Se busca político profesional, preferiblemente varón, con más de 40 años en poltrona pública, de reconocido prestigio entre la patronal canaria y con ganas de trabajar nada y asistir a conferencias-desayunos patrocinados por las empresas importantes. Premio: retirarse como Diputado del Común de Canarias, con coche y chófer oficial, jefe de gabinete que lo acompaña en las chupipandas y 12 asesores elegidos a dedo.
Me llama la atención que no se produzca en Canarias ningún debate político en torno al bochornoso papel que lleva jugando la figura del Diputado del Común en Canarias en las últimas décadas. Entiendo que al partido en el gobierno no le interese este debate después de 20 años de la utilización de la figura del Diputado del Común como un cementerio de elefantes destinado a magistrados (Manuel Alcaide) o políticos (Jerónimo Saavedra) que prefieren sentirse importantes yendo un par de veces al año al Parlamento a relatar “las quejas” de los canarios y canarias como quien lee una encuesta del CIS, antes que ser jubilados anónimos que echan millo a las palomas o jugar a un envite en un local social. La elección del sustituto o sustituta de Jerónimo Saavedra podría ser una oportunidad para abrir un debate sobre la degradación que ha sufrido la figura del Diputado del Común en las últimas décadas. Se presenta una oportunidad para que todas las fuerzas políticas busquen un candidato o candidata con trayectoria en la defensa de los derechos sociales, con la defensa de los Derechos Humanos de todas las personas y con la defensa del medioambiente frente a los planes de los especuladores de siempre. Sin embargo estamos viendo que la elección de un nuevo Diputado del Común no ha levantado en la oposición las pasiones que levanta, por el ejemplo, el concurso de informativos de la Televisión Canaria. En este asunto, la vieja y la nueva política no se diferencian en nada.
Y cuando digo “figura” del Diputado del Común y no cargo público, lo digo adrede porque se ha convertido en eso, en un puesto para figurar. Así lo utilizó el magistrado Manuel Alcaide, que pasó por el cargo con más pena que gloria. Se estrenó hablando de la “invasión de inmigrantes procedentes de África y Latinoamérica”, y lo hacía cuando Mariano Rajoy era ministro del Interior y se violaban los derechos fundamentales de esos inmigrantes en el centro que estaba construido en el antiguo Aeropuerto de Fuerteventura. Tras sus declaraciones, Alcaide aprendió a estar calladito, solo abría la boca para comer los canapés en los actos sociales a los que solía acudir (llegamos a verlo en la inauguración de una fábrica de dulces de José Sánchez Peñate).
Después vino Jerónimo Saavedra, que recibió el cargo como una propina porque en realidad quería ser presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas (siempre ha nadado muy a gusto entre los grandes empresarios). Asistí en la capital grancanaria al desahucio de Julia por parte de Banesto. Julia (madre de cuatro niñas menores y con marido enfermo y pendiente de una ayuda social) había acudido al Diputado del Común pensando que el “defensor de los derechos fundamentales” iba a interceder ante Banesto teniendo en cuenta que no lo habían hecho desde las otras instituciones públicas. Pues el mismo día en el que la policía y los agentes judiciales estaban en la puerta de la casa de Julia para sacarla a la fuerza y entregar la vivienda al banco, Julia recibió una carta firmada por Jerónimo Saavedra que decía: “Analizada su queja hay que decir que se trata de una cuestión jurídico privada entre usted y una entidad bancaria, y que además se encuentra actualmente en trámites judiciales”. Recuerdo, por ejemplo, una entrevista al Ararteko (defensor del Pueblo en Euskadi) en la que decía que su trabajo en aquellos años se estaba centrando en intentar frenar los desahucios.
Pero volvamos al principio. Recordemos los requisitos que se exigen para ser Diputado del Común: político profesional con 40 años de poltrona y con ganas de figurar y no trabajar nada. Uff, la cosa está complicada, porque así tenemos unos cuantos en Canarias. El primero que se presentó desde las filas de Coalición Canaria fue Antonio Castro Cordobez (La Palma, 1946), que llevaba en un cargo público más de 40 años. Pero el PSOE protestó. Como partido más votado pidió ser el proponente del próximo figura. Y nos aparece como posible candidato José Segura Clavell. En su hoja de servicios José Segura (Barcelona, 1944) hay que decir que fue Delegado del Gobierno entre 2004 y 2008, y escribió un libro sobre la inmigración irregular en esa etapa. No hablaba de “invasión”, pero el gobierno que representó gastó 8,7 millones de euros en bayonetas y concertinas en las fronteras de Ceuta y Melilla. Para alegría de la patronal tinerfeña José Segura cuenta en su hoja de servicios la defensa a ultranza del proyecto del macropuerto de Granadilla, y la hizo públicamente cuando en las calles de Tenerife salían más de 100.000 personas a oponerse su construcción. Ahí fue un aventajado alumno de su amigo Jerónimo Saavedra que mientras los ecologistas movilizaban a decenas de miles de personas para proteger Veneguera, el político defendía un proyecto para construir más de 100.000 plazas turísticas en el paraje natural grancanario.
Pues así están las cosas. Se busca Diputado del Común. No vayan a su web, los requisitos son los que les apunté aquí. El PSOE ya casi tiene un candidato que goza de las simpatías del gobierno y de la patronal tinerfeña. Y el resto de la oposición en lugar de abrir un debate sobre un cargo que debería ser muy importante, lo que ha hecho es mostrar su preocupación porque dejaron de invitar a un asesor de Saavedra a las tertulias de la radio pública (en horario laboral). Por lo visto es el mayor problema de libertad de expresión en Canarias en los últimos años. ¡Qué suerte vivir en Bananaria!