De “giro sorprendente” y “cambio de paradigma” califican fuentes no oficiales del Museo de la Naturaleza y el Hombre de Tenerife los últimos descubrimientos en torno a los primeros pobladores de las Islas Canarias. Las más recientes investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en diversos lugares del País Vasco, la región del Lacio, Trípoli ( en la antigua Fenicia) y otros emplazamientos de Noruega, apuntan en una dirección insospechada: todas estas poblaciones tendrían su origen en los primitivos habitantes de las islas, comúnmente llamados guanches.
En un artículo publicado en el último número del Journal of New Archaeology, las más recientes evidencias arqueológicas demostrarían que fueron precisamente los guanches, expertos navegantes, quienes habrían poblado los territorios mencionados en fechas aún no conocidas con exactitud pero que se estiman en torno a los 5.000 años A.C. con un margen de error de unos miles de años arriba o abajo. Así lo probaría el hallazgo de un enorme ídolo de Tara en el barrio antiguo de Trípoli y que en estos momentos se encuentra bajo custodia del Departamento de Arqueología de la Universidad de aquella ciudad.
Ya el pasado verano, la aparición de algunos gánigos y pintaderas en una excavación a las afueras de Oslo encendió las primeras luces de alarma. Para Nils Halvorson, “se abría una hipótesis de trabajo hasta entonces inaudita, la posibilidad de que los antiguos canarios hubieran arribado a las costas escandinavas fundando colonias estables basadas en la técnica del jareo de pescado”. Lo que parecía un descubrimiento aislado se volvió una línea de investigación más o menos sólida cuando a comienzos de otoño, el doctor Binente hizo público el descubrimiento de unos mosaicos en el Trastevere romano en los que aparecerían unos hombres y mujeres muy similares a los retratados en los dibujos de Torriani en Le Canarien. “Lejos de vestir túnicas y sandalias, parecían portar lo que normalmente se conoce como tamarcos en la arqueología canaria. Junto a ellos, encontramos una revisión del mito de Rómulo y Remo, cuyos nombres reales serían Rayco y Ruyman, mamando no de las ubres de una loba sino de una cabra guanil, inequívocamente canaria”. Añade el doctor Binente que “las descabelladas hipótesis que aventuraban el que los antiguos canarios trabajaban para los romanos en la orchilla quedan así seriamente maltrechas. De hecho, más bien estaríamos ante la constatación de que todo el Imperio Romano y su economía era dirigido y controlado desde La Graciosa”.
Estos descubrimientos, en principio inconexos, acabaron llegando a oídos de Jon Arestipacochaga, Catedrático de Prehistoria de la Universidad del País Vasco, que aprovechó entonces para hacer públicos sus hallazgos en el municipio de Erandio, donde se habrían encontrado idolillos guanches y hasta alguna piedra de molino de gofio. Basándose en estos hechos, Arestipacochaga afirma que “podría quedar aclarado al fin el origen incierto de los euskaldunes así como la lengua euskera. La verdad es que a efectos identitarios es todo un alivio saber finalmente que venimos del noble pueblo guanche y no de alguna bárbara tribu europea”.
Por su parte, el Museo de la Naturaleza y el Hombre ha emitido una escueta nota en la que afirman que “esperan con interés el desarrollo de estas nuevas líneas de investigación aunque no ven razón alguna para no seguir combatiendo la disparatada hipótesis de la procedencia africana de los guanches. Euskaldunes, fenicios, romanos y vikingos podrían descender de los guanches pero jamás los guanches podrían descender de los pueblos amazigh por lo que habría que considerar un posible origen extraterrestre de los primeros pobladores de las islas”. Finalmente, el catedrático Saulo Atocha ha restado importancia a los descubrimientos pues “lo verdaderamente crucial es que no se ha podido demostrar ni se podrá demostrar jamás que los canarios desciendan de los guanches ni que los guanches vinieran del continente africano. Todo es posible… menos esas dos cosas.”