Esta noche, a las 20:30, en la Plaza de Santa Ana de Las Palmas, tendrá lugar el encendido del tercer árbol de navidad iluminado por hidrógeno. Se une así la capital de Gran Canaria al selecto grupo de ciudades que en el mundo se han permitido tremendo lujo asiático, o sea, Londres y Sacramento. Esto sucede mientras los sindicatos representados en el Ayuntamiento capitalino anuncian movilizaciones para reclamar el pago de las horas extras ya trabajadas por los empleados del Consistorio a lo largo del año. A todas éstas, Saavedra, de paseo por Marruecos, adopta una actitud como mínimo prepotente y espeta a los representantes sindicales que “no hay nada que negociar”. Coincidirán conmigo en que no parece un buen momento este para echarse el pisto y destinar 100.000 euros a un fin tan fútil como un abeto de navidad, habiendo otras necesidades más acuciantes y siendo tan oscuro todo lo que rodea al arbolito, tal y como se detalla en el excelente artículo de Canarias al Día. En dicho artículo, amén de otras cosas, se comparan los 100 euros de la iluminación tradicional con los 100.000 del abeto y la verdad es que da qué pensar. Lo mire uno por donde lo mire, y yo lo miro desde bastante lejos, el asunto parece poco edificante. En una época donde tantos lo pasan tan mal, el Ayuntamiento ha perdido una excelente oportunidad para mostrarse como una alternativa al dislate de otras administraciones de las islas. Por muy bonito que quede el dichoso arbolito.