«Las esperanzas del mundo están puestas en la gente joven. La paz, el dinamismo económico, la justicia social, la tolerancia: todo esto y más depende, hoy y mañana, de que aprovechemos la energía de la juventud». La frase es de Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, con motivo del Día Internacional de la Juventud del pasado 12 de agosto. En el mundo hay 1800 millones de jóvenes entre los 10 y 24 años de edad, de los cuales 1 de cada 10 vive en zonas de conflicto y 24 millones de ellos no asisten a la escuela.
La ONU tiene medidas previstas para mejorar las condiciones de vida de las personas jóvenes. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en concreto en el Objetivo 11, señala «la necesidad de proporcionar espacios para una urbanización inclusiva y sostenible». Por otro lado, la Nueva Agenda Urbana destaca «la necesidad de espacios públicos que permita a los jóvenes interactuar con la familia y tener un diálogo intergeneracional constructivo». El documento del Programa Mundial de Acción para la Juventud, por su parte, marco de la ONU para el desarrollo de la juventud, prioriza «la provisión de ‘actividades de esparcimiento’ como esenciales para el desarrollo psicológico, cognitivo y físico de los jóvenes».
Más allá de las intenciones, la juventud es una gran desconocida. Vilipendiada y sometida a escarnio público, pocos se han parado a analizarla de forma sosegada y sin sesgos generacionales. El Observatorio de la Juventud de la Fundación SM ha elaborado un estudio sobre la juventud en todo el Estado. El trabajo refleja que en 2017 los jóvenes desinteresados por la política son el 43% por el 56% de 2010, por lo que extraemos que los jóvenes actuales están más politizados que hace casi una década. Seguramente en ese sentido influyó la crisis económica, pero el papel que se le asigna a los jóvenes entre 15 y 24 años (los incluidos en la muestra) no es el de estar pendientes de la política. El estudio arroja también que cada vez hay menos confianza en instituciones sociales como la prensa, el Congreso, los sindicatos o la monarquía. El descenso en la credibilidad de estos agentes ha sido imparable desde 2005. Un 32% se declara indignado por la situación sociopolítica.
Los nacidos a partir de 1996 han sido denominados como Generación Z o posmillenials. En un artículo de El País firmado por Kiko Llarenas, se exponen una serie de características de esta generación. Según el texto, que se apoya en diversos estudios, tienen móviles desde los 11 años y, por lo tanto, usan las redes sociales ya en la adoslencia. Apoyándose en el trabajo realizado por Ipsos en Reino Unido, afirma que usan 22 horas a la semana para comunicarse, 7 más que la generación anterior. En otro orden de cosas, consideran que el trabajo es una cuestión muy importante, le dan mayor valor a la formación, son más familiares y menos díscolos y les gusta el colegio. También se drogan menos y se meten en menos peleas. Sin embargo en lugares como Estados Unidos, los jóvenes padecen mayores brotes de estrés y ansiedad, posiblemente en estratos sociales más deprimidos, mientras otras voces apuntan a la prolongada exposición a las pantallas.
Aterrizando en Canarias, nos tenemos que fijar en la precariedad. Hace unos años analizaba el trabajo Juventud y crisis en Canarias (2007-2013) del Observatorio Canario de la Juventud del Gobierno de Canarias y dirigido por el Doctor en Sociología de la ULL, José Sartunino Martínez García, y que a día de hoy continúa vigente para analizar la coyuntura. Los datos de precariedad entre la juventud en Canarias es del 44,9%, más de seis puntos porcentuales por encima de la media estatal. En el marco mundial, Canarias, al menos en esos años, era líder en paro juvenil. Según datos de la OCDE, Sudáfrica lideraba la tasa de paro juvenil en 2007, con el 50% aproximadamente. En 2013 la tasa sudafricana se mantiene, pero ya es superada por la de España y Grecia, con cerca de un 60%. En ese mismo año Canarias supera el 65%, superando al país con más paro juvenil de la OCDE, Grecia.
¿Cuánto duran los contratos? Entre enero y julio de 2016, 1 de cada 7 contratos dura menos de una semana, algo que ha cambiado muy poco. En 2008 eran de un 6%, un incremento de casi el triple de contratos de este tipo. Si el porcentaje de contratos de menos de una semana es del 16%, se eleva al 30% los que duran menos de un mes. Los datos son de 2016. ¿Los jóvenes canarios trabajan en lo que quieren? Parece que no. En Canarias los titulados superiores que desempeñan trabajos por debajo de su nivel es 10 puntos porcentuales por encima del Estado, según el informe sobre pobreza en Canarias elaborado por el Gobierno de Canarias.
Con estos datos, la juventud canaria de entre 15 y 35 años es, en general, precaria y no trabaja en lo que estudió. Percibo cierta incomprensión para un juventud más conectada, pero no tan banal y desinteresada como comunmente se cree. Necesitamos entender a los jóvenes, tanto a los millenials o Generación X como a los posmillenials o Generación Z. Sus condiciones son distintas a generaciones anteriores y solo están adaptándose a su tiempo. Y volviendo a Canarias, ¿qué caracteriza a la juventud canaria más allá de la precariedad y la falta de oportunidades? Poco interés parece suscitar. Desde la Fundación Canaria Tamaimos nos hemos puesto manos a la obra y estamos preparando, desde el Área de Comunicación, el reportaje documental Puntales. Juventud canaria para una nueva era. Es un modesto acercamiento a cinco personas de entre 30 y 40 años que pretende mirar el futuro próximo con optimismo. Antes de final de año lo podrás ver.