Leo en un panel de la exposición de Óscar Domínguez en la Fundación Cristino de Vera: “¿Quién ha perdido las mariposas en lo alto de una montaña? Domínguez, pero también el pueblo canario, y, en última instancia, todo hombre que haya experimentado alguna vez en su vida la nostalgia por la caja de mariposas, por el caballo de juguete, el soldadito de plomo o la casa de muñecas de la infancia”. Más tarde, a cuenta de la participación de Martín Chirino en el ciclo “La condición humana”, de la Fundación Cajacanarias, leo nuevamente: “En 1958 se incorporó al grupo El Paso, integrado por Antonio Saura, Manolo Millares o Rafael Canogar entre otros. En esa época encontró lo que sería su leitmotiv, el motivo alegórico de toda su carrera: La Espiral, el Viento como resultado de su reflexión sobre la iconografía de los indígenas canarios y el legado de su cultura.”
Curioso, ¿no? Estos dos tipos tan cultos, tan viajados, cosmopolitas, dos genios del arte en sus respectivas disciplinas… van a buscarse al mismo sitio, a ese lugar recóndito en la noche del tiempo donde habita un pueblo norteafricano del que somos sus herederos, más allá de genética y genealogías. En París, Domínguez presumía de antepasados guanches en el Montparnasse; en Nueva York, Chirino se preguntaba si el horizonte que veía desde Manhattan era el mismo que intentaba capturar de chico en Las Canteras. En las dos puntas de un siglo, andaban estos dos intelectuales, estetas, diletantes también, preguntando y preguntándose: ¿de dónde venimos? ¿Quiénes somos? Y la respuesta estaba oculta en una cueva de guanches. O recorriendo infinita una espiral al viento. No muy lejos, en la diminuta Cuenca, andaba Millares, armando arpilleras, mostrándonos nuestras momias, nuestros muertos, aprendidos en horas ganadas en el Museo Canario. Manrique, con su abstraccionismo matérico, buscándonos entre lavas. Gallardo, levantando un manifiesto con forma de arado en El Hierro; Dámaso, revisitando la mitología atlántica. Y todos señalando el verdadero camino de universalidad del pueblo canario, que al final no es sino una espiral interminable hacia adentro y hacia afuera, hacia adentro y hacia afuera.