones importantes. Considera el ex consejero de Medio Ambiente que «el debate es cultural, hay que hacer labor de prevención. Antes todo el mundo sabía que el 40 de mayo tenían que estar los campos limpios».
Aquí entramos en una cuestión básica, las medidas de prevención. Por un lado, la mayor parte de la población de las islas se concentra en zonas urbanas y cercanas a centros económicos, principalmente vinculados al turismo y los servicios. El pastoreo, pese a las iniciativas del Cabildo de Gran Canaria, es minoritario y es por sí solo una actividad que reduce la cantidad de pasto seco y maleza en los montes. Por otro lado tenemos la agricultura. Si no hay demanda de productos de aquí, habrá menos terrenos atendidos y, por lo tanto, más riesgo de incendios forestales devastadores. No podemos quejarnos desde el sillón de nuestra casa mientras comprar papas de Israel y manzanas de Chile, despreciamos el monte, lo ensuciamos y pedimos, por nuestra incompetencia, hidroaviones, incluso contradiciendo a los expertos que sí saben del tema.
Por otro lado, más que exigir hidroaviones exijamos más personal de medio ambiente, mejores condiciones de los mismos y labores de prevención en invierno. Hace dos años contaba el caso de Germán Iglesias y Sergio Betancor, dos trabajadores fijos discontinuos que trabajan cuatro meses o cuatro meses y medio al año. “El fuego es como la gripe. Te vacunas antes, no cuando la tienes. Si te da una vez vacunado, te da menos fuerte”, indicaban en dicho reportaje. En aquel texto reflexionaban: “el monte se quema de forma tan voraz por falta de labores de prevención y por ausencia de gestión. La falta de gestión se define en que entre cumbres y medianías debería cambiarse la vegetación, árboles como la higuera, por ejemplo, que arden muy mal, el paisaje, debería haber pastoreo, zonas de cultivo, etc. Hay proyectos del Cabildo en este sentido, alguno requiere autorización de Europa, y con ellos el monte sería más seguro. Estas labores harían que los incendios fueran menos destructivos, sobre todo en zonas cercanas a las poblaciones”. En dos años, a tenor de los resultados, no hemos aprendido. No hay iniciativas en change.org para que estos trabajadores, que llevan varios años en la misma situación y que ya plantearon movilizaciones el año pasado, trabajen 11 meses al año, que es lo que pone su contrato. No pueden primar los intereses presupuestarios a la seguridad y bienestar de nuestra población.
A la misma vez que esta distorsión sigue latente, la implacable cultura de la posverdad aprovecha en una imagen para pedir hidroaviones. La misma, que me niego a difundir, coloca junto a la metroguagua el texto «no queremos esto», junto a un carril bici «ni esto», y junto a un hidroavión aparece «¡Necesitamos esto y lo queremos ya!». Obviando la oportunidad política que aprovecha la ilustración, los grandes incendios también están relacionados con la subida de temperaturas adherida al cambio climático, pero algunos quieren seguir apostando por la misma movilidad. La otra imagen que quiero resaltar, dice: «el pueblo de Gran Canaria una vez más ha sido abandonado de la información en directo. Y en los momentos más críticos, si una TV Autonómica no es capaz de dar ese servicio tan simple, merece simplemente su cierre». Le acompaña un logo de la Radio Televisión Canaria. Ya respondí en un hilo de Twitter, nada más recibí la imagen. En él alabo la labor de las trabajadoras y trabajadores de la Radio Televisión Pública que han hecho especiales, avances y han informado de manera puntual. Todo ello con los pocos recursos que tienen, como explicaba en otro texto. Cuando de vuelta a la imagen injuriosa envié una captura del hilo de Twitter, la respuesta fue negativa, casi violenta. Siempre es más fácil dejarse llevar por la posverdad que por cuestionarlo todo y escuchar a los que saben. Ha habido mucha ira y poca reflexión en redes en este incendio forestal en Gran Canaria, pero sentía la necesidad de aportar mi granito de arena al pensamiento crítico.