Publicado originalmente el 24 de octubre de 2019
Por justicia y por el esfuerzo que han hecho nuestros padres, es un poco injusto comparar a los padres de los millenials con Saturno. Saturno había suscrito un pacto con su hermano Titán mediante el cual le cedía el trono pero no debía criar hijos. Por lo tanto, los hijos que tuvo con Rea los devoró, salvo Júpiter, Neptuno y Plutón porque Rea los escondió. Nuestros padres no nos han devorado, no tienen ningún pacto secreto de poder, pero viviremos peor que ellos. De hecho no solo no son egoístas sino que se han desvivido para que estudiáramos y para que tuviéramos el mejor porvenir. No en vano estamos ante la generación mejor preparada de la historia de Canarias que, sin embargo, sufre un barbecho de oportunidades cuando ya supera con creces los 30.
Más que por sus padres, los jóvenes han sido devorados por el sistema que, cual Saturno, los ha invisibilizado. En Canarias estamos ante el riesgo cierto de perder una generación completa, una quinta que fue diseñada para un mundo que ya no existe. Un mundo analógico, como siempre se recuerda, pero también un mundo donde tener una casa era posible, tener un buen trabajo no era una odisea y vivir holgado podía darse si uno tenía esfuerzo. La falta de oportunidades y perspectivas de los millenials no es problema individual, es un problema colectivo. Un problema que, a juicio de Walter Scheidel, profesor de Humanidades en la Universidad de Stanford (California), será difícil solucionar “por vías pacíficas”.
Jóvenes sobradamente preparados a los que cualquier empresario puede calificar de poco preparados y cualquier columnista del tres al cuarto puede vilipendiar en un altavoz público como el diario El País. Aterrizando en Canarias, los jóvenes tienen una preocupante falta de expectativas. Uno de cada siete contratos son de semanas, el 30% de meses. En 2013 se consiguió el preocupante hito de superar a Sudáfrica (50%) y Grecia (60%) en paro juvenil (65%), según datos de la OCDE. Por si fuera poco nuestros jóvenes superan en mucho la media estatal de trabajo por debajo de su cualificación. Pibas y pibes con estudios superiores que tienen que ejercer trabajos por debajo de su cualificación. Un suicidio como sociedad.
Si hablamos de vivienda, un estudio de CaixaBank Research afirma que hay más de veinte puntos porcentuales de diferencia en la propiedad de viviendas entre la generación millenials y los nacidos después de 1966, la llamada Generación X. En relación a la riqueza, la de un millenials es de 3.000 euros frente a 63.400 de la generación anterior. La comparativa es abismal. Es probable que en Canarias la brecha generacional sea menor. Nuestro desarrollo comenzó en los 70, 80 y 90 a partir de trabajos de baja cualificación asociados al turismo, los servicios y la construcción. Sin embargo, los hijos de ese boom, aunque sean titulados superiores, a lo más que aspiran en muchos casos es a igualar las condiciones económicas de sus padres. Poco ascensor social, mucho inmovilismo, demasiada pobreza heredada, aunque se supere el plan preestablecido, se regatee el fracaso escolar y se encare la vida con voluntad y preparación.
A ese 44,9% de precariedad juvenil que afirma el trabajo Juventud y crisis en Canarias (2007-2013) del Observatorio Canario de la Juventud del Gobierno de Canarias y dirigido por el Doctor en Sociología de la ULL, José Sartunino Martínez García, poco le importan las elecciones, las decisiones políticas y los grandes debates. Probablemente la sensación será de abandono. Cuando terminé 4º de la ESO una profesora nos dijo a la cara que estudiar Bachillerato era un disparate. Que lo mejor era hacer un Ciclo Medio o directamente irse a trabajar a la construcción. Los que tomaron el camino de la obra ganaron dinero rápido, se sacaron el carnet y fueron los primeros que estrenaron coche, mientras yo hacía cuentas con la beca para comparme el abono de la guagua para ir a la Universidad. Hoy, sin embargo, algunos han sido abandonados por el sistema, se quedaron en la estacada y viven gracias a la solidaridad familiar.
Un panorama desolador, desesperante que no se va a cambiar con simple condescendencia social. Ni siquiera con la hipotética Renta Ciudadana. Hablamos de vidas de personas, de proyectos, de ilusiones. Palabrería vacía en un mundo cada vez más pragmático y menos dado a las utopías. Sin embargo, en Puntales. Juventud canaria para una nueva era, reflexionamos con cinco jóvenes millenials sobre todas estas cuestiones, sobre Canarias, sobre identidad, sobre oportunidades, utopías, modos de vida y la generación que viene detrás de ellos. Una agricultora ecológica, una periodista comprometida, un actor y director teatral que cree en el teatro como un espacio de reivindicación y de cambio, un profesor de folclore tradicional de tambor, además de escritor, y un Doctor en Química Cuántica convencido de que su carrera científica tiene que desarrollarse en Canarias. Poco más de 20 minutos y muchas preguntas en el aire. Habrá tiempo para el coloquio. Será en el Teatro Municipal de Agüimes a las 19:30.