El tufo me llega desde que abro la puerta. A medida que subo las escaleras, el olor a fritanga se me cuela en los orificios nasales. No atino a definir si es carne, pescado, marisco, calamares… En las bolsas del supermercado se adivinaban un montón de bolsas de congelados, que, a la vista de los olores de la escalera, las van consumiendo a destajo, almuerzo y cena. Tampoco el aceite parece ser de oliva, incluso me cuesta pensar que es de girasol, pero recuerdo la garrafa de aceite de girasol de cinco litros. De marca blanca, off course.
Otro día, al ascender, escucho reguetón del duro, como se apresura a definir el propio cantante. Entre letras machistas, ritmos psicodélicos y alaridos que imitan ser cantos, la escalera se me hace eterna. Durante días y noches, en medio de mi lectura o mi trabajo, escucho coches pasando con esa música a todo trapo. Cualquier fiesta, celebración, cumpleaños, estila la misma música, incluso en entornos infantiles. «Por ti yo guardé mi pistola, las gaticas no me controlan…», canta una niña en una gala benéfica que pretende ser infantil.
Pero es tiempo, sobre todo, de centros comerciales. Allí es donde se compran, en supermercados de grandes cadenas, la ristra de bolsas de congelados y las garrafas de aceite girasol. «Yo como verduras, las compro congeladas en el Hipermercado y las hago con San Jacobos», me cuenta un joven. Pero sobre todo, aquello es lugar de encuentro los sábados, los lunes, los viernes, los domingos… comiendo en restaurantes de comida basura, consumiendo cosas que no son necesarias y gastando más de lo que los sueldos de miseria admiten. A favor, fácil aparcamiento, mucho marketing y wifi, que los datos también cuestan.
Fritanga, reguetón y centros comerciales son tres elementos esenciales entre nuestra juventud. La comida basura, rápida, barata, se inserta en las venas y en la mente de nuestros jóvenes. El reguetón deja mensajes machistas e involucionistas. ¿Hasta qué punto no es culpable del repunte del maltrato machista? Los centros comerciales perpetúan un sistema laboral injusto, de explotación, con grandes marcas que se llevan lo grueso, y propiciando un ocio asistido y acrítico. Como teldense, he visto cómo los centros comerciales han cambiado la perspectiva y ocio de nuestros jóvenes. En nuestra época, ir a San Gregorio a pasar la tarde era la opción ideal. En la tienda de Venancio, en San Gregorio, se hacían las grandes compras navideñas. Hoy no queda nada de eso. Las pibas y los pibes se pasan las tardes en las grandes superficies que atiborran el municipio, concretamente 1.022,3 metros cuadrados por cada 1.000 habitantes. Ese es su centro.
Falta de expectativas, desinterés, ocio fácil, comida basura, consumismo, música machista… Sin embargo, permítanme que les aclare que esto no es un artículo como los que firma Antonio Navalón en El País. Déjenme decirles que yo nací en 1984, por lo tanto también me siento insultado por Navalón u otros columnistas iluminados que afirman que los jóvenes tienen falta de ideas, falta de interés, inmovilismo y comodidad.
Es verdad que existe el retrato que acabo de describir en líneas anteriores, pero no se hace un análisis del por qué de algunas cosas. Comen fritanga por un cambio cultural en cuanto a la alimentación. Si ni sus padres ni el sistema educativo les han inculcado la comida sana y el consumo de productos frescos de kilómetro 0, el resultado es la ristra de bolsas de congelados y la bollería industrial. En cuanto a la música, también generaciones anteriores escucharon letras machistas: «Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren». Es el estribillo de «Contigo» de Joaquín Sabina, una balada con letra que puede incitar al machismo, como el reguetón. Es de 1996, pero no debió llamar tanto la atención como las letras de artistas caribeños. ¿Y los centros comerciales? Hablamos de 1.022,3 metros cuadrados por 1.000 habitantes en Telde, más 1 metro cuadrado de centro comercial para cada teldense. Ante eso, ¿qué se puede hacer?
Empero las generalidades siempre son injustas. ¿Se imaginan un retrato general de la juventud canaria de hace cincuenta años? «Aparceros, analfabetos y padres a edades tempranas. A ellos les gustan las películas del oeste, a ellas las radionovelas. En su gran mayoría, son franquistas o toleran el régimen», sería el titular de un Navalón de la época. Además los datos de un informe del Observatorio de la Juventud en Iberoamérica de la Fundación SM, desautoriza las visiones que detestan a la juventud actual. Según este estudio, los jóvenes de hoy en día leen más, salen menos, se interesan por la política y son menos creyentes.
Cuando se habla de los millenials, los nacidos entre 1980 y el 2000, algunos analistas se saltan la falta de perspectivas, de oportunidades, el fin del mundo para el que fuimos diseñado, la precariedad laboral, la revolución comunicativa como choque cultural o el hecho de que estamos mucho más formados, pero nuestro acceso al mercado laboral es limitado y precario. En Canarias son muchos los jóvenes que escapan a los tópicos malintencionados diseñados para justificar el designio divino que les ha condenado a aceptar lo que el mercado, las multinacionales, la Universidad cada vez más privatizada y las coyunturas económicas, les tiene preparado.
Por ejemplo, hablamos de Luis Miguel Azofra (Las Palmas de Gran Canaria, 1985), primer Doctor en Química Cuántica de Canarias, que tiene que ejercer su profesión lejos, muy lejos de Canarias, concretamente en latitudes como Australia o Arabia Saudí. Azofra sueña con volver e instalarse en Canarias, cerca de su timple y su mar de San Cristóbal. Para ello está dispuesto a trabajar en Canarias incluso perdiendo dinero.
Aníbal García Llarena (Santa Cruz de Tenerife, 1985), que es profesor de folclore de tambor. Criado entre gomeros en Taco (San Cristóbal de La Laguna, Tenerife), Aníbal es capaz de convertir el Paseo de Las Canteras o cualquier otro espacio, en un escenario improvisado donde las chácaras y tambores adquieren el papel principal.
Como César Yanes (Caracas, 1983), actor y director teatral. Pese a su juventud tiene un importante bagaje artístico en las dos facetas. Sobre las tablas, Yanes es ambicioso. Pretende hacer teatro para la conciencia, el debate y la reflexión con el espectador. En “De hombre a hombre” llega incluso a dialogar sobre una cuestión extremadamente polémica con los asistentes. Hablamos de un intérprete polifacético que también canta, contando incluso con un grupo, llamado “Viajantes”, que recorre el mundo a través de la música. Tampoco olvida las raíces de su Icod de los Vinos natal y tiene intención de desarrollar las tradicionales Comedias del Amparo.
Jóvenes como Pilar C. Casi (Navarra, 1988), periodista. Cubrió las manifestaciones del 15-M en Barcelona para El País, lo que supuso un gran aprendizaje para ella. Luego trabajó en Philadelfia, en el medio en español Al Día News Media, que representó una experiencia vital en su vida, tanto profesional como personalmente. Pilar no pierde la cara al debate, y es capaz de reflexionar sobre Canarias, la comunicación o el machismo en el ejercicio de su profesión.
Para quienes crean que los sueños no se cumplen, Iballa González (Santa Cruz de Tenerife, 1981) cumplió su deseo de crear su propia finca ecológica, la Finca Ecológica Carbonero. En ella cultiva los productos que luego vende en su propia tienda. Afirma que su intención es vivir, con mayúsculas, de la agricultura, una actividad asociada a la supervivencia. Para esta Ingeniera Técnica Industrial, los lunes son maravillosos porque son los días en que experimenta en la finca. Los trámites de pedidos y demás cuestiones mecánicas los lleva peor, pero también van incluidos en su sueño.
Son solo cinco casos en los que llamados millennials, la generación X o la generación ni ni, minusvalorada, vilipendiada y sometida al insulto fácil, demuestran que se saben sobreponer al destino marcado de antemano. Sus historias verán la luz en Puntales: Jóvenes canarios para una nueva era, un documental que estamos preparando desde el Área de Comunicación de la Fundación Canaria Tamaimos. Con un equipo también joven, queremos alumbrar una pieza audiovisual que valorice a los jóvenes actuales y ofrezcan un mensaje de apoyo a las generaciones que piden paso. Será en 2018.