Publicado originalmente el 5 de noviembre de 2015
“La mentira cotidiana / fue coronada reina / en el primer programa / de la televisión matutina. / Esnifó sus habituales eructos / ministró la estupidez / y levitó hasta las nubes / a la mediocridad / vestida de fantasma”. Son los versos que escribe Isabel Medina en «Tara» (1995) y que sirven como introducción a la entrevista concedida para el libro «De un tiempo, de un país». Y los fantasmas, diablos y asesinos en serie volvieron a las calles canarias el pasado sábado por la noche. Otro año más de debate, que si Finaos, que si Halloween, que si yo abro calabazas, el otro asa castañas… Un debate en el que no quiero entrar porque creo que la conclusión está clara. Solo miren lo que está metido con calzador, inserto a través de cadenas comerciales y grandes medios de comunicación de masas, y lo que se celebra de forma espontánea, y ya tendrán mi humilde veredicto.
Quiero llegar más allá e insertarme en el pantanoso debate de la cultura, la identidad y las fiestas en general. Cada cierto tiempo parece necesario recordar que un festejo no es nuestro, que está impuesto, que es un copia y pega literal, un sucedáneo de cultura. Lo último, el Oktoberfest de Vegueta, las Fiestas Asturianas de la Manzana en Valleseco o la Feria Andaluza de Teror en octubre. La oposición de ideas se plantea desde el principio: 1. se plantea el festejo desde una Administración Pública, previa sugerencia empresarial o a través de algún grupo de poder. 2. alguien enfrenta el evento y dice «esto no es nuestro». 3. otros piensan que «fiesta es fiesta», que «hay que innovar» o «me da igual que no sea de aquí, tú eres un perreta». Podemos debatir y oponernos eternamente a que instituciones que pagamos todos celebren Ferias de Abril, de octubre, Halloween, fiestas asturianas de la sidra, Oktoberfest, años nuevos en agosto, etcétera, pero debemos empezar a pensar de una manera más global.
Me explico: realmente existe una falta de conocimiento sobre qué es cultura canaria. Muchos recomiendan a turistas a que se pasen por Vegueta a ver la representación de Don Juan Tenorio. Eso es lo «más canario» que se le ocurre ofrecer al visitante. Es como si en Albacete proponen una representación callejera de Mararía como algo propio del lugar. Por culpa de ese desconocimiento previo, al cual no son ajenos los representantes políticos, a veces se cometen tremendas atrocidades culturales. Si no, fíjense en el caso de Teror. La alcaldesa Isabel Guerra defendió con argumentos torticeros y folcloristas la celebración de la Feria Andaluza de octubre en su municipio, mientras el otro día mismo anunciaba a bombo y platillo la celebración de los Finaos, además contraponiéndolo con Halloween (mirar Facebook de Isabel Guerra). La suma me lleva a una conclusión, que aunque personal, la comparto con los lectores de Tamaimos; lo importante en Canarias es festejar, da igual lo que sea. Quien se oponga es un aguafiestas.
¿Qué pasa cuando se sustituyen fiestas nuestras ya conocidas y festejadas por otras fuereñas? Ahí inciden dos elementos. En primer lugar, la globalización. Los Centros Comerciales y los grandes poderes económicos intentan definir un calendario global de celebraciones para todo el planeta. No es por imposición, es por vender más y más, porque no conocen en ocasiones lo que se celebra en el lugar o porque simplemente les resulta más cómodo. Ocurrió hace nada en Vegueta. A los empresarios les molestó durante años las cacas de las yuntas de vacas en la Romería del Rosario. Poco a poco han ido quitándole peso a ese festejo y a cambio este año organizaron el Oktoberfest. Allí no hay vacas, solo tiroleses y tirolesas, y esos no cagan en público. En ocasiones también suceden estas cosas porque los empresarios de una zona comercial, en su gran mayoría, no son de aquí y buscan siempre el evento más rentable, sea cual sea el origen o el lugar. A ellos les da igual mantener las tradiciones. Frente a eso, ¿debemos dejar que Centros Comerciales, fiestas globalizadoras y empresarios que quieren ganar más y más, definan nuestro modelo cultural e identitario? Ahí deberían intervenir las instituciones y la sociedad civil, pero salvo honrosas excepciones, no hay voluntad de contextualizar los festejos.
Para explicar este fenómeno globalizador me voy a apoyar en la teoría de las industrias culturales de Adorno y Horkheimer. Según esta escuela la cultura se ha convertido en una industria y ya no importa el tipo producción que sea, ya que toda la producción cultural se basa en la obtención de dividendos. Esto ha derivado en una degradación del concepto de cultura y deducimos, en una repetición sin sentido de productos culturales. Su teoría es de los años 40 y posiblemente hoy en día todas estas cuestiones estén más claras todavía que a mediados del siglo XX.
El segundo elemento a tener en cuenta de manera parcial es la aculturación. Aculturación es el proceso mediante el cual una cultura sustituye a la otra por procesos de globalización o prestigio. Pese a ello, es necesario tener en cuenta que la cultura canaria, como cualquier otra cultura del mundo, está en continuo movimiento, por lo que no es estática. Teniendo esto presente, el sociólogo experto en población mapuche Marcos Valdés afirma que el concepto de aculturación es insuficiente para explicar fenómenos de cambios culturales, puesto que las sociedades están en continuo cambio. Valdés sí afirma que las culturas de las sociedades indígenas (refiriéndose sobre todo a las de América Latina) se están perdiendo en medio de la sociedad occidental, puesto que hay sociedades que se imponen, aunque también se estén diluyendo. En cualquier caso recuerda que la historia de las sociedades indígenas es una historia de resistencia. Aceptando el matiz del sociólogo, es necesario tener en cuenta en el caso canario las representaciones andaluzas para recibir los cruceros o los festejos descontextualizados para sustituir nuestra identidad cultural. Es en esos elementos donde incide de manera decisiva el concepto de aculturación.
Otro concepto a tener en cuenta es el del ocultamiento de la historia canaria que propone José A. Alemán en «Entender Canarias». Por ejemplo, el 15 de agosto se conmemoraba en la sociedad canaria antigua la recogida de la cosecha, lo que se conoce como Beñesmer. Si hacemos una encuesta entre 50 personas escogidas al azar, pocas conocerán qué significa esta fiesta, aunque sus abuelos, o incluso padres, recogieran el fruto en los campos tal día como ese, no hace tanto tiempo en términos históricos. Coincide que los últimos 15 de agosto en Vegueta se viene celebrando el año nuevo de agosto. Todo porque en un pueblo del Estado español se fue la luz un 31 de diciembre y festejaron el año en agosto. Pocos caen en que ese día existe algo propio que celebrar de alguna forma, todo ello por el ocultamiento de la historia, por la falta de estudio en centros educativos, por la escasa difusión en medios de comunicación, por la escasa resistencia de la sociedad civil, por la falta de análisis al respecto, etc. ¿Quién nos dice que dentro de 50 años no se difuminará el hecho de que aquí se recuerda a los muertos el 1 de noviembre y no nos ponemos máscaras terroríficas?
La noche del 31 de octubre en Gran Canaria, la noche de los finados, era la noche del año en la que las familias…
Posted by FEDAC – Artesanía – Cabildo de Gran Canaria on sábado, 31 de octubre de 2015
El artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce el derecho de una comunidad a participar de la vida cultural. La UNESCO hace expresa defensa de la cultura propia y la diversidad cultural. No se trata de ser más papistas que el Papa, de crear una cultura cerrada e inmutable, lo cual es perjudicial para todos. Se trata de evolucionar la cultura de la mano de nuestra gente y no de lo que ofrezca dividendos, sea un souvenir turístico aculturado o lo que nos incite los grandes canales de comunicación de masas como el cine o la televisión. La cuestión es definir nuestro modelo cultural en base a lo que fuimos, a lo que somos y a lo que queremos ser. Rescatar las formas y relatos que nos reconcilien con nuestro pasado, pero siempre mirando al futuro, para crear una canariedad consistente y moderna. Es necesario unir a esta reivindicación una mirada universal, integrada en el mundo. La contradicción no existe y los que la plantean se basan en elementos de nuestra propia historia y nuestros propios miedos. Tiene que ver con esa «madre aparentemente desinteresada», pero que es «captativa», de la que hablaba Manuel Alemán. Nos va la vida en ello, en la reflexión, en la definición libre de nuestra identidad.