Si atendemos a la comparativa de subida del PIB, muy por encima de la media estatal, los datos de pobreza, también bastante más altos que la media estatal, una renta media mucho más baja, y la peor calidad de vida del Estado, es fácil llegar a una sencilla conclusión: en Canarias no puede haber paz social
Según Gizapedia “la paz social es la situación que se alcanza en una sociedad cuando los conflictos entre agentes, colectivos y clases sociales se minimizan y, en el caso de que se desarrollen, estos se gestionan mediante diálogo, negociación y consenso”. Aclara José Mari Sarasola en este texto que “para ello, debe partirse de un contexto de bienestar social para los diferentes grupos y el conjunto de personas que integran la sociedad, con instituciones que hacen frente de forma eficiente a las situaciones de desigualdad e injusticia que puedan desarrollarse dentro del sistema socioeconómico”.
¿Existe paz social en Canarias? A tenor de los datos, no puede haberla. No se cumple, según la definición de Sarasola, porque no se está en una situación de “bienestar social”, al menos, reitero, si atendemos a las cifras. El PIB en Canarias en el año 2022 fue de 47.762 millones de euros, un 1,2 % más que en 2019, año antes de la pandemia. En el balance interanual, en Canarias el PIB crece un 8,2% frente a 5,5% estatal. La previsión para 2023 es de un incremento del 2,8%, solo por detrás de Baleares con un 3,3%.
Para este mismo año 2022 la Red Española contra la Pobreza (EAPN) ha publicado recientemente los datos de pobreza para Canarias. En un contexto de subida del PIB nominal, el 36,2% de la población canaria está en situación de riesgo de pobreza y exclusión social, casi 800.000 personas, superando en más de diez puntos la media estatal. En el balance histórico, ha oscilado entre el 47% de 2016 y el 36,2% actual, mientras la media estatal varía entre el 28,7% y el 26% actual. La pobreza severa en nuestro país es de un 13,2%, cerca de 300.000 personas. Y eso pese a que el umbral de la pobreza en Canarias es más bajo que el que se aplica a nivel estatal en este estudio, y se sitúa en 560 euros. Con el PIB subiendo, la renta media se sitúa en 10.716 euros, 2.292 euros menos que la media estatal.
Si tenemos en cuenta la calidad general de vida, la cosa no mejora. El Instituto Nacional de Estadística (INE) señala en su estudio sobre la calidad de vida, que la misma descendió en Canarias en 0,23 puntos en 2022. Canarias está a la cola del Estado en calidad de vida, en un estudio que tiene en cuenta las condiciones materiales de vida, el trabajo, la salud, la gobernanza pública, derechos básicos, medioambiente o la educación.
Por ende, según la comparativa de subida del PIB, muy por encima de la media estatal, los datos de pobreza, también bastante más altos que la media estatal, una renta media mucho más baja, y la peor calidad de vida del Estado, es fácil llegar a una sencilla conclusión: en Canarias no puede haber paz social. Sin embargo, la conflictividad social es escasa cuando no nula. Motivos puede haber muchos; histórica resignación, redes de apoyo familiar, economía sumergida… Habría que realizar un estudio que excede el objeto de este artículo para determinar esta curiosa situación.
Sin embargo, sí me gustaría analizar dos elementos que explican esta situación: la situación geopolítica, autodenominada ultraperiférica, y el crecimiento poblacional. En el año 2021 las rentas per cápita de los departamentos franceses de ultramar Martinica, Reunión y Guadalupe superaron las de Canarias. El liderato entre las RUP ya lo perdió Canarias en 2016, a costa de Madeira. Todo ello, pese a que Canarias es el territorio más poblado de las RUPs.
Pero en la comparativa, no es que las RUPs sean ningún ejemplo de desarrollo. Madeira, la mayor economía de las RUP, cuenta con 76 euros por cada 100 de la media europea. Canarias tiene 73. Lo más cerca que hemos estado es 17 puntos por debajo, un 83% de la media europea. Díganme lo que quieran, pero no me hablen de lejanía. En Canarias, potencia turística, la conectividad es superior que la de muchos territorios del continente europeo. ¿La colonialidad de estas RUP será la respuesta?
Canarias ahora mismo cuenta con la presidencia de la Conferencia de Presidentes de los Territorios Ultraperiféricos. En pasadas semanas, se destacó a estos territorios como “enlace con otros continentes”, como si no fuera claro que se sitúan claramente en esos continentes geográficamente. No me digan que no es claro que Martinica está en América, o Reunión en África. ¿Y Canarias? Obviamente en África, si olvidamos la política y la dejamos de mezclar con la geografía. También se defendió el Régimen Económico y Fiscal (REF) para Canarias, pero no se habló de la diferencia de nivel de vida entre las RUPs y la media comunitaria, más acentuada en periodos más difíciles. No sé si llegó el momento de hacer un “juicio” público al REF y analizar si realmente está sirviendo para el desarrollo de la calidad de vida en Canarias.
El otro elemento es el crecimiento poblacional. En el libro Población, empleo y paro en Canarias, de María del Carmen Díaz Rodríguez y Juan Francisco Martín Ruiz del año 1983, se habla de un crecimiento medio de 1,8% anual entre 1950 y 1980. “De continuar este fuerte incremento demográfico, la población canaria se acercará peligrosamente a finales de la presente centuria a cerca de los dos millones de habitantes”, subraya. Ya superamos esa barrera. ¿Y ahora qué? Camino de los dos y medio. En lo que va de siglo, el crecimiento poblacional ha sido del 34%, 530.000 personas más, y en este tramo ha aumentado el PIB en un 83%. Si comparamos con Euskadi, en el mismo periodo la población creció en 90.000 personas y el PIB aumentó en un 81%.
Es evidente que la población ha crecido más en Canarias que el valor de la renta, y que es la pescadilla que se muerde la cola. La economía no puede crecer al nivel de la población en las islas, los datos lo demuestran y es necesario abordar el debate poblacional en las islas, ya sea simplemente por motivos económicos, quitemos de la ecuación la presión territorial y el daño medioambiental. Ya el debate trasciende a los medios, a pesar de los exabruptos que profieren los amantes del crecimiento desaforado.
“Si bien la paz social se presenta como uno de los elementos fundamentales de una sociedad democrática, en sistemas socioeconómicos basados en el privilegio de ciertos grupos, su defensa legitima la perpetuación de situaciones de desigualdad e injusticia y otorga de forma gratuita el monopolio de poder al estado”, resalta Sarasola. Con los datos en la mano, no podemos aspirar a una paz social, al menos justa y con una población que viva con cierta dignidad. Si nos queremos engañar con estereotipos turistificados, podemos hacerlo, pero solo estaremos perpetuando la situación.