Hace menos de un año, en octubre del año pasado, nos hicimos eco en Tamaimos de la problemática de los trabajadores indefinidos discontinuos de la isla de Gran Canaria, posteriormente al incendio que asoló 2.700 hectáreas de terreno en la cumbre de la isla. Hablábamos de trabajadores con experiencia en el monte desde el año 2002 y que no tienen un puesto de trabajo fijo. «Ocupan un empleo gracias a una oposición que aprobaron en 2009 y poseen el título de Técnico en Trabajos Forestales y Conservación del Medio Natural. Trabajan entre cuatro meses y cuatro meses y medio anualmente, en la época de riesgo. Su contrato comienza en torno 15 de junio y alrededor del 1 de noviembre, como muy tarde, están parados otra vez. Así desde hace años», indicaba en aquel texto. La precariedad de estos trabajadores no había sido puesta en solfa y también ha habido respuesta.
A 21 de junio, con el verano a las puertas, se inicia la campaña contra incendios. Otra vez estos trabajadores están en la rampa de llegada de nuevo a su empleo. Sin embargo esta campaña no es la de un año más, sino que se espera que arranque con huelga indefinida y movilizaciones, por motivos que unen las reivindicaciones de estos empleados y otras tantas problemáticas que se le unen. En palabras de Manolo Sánchez, representante del sindicato SITCA (Sindicato Independiente de Trabajadores de Canarias), la huelga se produce por tres motivos principales. En primer lugar, piden un nuevo acuerdo de incendios que no se termina de materializar y que lastra las condiciones económicas del sector. En segundo lugar, solicitan precisamente reparar la precariedad laboral de los trabajadores fijos discontinuos. Como tercer motivo se une el retraso en el cobro de algunos complementos salariales, los cuales algunos acumulan ya un año sin percibir.
Denuncian la falta de negociación con el Cabildo de Gran Canaria. «Solo nos dan largas y perpetúan la situación», indica. «Hemos protestado por las condiciones del acuerdo de incendios desde hace año y medio, y aquí estamos como al principio», continúa. La elección de las fechas de movilización reside en el impacto público que con ello consiguen, y de hecho están consiguiendo. «Los trabajadores nos exigen que emprendamos medias más contundentes para solucionar la situación», afirma. Prosigue Sánchez afirmando que «el acuerdo de incendios es una vieja aspiración de los trabajadores que no ha avanzado y cuya respuesta solo han sido largas». Concluye el representante sindical subrayando que la huelga y movilizaciones se podrían anular «si se establece una mesa de negociación con unos plazos determinados para la solución definitiva del conflicto».
La Espada de Damocles está sobre la mesa. Los trabajadores no pueden aguantar más y el Cabildo no da soluciones, al menos así lo expresan trabajadores y representantes sindicales. La huelga y las acciones asociadas tienen un respaldo muy importante por parte del colectivo, harto de promesas espurias. Ahora el Cabildo de Gran Canaria, en su Consejería de Medio Ambiente, rama competente, tiene la oportunidad de dignificar a los empleados forestales o pertetuar sus condiciones nada halagüeñas. Además, debe elegir entre proteger el monte con garantías o dejarlo desprotegido ante los tradicionales incendios, que, como nos explicaban Sergio Betancort y Germán Iglesias en el anterior reportaje, son inevitables. El dilema está servido.