Si bien estoy en contra de los ejércitos porque los considero una herramienta belicista que solamente trae beneficios a las élites, siendo realistas respecto al contexto socioeconómico e histórico en el que nos encontramos toda la población del planeta, las posibilidades de prescindir del sistema militar son absolutamente nulas.
Si alguien dijera que la gran potencia militar por excelencia es Estados Unidos, sería muy difícil ponerlo en duda. No es para menos, ya que en ese país, toda la maquinaria social y económica avanza en dicha dirección.
Llevada esta hipótesis a la hipérbole, en Estados Unidos, “o matas, o mueres”. No son pocos los jóvenes que recurren a alistarse en el ejército por las ventajas monetarias que éste supone: servicios sanitarios gratuitos (incluyendo seguro dental), educación universitaria gratuita, compras libres de impuestos, beneficios migratorios, seguro de vida, ascensos de categoría (que se traducen en un mayor prestigio) y, sobre todo, el buen salario:
- Miembros alistados: entre 1695 y 5789 $/mes.
- Suboficiales: entre 3398 y 11.000 $/mes.
- Oficiales comisionados con más de cuatro años de experiencia como alistados o suboficiales: entre 4375 y 8050 $/mes.
- Oficiales comisionados: entre 3477 y 16.974 $/mes.
En cambio, si alguien quiere acceder a la Universidad pero no quiere trabajar en el ejército, estas personas se ven obligadas a pagar entre 20.000 y 35.000 $/año en una universidad pública, y entre 30.000 y 60.000 $/año en una privada. Debido a los sacrificios económicos que estos pagos suponen para los estudiantes y sus familias, activistas y legisladores estadounidenses han pedido al gobierno de Biden que cancele en concepto de deuda estudiantil, 50.000$ por solicitante. Sin embargo, la administración Biden se ha negado rotundamente a perdonar esa cantidad, aunque está “abierta” a hacerlo con una cantidad menor: como máximo, perdonarían 10.000$ a cada solicitante. Si bien Biden ha sido hasta ahora el presidente que más deudas estudiantiles ha perdonado, esto sigue siendo un problema serio para quienes desean obtener títulos universitarios debido al sistema educativo vigente en el país.
Si ya de por sí los estudiantes estadounidenses tienen un grave problema en el aspecto económico, éste se acentúa en el caso de la población hispana residente en Estados Unidos: la cifra de hispanos que han manifestado sentirse discriminados en diferentes ámbitos de la vida es bastante elevada (en torno al 78% de hispanos percibe una discriminación hacia su comunidad en EE.UU.). Un estudio realizado por la Fundación Robert Wood y la Escuela T.H. Chan refleja este sentimiento de marginación por parte de la población hispana en el país.
Como es apreciable, son diferentes los ámbitos en los que la población latina estadounidense sufre esta marginación y no son pocos los que la encuentran a la hora de interactuar con las instituciones universitarias. Es entonces cuando se alistan en el ejército, pero la discriminación no finaliza ahí: debido a la carencia de valoración de méritos que podrían llevarlos al ascenso en la carrera militar, éstos acaban desistiendo del esfuerzo. Según datos del año 2020, los hispanos suponen aproximadamente el 17% de los militares del ejército estadounidense, y a medida que aumenta su rango en el cuerpo militar, la marginación se va haciendo cada vez más notable, hasta llegar al punto en el que solamente menos de un 1% de los más altos cargos de la United States Army son de procedencia hispana. Esto, además, se debe a (y se manifiesta en) la falta de conexiones y contactos que podrían ayudarles a impulsar su carrera. Sin embargo, no es una problemática exclusiva de los hispanos: en 2018, de los alistados en puestos superiores, los hispanos conformaron el 14% y los afroamericanos el 18%, mientras que el 63% de esta categoría militar eran blancos.
A raíz de todo lo expuesto, podemos llegar a una conclusión: en torno a un 17% (35% si sumamos a los afroamericanos) de los soldados estadounidenses están “dando su vida por el país”. Un país que los margina a pesar de sus esfuerzos, sea por el motivo del esfuerzo que sea, sea en el ámbito que sea, y este asunto de luchar por y para el ente opresor nos recuerda sin duda a otros momentos de la Historia en los que esta dinámica ha tenido también lugar: por ejemplo, en la conquista de las Islas Canarias, hubo indígenas canarios que, por su propio beneficio y no precisamente por convicción, colaboraron con los conquistadores castellanos en la invasión de otros territorios del archipiélago.
Si bien estoy en contra de los ejércitos porque los considero una herramienta belicista que solamente trae beneficios a las élites, siendo realistas respecto al contexto socioeconómico e histórico en el que nos encontramos toda la población del planeta, las posibilidades de prescindir del sistema militar son absolutamente nulas. Por lo tanto, pienso que por conciencia (esa de la cual carecen los beneficiarios de la industria armamentística), deberían al menos ofrecer una mayor igualdad de oportunidades hacia sus militares racializados, los cuales creo que podrían sentirse beneficiados en el lugar que ocupan tanto en el ejército como en la sociedad estadounidense.
“La paz no es solamente la ausencia de guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”
– Rigoberta Menchú
Nota de le autore: el mismo ejército, mayormente blanco, que discrimina a sus miembros racializados, es el que está en la frontera dando tratos infrahumanos a los migrantes que llegan del Sur.
Fuentes:
- https://www.lae-edu.com/laexperience/cuanto-cuesta-estudiar-extranjero#:~:text=Existe%20una%20diferencia%20de%20precio,al%20año%20en%20una%20privada.
- https://cnnespanol.cnn.com/2022/08/23/deuda-estudiantil-ee-uu-biden-podria-extender-moratoria-cancelar-parte-orix/
- https://www.telemundo.com/noticias/noticias-telemundo/los-latinos-sirven-eeuu-en-el-ejercito-pero-tiran-la-toalla-y-dejan-morir-sus-carreras-por-tmna3818566#