Publicado originalmente el 18 de octubre de 2015
Isidro Socas, el Filpo, es un personaje muy conocido en Icod de los Vinos. Y sobre todo lo es su exhortación «¡Despierta, pueblo, que estás dormido!». Isidro era conocido por sus largos paseos -regados con algo de alcohol- y, sobre todo, por esta frase que ha pasado a la historia de la comunidad norteña.
Me vienen a la mente sus palabras al leer que en Teror se está celebrando una semana andaluza en estos días del mes de octubre. Según comenta Isabel Guerra, alcaldesa (Nueva Canarias), con el apoyo del Partido Popular, Coalición Canaria y Alternativa por Teror, el objeto de esta semana es dinamizar la actividad económica en el casco del municipio. Parece que un sancocho popular, un mercadillo agrícola o un encuentro de grupos de musica tradicional no hubieran servido a este fin.
Veamos qué dice a este respecto la página web del ayuntamiento: «La 1ª Feria Andaluza de Octubre en Teror trata de dinamizar el Casco de Teror y situarlo en el mes de octubre como referente de lo andaluz (sic)». Situar al casco de Teror como referente de lo andaluz. ¡Toma castaña! Queda claro que no se trata de ninguna acción espontánea de la comunidad andaluza en la isla redonda, sino de un proyecto político de la corporación.
En poco más de dos semanas, Nueva Canarias se ha cubierto de gloria dos veces y en dos islas. Después de votar en contra de una celebración institucional de la bandera canaria en el Cabildo de Lanzarote, ahora apoya institucionalmente una semana andaluza en el municipio grancanario de Teror. Si vamos a lo práctico, a por qué una alcaldesa de una formación que se identifica con el nacionalismo de izquierdas apoya unas fiestas que nada tienen que ver con nuestras tradiciones, me dice el olfato que lo explica la fragilidad de su posición: con solo dos concejales, depende de los seis concejales del PP para mantener su gobierno. Y se ve que está dispuesta a pagar al contado y en abundancia con tal de no perder el puesto. ¿Una feria andaluza para contentar a nuestros socios de gobierno? Ningún problema. No vayan a pensar que somos de esos que queremos romper la unidad sacrosanta del estado.
Con motivo de la conmemoración del 50 aniversario de la declaración de las Fiestas del Pino como fiestas de Interés Turístico estatal, en rueda de prensa conjunta en el cabildo insular estuvieron, entre otros, el presidente del Cabildo de Gran Canaria y la alcaldesa de Teror. Estaban sentados en la misma mesa. Estas fueron algunas de las palabras de Antonio Morales:
«Somos conscientes de que el orgullo de pertenencia, de arraigo o la identidad de un pueblo son piezas fundamentales para su desarrollo. No somos sino lo que fuimos, lo que hemos ido mamando de generación en generación.
Son tiempos difíciles para mucha gente. Sin duda estamos viviendo una realidad social y económica que tiene a un sector importante de la población en situación de fragilidad. Pero las fiestas deben ser un elemento para la cohesión, para la participación, para el encuentro, para la dinamización social. En momentos duros también nos ayudan a soportarlo de una manera más compartida y, por lo tanto, a afrontar los momentos con ilusión.»
No puedo estar más de acuerdo con estas palabras del presidente del Cabildo. Pero, ¿qué tiene que ver este planteamiento con lo que está haciendo su compañera de proyecto en el ayuntamiento de Teror? Comparar la trayectoria política o la credibilidad de Antonio Morales con las de Isabel Guerra es como comparar la Tierra con Venus, pero no puedo evitar preguntarme qué tipo de debates se desarrollarán en Nueva Canarias sobre la política cultural en las instituciones (en el caso de que los haya).
Somos conscientes de que el orgullo de pertenencia, de arraigo o la identidad de un pueblo son piezas fundamentales para su desarrollo. No somos sino lo que fuimos, lo que hemos ido mamando de generación en generación.
Como quiera que sea y por lo que quiera que sea, estamos ante un nuevo despropósito «cultural» protagonizado por una institución pública. En numerosas ocasiones hemos denunciado desde Tamaimos el uso de dinero público para fomentar prácticas culturales que nada tiene que ver con «lo que hemos ido mamando de generación en generación». Estas nuevas prácticas -nada inocentes- van desde ferias de abril sevillanas hasta procesiones de Semana Santa -también sevillanas, pasando por juras de bandera para civiles. Añadámosle a esto carrozas con grandes banderas de España en Cabalgatas de Reyes y otros muchos ejemplos de lo que -con toda la intención o por simple desidia- algunos de nuestros gobernantes promueven en las fiestas de sus municipios.
Mientras tanto, tenemos tradiciones en Canarias, como la lucha y el juego del palo, que por su antigüedad, nos colocan entre esos raros pueblos que pueden presumir de contar con patrimonio cultural inmaterial con miles de años de existencia. Otros pueblos miman este patrimonio hasta convertirlo en parte de sus actividades cotidianas y en fuente de riqueza a través del turismo. Nosotros nos empeñamos en marginarlas por motivos que de sobra conocemos y que sería inutil repetir aquí.
Actuaciones como las del Ayuntamiento de Teror hacen mucho daño a la conservación y la promoción de las tradiciones de nuestro país. Ya sea por conservar un sillón dos años más, por ignorancia de o por indiferencia hacia nuestro patrimonio cultural, lo cierto es que resulta ya del todo imposible dejar pasar estos comportamientos sin decir alto y claro, como hacía Isidro Socas junto al Drago y a las faldas del Teide: «¡Despierta, pueblo, que estás dormido!»