Agustín Manrique de Lara será reelegido hoy como presidente de la Confederación Canaria de Empresarios. Es el único candidato que se presenta y será su segundo mandato. Llegó a la presidencia de esta entidad en 2013, sucediendo a Sebastián Grisaleña. Manrique de Lara no es un independiente, eso que quede claro. Es un conocido e importante militante del Partido Popular. Cuando se plantee su voz como la de un independiente, como el simple representante de los empresarios, no se lo crean. Es integrante, de cuota y simpatías, de un partido político. En estos cuatro años, además, nos ha dejado perlas como que el objetivo de Canarias ha de ser llegar a la cifra de 24 millones de turistas.
Añadamos que el presidente de la CCE de Las Palmas tiene conciencia de clase. Su apellido procede de un linaje nobiliario. En Canarias, hablamos de una de las familias más poderosas. Sus propiedades se reparten en varias islas orientales. Mucho se ha hablado estos días en redes sociales de conciencia de clase, pero al revés. Todo a raíz del sentido texto del periodista Antonio Maestre en el que rememora su infancia en un barrio obrero. Muchos se han retorcido en su asiento. ¿Cómo se atreve alguien a escribir sus penurias infantiles, a sentirse orgulloso de creerse de una clase social que sobrevive con esfuerzos sobrehumanos en los barrios? Manrique también tiene clara su clase social: la de los grandes propietarios, la de los grandes empresarios. Adaptado a los tiempos, pero en la misma trinchera. Con todo, nos hacemos una idea del personaje.
Ayer lo entrevistó Evaristo Quintana para «Hoy por hoy El Drago» de SER Las Palmas. Manrique de Lara analizó varios temas de la actualidad económica. Confiesa que le preocupa la desigualdad económica en las islas, pero cree que «la posición es mejor ahora que hace 25 años». «Si seguimos haciendo las cosas como hasta ahora estamos al nivel de los mejores datos europeos», opina. Eso sí, achaca esa desigualdad a las trabas administrativas o la falta de formación y no a la avaricia de los empresarios, como demuestran los datos. Sobre las trabas indica que «no se puede competir en igualdad de condiciones con las trabas legales» y destaca entre ellas la representación sindical. Acerca de la formación manifiesta que «si queremos mejorar la estructura salarial hay mejorar la formación y la educación», a la vez que considera que la gente se va de Canarias «porque su actividad no se puede desarrollar en Canarias».
«Debemos seguir con la política de moderación salarial como hasta ahora», «no es el momento de subir los salarios porque la estructura salarial en Canarias depende mucho del sector servicios y ahí la media salarial es muy baja» o «se ha creado empleo gracias a la contención salarial», son sus explicaciones de esa brecha salarial. Prosigue asegurando que «vamos por el buen camino. Ahora nos preocupamos de que los sueldos son bajos y no de que hay muchos parados». Destaca que «no solo hay un problema de formación, sino de actitud hacia el trabajo», lo que redunda, según Manrique de Lara, en una baja productividad producida porque «la formación o la legislación no es adecuada». Para el presidente de la CCE de Las Palmas «se invierte en turismo porque a lo mejor en Canarias no se pueden desarrollar otros sectores».
Si a usted le preocupa la desigualdad, los bajos salarios que provocan trabajadores pobres, que la generación más formada de la historia de Canarias tenga que emigrar o que el turismo limite las posibilidades laborales, estas son las respuestas que obtiene de un ente que elijen sus socios, pero que influye en su vida diaria, en sus posibilidades de trabajo y en sus perspectivas de futuro. No son las superpoderosas agencias de calificación de riesgos, las temidas Standard & Poor’s, Moody’s o Fitch, pero marcan la política empresarial e influyen decisivamente en las instituciones, por lo que su papel no deja de ser parecido, salvando las distancias.
La política marcada, sin embargo, orienta la preocupación en otro lugar: el vecino. Según un informe publicado por la entidad, entre 2007 y 2014 se invierten 3.418 millones de euros más de fondos públicos en Tenerife que en Gran Canaria. Esta inversión, según Manrique de Lara, suple la generación de riqueza desde el sector privado y ofrece respiro a ese sector. «Hay mayor incidencia de lo público, en Tenerife hay mucho más peso del funcionariado y el Cabildo de Tenerife se ha movido más en el sector empresarial que el Cabildo de Gran Canaria», afirma. Tenerife recibe más que Gran Canaria, en referencia clara a lo que aporta el Gobierno de Canarias, aunque también es un «tirón de oreja» de esta organización, que no elije nadie, al Cabildo de Gran Canaria. El debate se ha colado en el Debate sobre el Estado de Gran Canaria y el argumento colma las denuncias de José Miguel Bravo de Laguna, portavoz de Unidos por Gran Canaria, salvo por una pequeña cosa: se destaca la inacción del Cabildo, precisamente, durante sus años de mandato (2011-2015).
Obviamente, si usted todavía no odia a su vecino es porque no ha llegado al punto al que ellos quieren llegar. Manrique comenta: «Las trabas burocráticas han lastrado el desarrollo de Gran Canaria. Esperemos que con la puerta que abre la Ley del Suelo se pueda incentivar el desarrollo». Han adivinado ustedes, hablamos de los hoteles de cuatro estrellas en planta nueva que quieren construir los empresarios grancanarios y por lo que llevan pataleando años. Ellos, los de Tenerife, nos llevan ventaja porque pueden destruir su territorio y nosotros no. Se encomiendan a la Ley del Suelo para conseguir lo que quieren, que por cierto, también viene del Gobierno de Canarias del que denuncian desequilibrio. Pero en las cosas del negocio, amigo mío, nos aliamos con quien sea. Mientras, seguimos con la cantaleta de que el vecino nos roba. Unan poder económico y pleito insular, y saldrá una ecuación perfecta.