Observen con atención el vídeo que viene tras este párrafo. En él, un grupo de hombres alardean de haber capturado 52 conejos en Fuerteventura y usan el vídeo para quejarse de la limitación de días de caza. Hombres, caza, sangre, testosterona, alcohol, comida, carne… el cocktail perfecto de un cuñao canario, que me sirve de impagable inspiración. Hace un año intenté retratar en Tamaimos al cuñado canario. Aquel cuñado era españolista, desarrollista (ahora se ríe de tu oposición al Puerto de Agaete), posibilista y realista. El cuñao considera que el que no trabaja es porque no quiere, le parecen chorradas las cuestiones identitarias o del habla canaria, detesta el feminismo y evoca la igualdad, dice respetar a los homosexuales pero se siente atacado por ellos y no es racista, pero protesta por la llegada de africanos, chinos y sudamericanos, «machu pichus» en su lenguaje xenófobo. Además recuerda que el cuñao canario tiene todo mejor que tú y te dará lecciones por ello.
https://youtu.be/FMAFxSlvhpA
Ahora el cuñao canario ha retrocedido (todavía más) y salió del armario. No le gustan los hombres, él es muy macho, la duda ofende, pero ahora dice las cosas sin ambages. Si tenemos en cuenta el vergonzoso vídeo anterior, el cuñado canario se enfrenta a las instituciones en su vida diaria por cuestiones que él ve centrales, como cazar más piezas. Para ello lo primero que hará es emborracharse y gritar mucho mientras critica a los analimalistas que se indignaron con este vídeo. «Cazo las piezas que me da la gana, la caza es un deporte y si un perro ya no me caza le doy un mochazo en la cabeza o lo tiro por un barranco, se ha hecho toda la vida», diría un auténtico cuñado canario, escoja el que quiera de este vídeo denigrante salvo los niños que todavía pudieran tener arreglo. Obviamente visten ropas de guerra y en un lateral lucen una bandera española.
El cuñado canario está cabreado, vive indignado. Antes cantaba a su bandera española del lateral de la chaqueta de coña. Ahora canta sin censura el «Cara al sol» en medio de un monte, mientras prepara la escopeta y pega a su podenco por lento. Su ropa le recuerda que habría que volver a restablecer el Servicio Militar Obligatorio para que gandules y maleantes (¡uy!) no sigan viviendo del sistema y haciendo el perroflauta. El cuñado canario, siguiendo con los animales, no ha estado en una corrida de toros en su vida, pero defiende la «fiesta nacional». Otra vez sangre, muerte y testosterona. El cuñado canario lleva tiempo indignado por el vegetarismo, el veganismo y todas las «rarezas» alimenticias. Esta Navidad posiblemente pasaría su chuletón de Ávila por la cara de la sobrina vegetariana mientras babea y ríe (sigue siendo un humorista pésimo y baboso).
Pero la indignación del cuñado canario aumenta, aunque él no es un perseguido de nada, se siente rechazado. Es hombre, las feminazis lo vigilan y lo critican, es heterosexual, cualquier homosexual soñaría con violarlo «y de eso no se habla tanto como de las violaciones a mujeres», es español, perseguido por nacionalistas e independentistas canarios seguidores del proces y vilipendiado por las instituciones en favor de los putos negros, los moros, los chinorris y los machu pichus, y es carnívoro y cazador, sometido a los designios de animalistas y veganos. El cuñado canario se ha radicalizado. Siempre fue del Partido Popular, se pasó a Ciudadanos por ser más radical en el tema catalán y ahora se quitó la careta: ¡el cuñado canario votará a Vox! Aunque sigue admirando a Aznar, Albert Rivera, Pablo Casado, José Manuel Soria, José Bono (socialista con dos cojones) y Adolfo Suárez, está cabreado y requiere una solución «con dos cojones sobre la mesa».
El proceso es difícil de explicar pese a la ecuación tan simple del mismo. Esas ideas fascistas siempre estuvieron ahí. Sospechaste algo cuando lo escuchaste citar argumentos de Federico Jiménez Losantos o Carmelo Martín y su carpetovetónica Radio Aventura. Su acercamiento jocoso a la figura del Padre Báez se debió al uso de argumentos reaccionarios. Una vez te habló de Paracuellos y supiste que indefectiblemente había leído a Pío Moa (confirmado por él, se lee tres libros cada diez años y los cita continuamente). Últimamente vivía un acercamiento a otro medio teldense muy pegado al Partido Popular y que está haciendo una labor de blanqueamiento de Vox, justamente lo que también están haciendo varios medios de comunicación más importantes que este tan insignificante, poniendo en agenda los temas que a la extrema derecha le interesan. Ya con las Elecciones Andaluzas se dio cuenta de por dónde va el camino del cambio. «Fuera casta política, fuera políticos canarios vividores y autonomías, vuelta a la unidad nacional, fuera los complejos por ser hombre, de derechas, heterosexual, español y cazador. Con Franco nació la Seguridad Social y comprar una casa era más barato, la extrema izquierda ha acabado con el bienestar. Hay que votarles a los de Vox, con dos cojones», argumenta con su cerebro de mosquito.
Antes el fachilla de tu cuñado canario podía ser hasta simpático en ocasiones. Risible, ridiculizable, fácil para hacer coñas. Ahora tu cuñado da miedo. Le blanquearon a Vox y él se lo ha creído todo. España blanquea más que Ariel y Perlán juntos. Lo intuiste cuando vistes cadenas de whatsapp con leyendas sobre inmigrantes que reciben pagas y casas, cuando observaste que compartió en Facebook un texto sobre una mujer maltratadora publicado en un medio digital de extrema derecha, cuando le copió los argumentos a la caverna mediática, contenta de haberse conocido y de haber conocido a Vox. Tu cuñado canario ya no da risa, da miedo. Él no vivió la dictadura pero la anhela, ignorando todas las historias de cunetas y pozos, simas y olvidos. Tu cuñado es una víctima de la posverdad que llega a Canarias con la ola de Madrid, siempre desde Madrid. Menos sornas con tu cuñado que viene con la escopeta de la intolerancia cargada.