Taucho es el nombre que toma en Tenerife, en nuestra lengua precolonial, la tradición oral canaria procedente de nuestras ancestras que se transmite de generación en generación. Una tradición que ha sobrevivido durante más de 5 siglos a la Inquisición, a la persecución y a la aculturación, gracias a unas pocas personas que la conservaron. Este término es el que le da el nombre, a principios de los 90 a una casa, en el barrio de Duggi en Santa Cruz, okupada por jóvenes militantes de Azarug para ponerla al servicio de la lucha por nuestras libertades sociales y nacionales. Desde entonces, ese inmueble se ha convertido en lugar de dignidad, lucha, resistencia y memoria plasmadas, a día de hoy, en los murales que la cubren. En el año 2011 cambia su nombre de “Casa Juvenil Taucho” y se reabre como Centro Social Okupado Taucho, retomando una actividad muy intensa que quisieron abolir con dos intentos de desalojo, convirtiéndose en un pilar fundamental para los movimientos sociales de la isla. Hoy, como militante más chinijo de la asamblea, recibiendo y recogiendo la historia de lucha de nuestro archipiélago y de las clases oprimidas, en forma de centro social, quisiera reconocerle el trabajo y la lucha a todas y cada una de las personas que han puesto su granito de arena por Taucho. Dejando escrito que se le da el valor que tiene y que se seguirán poniendo granitos a la montaña para quienes vengan detrás. Un legado que no empieza con Taucho sino que es fruto de las contradicciones y las luchas de nuestro pueblo durante la historia frente a quienes nos condenan a la emigración, a la miseria y destruyen nuestra tierra.
Se cumplieron dos años del último intento de desalojo del CSO Taucho. Podría decir que fue el día con más tensión y emoción hasta ahora desde que empecé mi militancia, la piel todavía se me eriza cuando veo imágenes de ese día. El aviso de desalojo llegó con menos de 24 horas de antelación y 5 horas después la asamblea urgente colapsó el interior del centro. El talante y la voluntad de colectivos y personas a título individual que acudieron fue increíble aquel 5 de abril. En apenas dos horas habíamos recaudado dinero para el material necesario para la difusión de nuestra convocatoria y con ganas, rabia y una sonrisa nos pusimos manos a la obra y plantillas, botes, carteles, cinta y octavillas inundaron el barrio bajo el lema de “Taucho se queda”. Llegó la noche y quedó un grupo reducido de gente en el interior haciendo noche, mientras se convocaba a acudir a las 7 de la mañana al resto. El despliegue policial fue tremendo con presencia desde por la noche y con sitio de la calle del centro desde aproximadamente las 5 de la mañana. La resistencia con presencia física delante del centro como se había organizado en las otras ocasiones se veía imposible y la estrategia cambió. El intento de desalojo llega en medio de negociaciones con el Ayuntamiento, como ente político con el que negociar, para conseguir la cesión del espacio que legítimamente nos pertenecía pese a que su legalidad enuncia que es de la Tesorería de la Seguridad Social del Estado. Finalmente, nuestra representación consiguió aplazar tres meses el desalojo para conseguir lo que siempre habíamos reclamado, una mesa a tres entre Tesorería, Ayuntamiento y Taucho. Estas negociaciones llegaron a buen puerto y se logró mantener el inmueble okupado para el uso del barrio de Duggi y de los movimientos sociales de Tenerife y de nuestro archipiélago. Negociaciones cuyos flecos, continúan aún cerrándose dos años después, sin olvidar que la voluntad del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife no es regalada, sino obligada y exigida por la movilización, y el apoyo y la legitimidad ganada durante los casi 25 años de vida de Taucho. Aquí nadie nos ha regalado nada.
Durante estos dos años, más de un centenar de actos le han dado vida a la casa, al barrio, a la juventud y a los movimientos sociales. La rebeldía, la autogestión y la lucha en forma de proyecciones, charlas, murgas y conciertos frente al asistencialismo y la lógica de la acumulación de capital y la rentabilidad económica de la empresa privada. Quisiera, desde este artículo, reconocer el trabajo a todas las personas que han participado, en mayor o menor medida, en el proyecto especialmente en estos dos años.
Dijo Miguel Hernández que la juventud que no se arriesga y que la sangre que no se derrama ni es sangre ni es juventud. El ejemplo de Taucho es un ejemplo de juventud que sí se arriesga, de que merece la pena luchar y combatir y es más que necesario construir ese rojo y violeta amanecer que alumbre en nuestro archipiélago y que barra para siempre a estos miserables que nos condenan a la emigración y a la miseria mientras continúan destruyendo nuestra tierra para el beneficio económico de unos pocos de fuera y algunos menos de aquí. Eso se construye con errores y aciertos pero embarrándose, tomando partido y dando todo cuanto puedas por tu gente que estuvo, que está y que estará. Aquí estamos, con mis compañeras de Taucho y de Azarug, brazos a los que agarrarte y con los que hacerlo.
Arriba d’ellos.
* El autor es Enri Caro, militante de la Organización Juvenil Azarug y de la asamblea del Centro Social Okupado Taucho. Envió este artículo por correo electrónico para su publicación en Tamaimos.com.