Parece evidente que las generaciones más jóvenes serán más pobres que sus madres y padres. Diversos estudios lo afirman, aunque es una evidencia que se palpa. Walter Scheidel, profesor de Humanidades en la Universidad de Stanford (California), sostiene que será difícil cambiar la tendencia «por vías pacíficas». Ian Goldin, profesor de Globalización y Desarrollo en la Universidad de Oxford, se centra por su parte en la carga impositiva que esta juventud golpeada tendrá que sufrir para pagar las pensiones de sus antecesores. Y sí, tiene que ver la demografía, la pirámide poblacional envejecida, pero también la temporalidad y el trabajo precario. Es muy fácil echarle la culpa a los propios jóvenes y su negativa a tener hijos con un panorama tan desolador. Si hablamos de vivienda, un estudio de CaixaBank Research afirma que hay más de veinte puntos porcentuales de diferencia en la propiedad de viviendas entre la generación millenials y los nacidos después de 1966, la llamada Generación X. Con ese panorama, normal el boom del precio del alquiler. Si hablamos de riqueza, la de un millenials es de 3.000 euros frente a 63.400 de la generación anterior. La brecha es importante, una brecha que se suma a la que existe entre ricos y pobres tras la crisis, cuyos principales afectados son los jóvenes.
Dijo el Rey Felipe en su discurso navideño: «los jóvenes vivís inmersos en la realidad de una sociedad tecnológica —de cambios continuos y acelerados— que plantea nuevos interrogantes, pero que a la vez está llena de nuevas oportunidades». Continúa: «tenéis talento, creéis en la paz, estáis abiertos al mundo porque sois y os sentís europeos, sois solidarios, estáis comprometidos con las causas sociales, con la lucha contra el cambio climático y la defensa del medio ambiente. Queréis vivir y convivir, pero tenéis problemas serios». Sobre el empleo se atreve a afirmar que «sabéis que es muy difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación. Muchos la tenéis, pero a veces os veis obligados a ocupar un puesto de trabajo que no es para el que os habéis preparado o que no responde a vuestras expectativas».
Voy a caer en una perogrullada, pero les voy a contar lo obvio. Felipe de Borbón nació en 1968. Es un representante de la Generación X, la anterior a los millenials según las diversas clasificaciones de las generaciones, la que llama Jot Down en un reciente artículo «la viejuventud». El Pew Research, cita el artículo, definía así hace un par de años a la Generación X: «esta generación ignorada tiene hoy entre treinta y cuatro y cuarenta y nueve años, que puede ser una de las razones por las que desaparece de las historias sobre demografía y cambio sociopolítico. Están centrados en el tramo medio de la vida, vacío de drama y escaso de grandes etiquetas». Hablamos, en definitiva, de los nacidos entre 1960 y 1980. Las características que la definen, menor natalidad, adaptación a medios tecnológicos, generación formada, propiedad de la vivienda a través de la firma de hipotecas, etc., no se podrían aplicar al monarca, en la burbuja de sus privilegios, viviendo en palacios y teniendo los niños que quiso y pudo tener sin agobios. Dije que era una perogrullada pero no está de más recordarlo.
Con todo ello su discurso también está plagado de perogrulladas. «Sociedad tecnológica», un perfil amable y generalista de la juventud, interesado, por supuesto, a su papel, y la redundancia de la dificultad de encontrar un trabajo adecuado a sus capacidades. Nada que no se sepa, dicho desde un paternalismo propio de la institución y cayendo en la contemplación del proceso cuando todo el mundo sabe que no hay posibilidad alguna de medidas ejecutivas desde la institución que representa. El perfil es de España, pero en Canarias ya hemos desgranado aquí cómo está la juventud. A falta de un estudio más reciente, cito el trabajo Juventud y crisis en Canarias (2007-2013) del Observatorio Canario de la Juventud del Gobierno de Canarias y dirigido por el Doctor en Sociología de la ULL, José Sartunino Martínez García. Cito de dicho artículo los datos:
«Los datos de precariedad entre la juventud en Canarias es del 44,9%, más de seis puntos porcentuales por encima de la media estatal. En el marco mundial, Canarias, al menos en esos años, era líder en paro juvenil. Según datos de la OCDE, Sudáfrica lideraba la tasa de paro juvenil en 2007, con el 50% aproximadamente. En 2013 la tasa sudafricana se mantiene, pero ya es superada por la de España y Grecia, con cerca de un 60%. En ese mismo año Canarias supera el 65%, superando al país con más paro juvenil de la OCDE, Grecia».
Con todo, vista la precariedad laboral, la falta de oportunidades y la ausencia de un plan, queda muy ridículo escuchar lecciones dirigidas a dos generaciones en el limbo, la de los millenials y postmillenials. La conclusión más clara de todo esto es que nadie va a venir a salvar a las generaciones presentes y futuras, y tendrá que ser el empeño, el esfuerzo, la solidaridad y el espíritu crítico quien va a lograr que la juventud canaria consiga unas condiciones medianamente dignas. Seguimos preparando Puntales. Juventud canaria para una nueva era a cargo de Estrella Monterrey y con la grabación de F. Marrero, que ya está metido en el horno, a fuego lento, pero camina. Un servidor se encargó de entrevistar a cinco jóvenes entre 30 y 40 años, millenials como yo y a los que no le hacen falta lecciones de ningún monarca. A los pibes y pibas que vienen detrás, mucho menos.