
Cuenta la historiografía que Cristóbal Colón pudo tener un romance gomero con Beatriz de Bobadilla. Según Alejandro Cioranescu y Antonio Rumeu de Armas, el romance canario del genovés existió. Otras voces, como la de María Rosa Alonso, lo niegan, basada en el mal uso de las fuentes empleadas por los dos anteriores. La viuda de Hernán Peraza se refugió en la Torre del Conde en 1488, año de la conocida como «Rebelión de los gomeros», y quien sabe si ese mismo escenario no fue el testigo de los encuentros. Lo cierto es que Bobadilla prestó ayuda al viajero. El resto no dejan de ser especulaciones sin base concluyente, resultado de un machismo historiográfico que lo inunda todo. En algunos casos, la gobernadora de La Gomera pareciera poco menos que una meretriz que embaucó a Colón.
La Torre del Conde fue el escenario escogido por la TV Canaria para las campanadas de entrada de este 2017. Se acusaba a Willy García, antiguo Director de Radio Televisión Canaria, de llenar la tele pública de verbenas, odas a la Virgen y romerías, mejor si estaba Paulino Rivero, el antiguo presidente. Él se defendía afirmando que los canarios «somos verbeneros». Lo hizo en sede parlamentaria, no en una tertulia de bar, así era el antiguo director del ente público. Cuando llegaba el Fin de Año, siempre se repetía el guión: Eloísa, con traje despampanante, presenta las campanadas con un señor tapado, mejor si es humorista y trabaja con ella en «En Clave de Ja», y luego Pepe Benavente canta una canción pachanguera, con veinte mujeres medio desnudas detrás. Una imagen muy desvirtuada con lo que debiera ser la Canarias del siglo XXI.
Willy partió y llegó Santiago Negrín y su equipo. Llegó algo de esperanza, que pronto se tornó en nombramientos polémicos y en despidos inverosímiles. Eloísa González siguió dando la campanada el año pasado y repitió éste. Siempre el mismo guión, los vestidos de Eloísa y al lado señores muy formales con traje y corbata, no vayan a pasar frío. Con Elvis Sanfiel y Roberto González, se repitió la imagen. Con Eloísa, por supuesto también. Un traje rojo con una apertura larga en el lado izquierdo. La presentadora agarrándose el traje y el viento haciendo estragos. En eso viene una ráfaga de viento y la entrepierna de Eloísa queda al descubierto, mostrando más de lo que se tenía que ver. Alguno muy pendiente de ello, captó el momento justo en que se levanta la falda y se extiende el rumor de que no hay ropa interior.
Reto superado en #campanadascanarias 2017 @rtvces presentadora Eloisa @AitorErre @YofuiaEGB pic.twitter.com/rmyRsHlcDT
— NoSupereElEGB (@hiromahtani) 1 de enero de 2017
Obviamente no voy a entrar en el debate entre ropa interior sí o no. Tampoco en lo que cuentan algunos, que fue buscado por ella. En ambos casos, detrás impera un profundo machismo, un uso de la mujer como objeto, como una buscona que usa su cuerpo para llamar la atención. ¿Alguien se ha planteado que la presentadora puede vestirse como le de la gana? Si ella se viste como quiere, no hay problema alguno. Si es impuesto por la cadena, hay una explotación, otra vez, del cuerpo de la mujer.
Lo cierto es que la TV Canaria fue la televisión más vista durante la Nochevieja y los responsables del ente público demuestran que es lo que les importa. No parecen incómodos por la imagen que se dio, compitiendo con las cadenas privadas a ver qué muchacha destinada a dar las 12 campanadas, estaba más destapada. No parecen avergonzados por la imagen que da de la cadena de todos los canarios, en una emisión para todos los públicos. No parecen perturbados porque su presentadora estrella tenga que dar declaraciones sobre si llevaba ropa interior o no.
En un arrebato de sensatez acaso, María Lorenzo, consejera de RTVC, critica el uso denigrante de la imagen de la mujer. Sin entrar en puritanismos baratos, que no es el objetivo de esta columna, ¿quién está permitiendo esta imagen en la televisión pública? ¿Dónde quedaron los principios de servicio público y cuándo pasaron a ser más importantes los datos de audiencia? ¿En ningún momento nadie de la RTVC pensó que la imagen machista de poner a una presentadora con un traje muy sugerente iba a recibir las críticas de personas como la consejera María Lorenzo? Y siendo más prácticos, ¿no fue incómodo para Eloísa el hecho de estar más pendiente de que no se le abriera la falda que de la conducción del acto?
Lo dicho, el problema no es enseñar cuerpo o no, que es libertad de cada ser humano. El problema es cómo se percibe el papel del hombre, recatado, elegante, cómodo, con traje abrigado, y el de la mujer, enseñando carne, pasando frío y convirtiéndose en la comidilla en redes sociales, por la parte prohibida de su cuerpo que se vio o por su escote. ¿Hacia qué sociedad vamos, con estos ejemplos año tras año? Tras este último estéril debate, creo que es el momento que la cadena pública recapacite y se plantee la imagen que está transmitiendo, en un medio público, a través de estos hechos. Ni Beatriz de Bobadilla fue tan embaucadora, ni Cristóbal Colón fue tan inocente. Lo que pasó entre ellos, fue cosa de dos. No le echemos la culpa siempre a la mujer. Pero tampoco la exhibamos como un cacho de carne.