Buscar atisbos de utopía en la juventud actual puede parecer una tarea complicada. Hablamos de una realidad laboral, estudiantil, social y consumista marcada por el individualismo, seguramente más que otras épocas. Yo diría que esto es un rasgo incontestable. Marino Alduán, en la entrevista que le realizamos en El Tirafondo, apunta en esta dirección. Dice el docente y ex Decano de la Facultad de Formación del Profesorado de la ULPGC que «la juventud cree poco en las utopías» y añade que tiende a ser más escéptica e individualista. La compara con la juventud de los 70, que él conoció como profesor en lugares con ciertas dificultades como Juan Grande, en Gran Canaria. La actual, a juicio de Alduán, es más tecnológica y menos dada a cuestiones utópicas, algo a lo que sí atendían los ilusionados alumnos de la segunda década de los 70, una época parida como nueva tras la oscuridad del franquismo.
Hace unas semanas analizaba, en torno a la fecha del aniversario del 15M, el surgimiento y caída de ese movimiento. Un movimiento de rebeldía que surgió como grito desesperado, se apagó casi con el surgimiento de nuevas formaciones políticas y que ahora, sin ser 15M, ni siquiera el movimiento contra el petróleo en Canarias, seguramente con más fuerza que el 15M, vuelve a las calles para reclamar mejores condiciones para las mujeres y los pensionistas. No dejó de ser una minoría vanguardista, los grandes procesos de cambio surgen así, pero marcó y está marcando a una serie de jóvenes empeñados en cambiar las cosas, en no conformarse con el patrón establecido y a los que no les basta las esperanzas de que podrán llegar a ser consumidores. Ese germen está ahí y veremos a dónde llega, por lo que las utopías siguen presentes, sin negar la parálisis general, el individualismo y la falta de interés por cambiar nada por parte de una buena parte de esa juventud. Que no es distinta, por cierto, a los que vivieron desde la lejanía las utopías de la segunda mitad de los 70, mientras se centraban en su actividad de empaquetadora, ama de casa, aparcero o peón de la construcción.
Desde el Área de Comunicación de la Fundación Canaria Tamaimos estamos cerca de terminar un producto comunicativo que alimenta las utopías y llama a la esperanza en esa juventud. Se trata de Puntales. Juventud canaria para una nueva era, un reportaje audiovisual que recorre la vida de cinco personas, jóvenes, muy especiales en todos los sentidos y que invitan a seguir creyendo, dejando de lado los modelos estandarizados. Un grupo de jóvenes que hacen de la utopía su forma de vida, la encajan, le hacen forma y la llevan a cabo. Iballa González se dedica a a la agricultura ecológica para consumo local cuando prácticamente todo lo que se consume viene del exterior. El mercado es limitado y los inconvenientes son muchos, pero desde la Finca El Carbonero resiste en una actividad nada fácil, pero muy necesaria. «Hay que hacer el sector atractivo», reclama.
Que un joven enseñe el folclore de tambor canario más ancestral, en un entorno de globalización y estadarización, no deja de ser un germen de resistencia encomiable. A Aníbal García Llarena le reclaman cantos y bailes del mundo y él responde que «Canarias también está en el mundo». “En absoluto existe una música universal, una cultura universal. A mí me han pedido músicas del mundo y yo enseño folclore canario, que también está en el mundo”, señala. Lo de César Yanes tiene que ver con la convicción sincera de que otro mundo más justo y equitativo es posible. Yanes hace teatro, y además teatro comprometido. Lo pueden ver en De hombre a hombre, un diálogo entre un profesor y un alumno menor de edad que se enamoran, y el criterio para juzgarlos corresponde al espectador. “Todo el teatro es político, el teatro que reproduce la homofobia, el teatro que hace alarde del maltratador, el teatro que mantiene incuestionable la monarquía, es teatro político”, subraya.
Pilar C. Casi cree en un periodismo comprometido y crítico, en una época de acoso laboral a los comunicadores y con pocas certezas en la profesión. “Hemos vivido años de muchos problemas y han habido medios de comunicación que le han bailado el agua a esos problemas», afirma con rotundidad. Si Yanes cree en un teatro consciente, Pilar reivindica un periodismo comprometido con los problemas sociales y que sea motor de avance para esa sociedad. Luis Miguel Azofra fue el primer Doctor en Química Cuántica en Canarias. Tiene que ejercer su profesión fuera, pero él se empeña en abrir un espacio para hacerlo en Canarias. Le ha ido muy bien en Australia y Arabia Saudí, pero Azofra añora con volver a su casa y hacer química en Canarias, aunque sea con un sueldo menos cuantioso. “Yo cuando estoy fuera lo que más echo de menos es mi timple y la costa de San Cristóbal. Llevo muy mal la magua”, se sincera.
Todo esto lo tenemos en el horno, a punto de salir y presentarlo en próximos meses. Las entrevistas las ha realizado un servidor, muy identificado con las historias de estas personas porque yo también formo parte de esa generación que pintan descreída e individualista. La filmación fue tomada por Francisco Marrero. La realización corre a cargo de la palmera Estrella Monterrey. Fíjense si esta generación es desconcertante que en cada una de las entrevistas les pregunto a ellos mismos cómo ven a su generación y la que viene detrás. Todas las respuestas son distintas, unos coinciden con la visión catastrofista, de una juventud engreída y falta de valores, mientras otras esperan con ilusión la generación que está naciendo. La distancia del tiempo entre generaciones siempre ha creado muros, por diferencias de visión, por nuevos elementos que se ponen en solfa o por falta de entendimiento. La juventud actual, la que ronda los 30 y tiene que dar un salto, de hecho ya lo está dando, tiene motivos para la esperanza, en un entorno de indefinición laboral, social y de valores. Lo podrás ver en Puntales. Juventud canaria para una nueva era. Pronto…