Un “no lugar”, un “lugar líquido”, en su versión más intelectual; “lugar de encuentro”, “lo canario como mezcla o mestizaje”, en sus versiones más extendidas,… Si se fijan todas estas definiciones de Canarias, lo canario, coinciden en señalarnos con un aspecto que no puede ser más discutible: nuestro rol pasivo. Son otros los que nos descubren, los que nos definen e interpretan. Si algo de relevancia cultural tiene lugar en las islas, es para estos definidores natos, fruto del aporte de otros que llegaron, nunca creación propia. Bienintencionados hay que quieren explicarnos como mezcla cultural en la que, milagrosamente, lo canario directamente no existe a no ser como recipiente. El ingrediente canario en tal mezcla no se observa por ningún lado. No sucede igual con los ingredientes castellanos, andaluz, americano, africano tal vez,… que ésos suelen tener lugar reservado. La incapacidad de sostener una mirada autocentrada, exclusivamente canaria, desde la que relacionarnos con los demás, hace que nos hayamos tragado enteritos los tópicos “amables” en los que somos convidados de piedra a nuestra propia Historia, nunca participantes ni mucho menos protagonistas.
Algo similar parece suceder con el Seminario Atlántico de Pensamiento, que dedica su última edición a reflexionar sobre “Latinoamérica, laboratorio mundial”. El tema es oportuno, no cabe duda. La reflexión Sur-Sur debe abrirse paso. Canarias debe ser especialmente activa, hasta la audacia, en su contribución. Sólo nos extraña que en un archipiélago donde la huella americana ha sido tan profunda y que tan profunda huella ha dejado en el propio continente este tipo de reflexiones tengan lugar con los canarios con el único papel de presentadores de los actos, clausuradores o público asistente. Ni uno solo de los ponentes es canario. Ni una sola de las ponencias está dedicada a reflexionar sobre el papel de Canarias en el escenario actual latinoamericano. A nadie se le ocurrió si los canarios tuvimos, tenemos o tendremos algo que ver en todo esto. O en cómo los canarios podemos contribuir a este flujo de ideas aprovechando los cientos de miles de compatriotas que tenemos por allá. Ni siquiera aprovechando el manido tópico de “Canarias, puerta de entrada a Europa” se le pasó por la cabeza a alguien pensar desde Canarias. Siempre fue más fácil sucursalizar el pensamiento, que otros piensen por nosotros. Nosotros no estamos para pensar ni decir en voz alta. Los canarios estamos, por lo visto, para pagar este tipo de encuentros, hacer de hospitalarios anfitriones, asistir respetuosamente a las reflexiones de otros, despedirlos calurosamente y continuar como eternos ausentes de nuestra propia Historia. Así nos quieren.