¿Es posible un desarrollo real, justo, equilibrado, sostenible,… en un país con un alto nivel de dependencia? Uno, que no es un experto en estas cosas, tiene la intuición de que tal cosa no es posible, de que estaríamos hablando más bien de niveles de desarrollo casi ficticios, socialmente desequilibrados, insostenibles,… En una economía neocolonial, como la que se ha ido configurando en Canarias a lo largo de las últimas décadas, acentuada por el modelo de incorporación a la Unión Europea, se nos ha asignado a los canarios el papel de consumidores, reexportadores, acogedores, etc. sin lograr ocupar nuestro lugar como productores y suministradores en un mercado nacional canario aún por construir. Buscando responsables de esta situación corremos el riesgo de culpar exclusivamente al político de turno. Coalición Canaria ha tenido bastante que ver en todo esto, puesto que ha gobernado las islas desde hace casi veinte años, sin embargo, cuesta imaginar un escenario radicalmente diferente de haber sido el PSOE o el PP los ocupantes del poder canario (¿existe tal cosa?). Creo que a estas alturas de nuestra Historia –esa gran desconocida- ya sabemos que las causas de la dependencia canaria hay que buscarlas en la propia esencia de en lo que han convertido a Canarias, en su relación con el Estado español.
Estoy seguro de que ustedes, como yo, como los responsables de la COAG, pueden traer a colación muchísimos ejemplos de lo disparatada que resulta la cesta de la compra en un archipiélago en cuyas aguas pescan otros, enlatan nuestro pescado y luego nos lo venden; donde el millo para el gofio viene de Argentina y es además transgénico; donde el agua embotellada de fuera goza de un prestigio injustificado; donde las papas vienen de Israel o Malta mientras las nuestras se botan al barranco; donde hay islas que viven esperando la subvención de la Unión Europea por unos plátanos que cada vez come menos gente; donde hay una isla en la que se malvendió la central lechera pública para que ahora los ciudadanos consuman leche gallega o asturiana; donde las instituciones públicas se gastan el dinero de los ciudadanos en subvencionar los productos foráneos bajándolos de precio mientras que al mismo tiempo pagan campañas animando a consumir productos canarios, etc. Me resultan muy sugerentes los comentarios de Chema Tante en su interesante blog, La casa de mi tía. Bastante atinadas me parecen también las Diez medidas para avanzar hacia la soberanía alimentaria, de la fuerza política Sí Se Puede. Y es que, al fin y al cabo, resulta imprescindible acometer de manera urgente en la sociedad canaria (los centros educativos, las asociaciones, los creadores artísticos, las familias, los amigos, las murgas,…) este debate: cómo lograr niveles sensatos y satisfactorios de soberanía alimentaria, en la perspectiva más amplia del resto de las soberanías.
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