«Cuando despertó, todavía el dinosaurio estaba allí». Este es el microrrelato que escribió el escritor Augusto Monterroso en 1959. El texto del guatemalteco tuvo bastante eco en el México de la época, en el que el PRI (Partido Revolucionario Institucional) llevaba varias décadas en el poder. El poder continuado se convierte en despótico y tiránico. El dinosaurio del fascismo parecía enterrado hasta que hace unos meses los medios de masas y la opinión publicada comenzaron a alimentar a los fascistas de Vox, un partido que viene a ser una reminiscencia falangista: contrario al aborto, a los derechos de las mujeres, favorables a eliminar las autonomías, contrarios al matrimonio homosexual, implacable contra la inmigración… Un dinosaurio de ideas viejas y aparentemente superadas que se emparentan con Bolsonaro, Salvini, Trump u Orban. Tanto es así que en las últimas elecciones andaluzas, celebradas este domingo, el dinosaurio entró en el Parlamento Andaluz con doce representantes. Todo ello en una cámara que ellos abogan por eliminar.
«Los fascistas no son como los hongos, que nacen así en una noche, no. Han sido los patronos los que han plantado los fascistas, los han querido, les han pagado. Y con los fascistas, los patronos han ganado cada vez más, hasta no saber dónde meter el dinero. Y así inventaron la guerra, y nos mandaron a África, a Rusia, a Grecia, a Albania, a España,… Pero siempre pagamos nosotros. ¿Quién paga? El proletariado, los campesinos, los obreros, los pobres». Como dice la frase extraída de Novecento, del recientemente desaparecido Bertolucci, alguien ha tenido que plantar a los fascistas. Pedro Guerra, director de Canarias en Hora, se atrevió a comparar el populismo de Podemos con el de Vox, sin medir que los dos extremos, el de luchar por más libertades y el de eliminarlas, no son comparables. Sus compañeros de tertulia, como Jorge Bethencourt, le daban la razón mientras de fondo se quejaba Begoña Vera Guanche, que indicaba que Vox pretendía eliminar derechos básicos para las mujeres.
La táctica es la siguiente: nadie se alinea con Vox, todos lo detestan, pero apresuran a indicar que su populismo es comparable a Podemos, una formación con una trayectoria de más de cuatro años y con algunas tareas de gobierno. El mensaje del odio acaba calando porque se normaliza. Al mismo carro se apuntó hace semanas Fernando Clavijo, presidente del Gobierno de Canarias, en La Entrevista de Canarias Radio. Una irresponsabilidad interesada que habla de la altura política del presidente. Porque, al fin y al cabo, las comparaciones son odiosas y en este caso irresponsables.
El otro día me preguntaba una estudiante de Periodismo por la diferencia entre objetividad y neutralidad. Resumiendo mucho, me sitúo frente a la neutralidad, creo que el periodista debe tomar partido por las injusticias, con la menor intervención posible de su ideología, lo que reivindica la objetividad. Mirar con mesura los hechos no significa neutralidad en ningún caso. Hay momentos en los que hay que tomar partido. David Cuesta expuso en los Alegatox del Foro Bucio 2018 que uno de los grandes problemas que observa en el periodismo es la resignación, que él combate en un proyecto independiente y de periodismo crítico y de análisis como Despiertos. Yo, igual que Cuesta, no me resigno a ser eco de las grandes empresas periodísticas por temor a represalias, y tampoco voy a ser un cínico, que diría Riszard Kapuscinsky. Pascual Serrano apunta que «el periodista debe ser valiente para transmitir sus principios sin miedo a molestar. Para escribir hace falta valor y, para tener valor, hace falta tener valores. Sin valores, más vale callar». En su libro Contra la neutralidad resalta cinco periodistas entre los que se encuentra Rodolfo Walsh, que ejerció su profesión sin miedo en medio de la terrible dictadura argentina.
¿Y en Canarias, puede llegar Vox? Es la pregunta que ha surgido en distintos corrillos. Es verdad que a Canarias llegan todas las olas estatales y esta no va a ser menos, hagámonos la idea. Otra cosa bien distinta es que consiga el resultado cosechado en Andalucía. Los dos territorios son muy distintos, por lo que veo complicado que Vox llegue siquiera al Parlamento de Canarias. Entre sus miembros en las islas se encuentra Francisco Santana, ex consejero del Cabildo de Gran Canaria en la etapa de José Miguel Bravo de Laguna y ex alcalde de Telde temporal tras el escándalo del Caso Faycán. Santana es el Coordinador Insular. En Gran Canaria parecen tener una estructura algo más amplia, en Tenerife, al menos en la web, solo aparece el abogado Alejandro Gómez. La pregunta que se me ocurre es cómo se financia un partido de esta calaña para llegar a Canarias. En su web se repiten mensajes que animan a afiliarse, a colaborar o a donar, pero se perciben otras fuentes de financiación que probablemente saldrán a la luz.
Repito la idea anterior, que es la tesis central de este texto: no existe el periodismo quirúrgico, eso lo he escrito muchas veces, pero no me canso de reiterarlo de muchas de las formas. No deja de ser una proclama interesada por las empresas periodísticas, en su afán de tener el control de la información. En este caso la ola comunicativa, emulando la película alemana homónima, alimentó al dinosaurio. Como dice la cita de la película Novecento, los patronos, en este caso la opinión publicada, han plantado a los fascistas, los han alimentado, los han regado. Si alguien despertara de un coma de 40 años y lo hiciera en un mitin de Vox, pensaría que el dinosaurio todavía está allí. Cuando una Constitución herida de muerte, que sirve de parapeto a las libertades y ansias territoriales, cumple 40 años, los dinosaurios remiten a la época preconstitucional. Una de las consecuencias del deficitario fomento de la memoria histórica…