El videoclip «Indomitable» del artista Mohawk DJ Shub comienza con escenas de enormes colas de tráfico, autopistas colapsadas, calles abarrotadas en un constante ir y venir de personas anónimas y un protagonista que, al acabar una dura jornada laboral, sale corriendo hacia su casa para hacer la maleta, subirse al coche y huir a toda velocidad de la ciudad… Su único objetivo, volver al campo, a las tierras tribales donde los suyos celebran un pow wow1.
Por algún motivo me siento identificado con unas imágenes que deberían de resultarme totalmente ajenas. ¿Por qué? Cada día voy a trabajar al área metropolitana de mi isla, tras superar las interminables colas en la autopista, tragar no poca contaminación, sortear tranvías abarrotados, en un constante ir y venir de desconocidos y de cientos de turistas para los que sólo soy parte del decorado, del atrezo del enorme parque de atracciones, este Westworld subtropical, en que se ha convertido mi tierra.
Cómo seguramente los lectores saben, un libro clave en el feminismo de segunda ola fue La mística de la feminidad, de Betty Friedan2. El libro, publicado en un ya lejano 1963, abría con un primer capítulo en que la autora describe lo que denomina como “el malestar que no tiene nombre”. Con esto hacía referencia al malestar que llevaba a muchas mujeres estadounidenses de la clase media a padecer una suerte de depresión, consecuencia de una sociedad que las recluía en el rol de madres y amas de casa. Me pregunto, ¿no será que los que vivimos en las islas, especialmente en las dos capitalinas, estamos padeciendo algún malestar aún sin nombre?
Si nos atenemos a las noticias, estamos viviendo en un territorio donde la vivienda ha comenzado a ser un privilegio al alcance de muy pocos, tenemos los segundos salarios más bajos de todo el estado y, para más inri, una de las cestas de la compra más caras3. Si a todo esto sumamos una creciente conciencia medioambiental de nuestra sociedad, en la que cada vez somos más sensibles a las constantes noticias de agresiones y atentados contra nuestro territorio, no es de extrañar que muchas personas estemos cayendo en una creciente sensación de malestar (creo que no es necesario citar los continuos casos de atentados medioambientales de los que hemos sido testigos recientemente).
Algunos convierten este malestar en una rabia que expresan contra los que consideran responsables de estos problemas. Otras personas, demasiadas, lo asumen con resignación. Algunas, incluso se plantean poner rumbo a nuevas tierras, como lo hicieran nuestros abuelos y abuelas. Las causas del malestar están ahí. Todos sabemos cuáles son. Y en la búsqueda de soluciones a las mismas las personas dedicadas a la brega cultural deben situarse en la vanguardia. Desde todos los terreros: prensa, academia, activismo social, entornos laborales. Todos son igual de importantes y cruciales. El futuro de las islas se decide ahora. Ya. Entre todos y todas podemos cambiar el rumbo de los últimos años y apostar por una Canarias más justa socialmente, más sostenible con su medio. Una Canarias donde lo primero sea que todos los que vivimos en ella podamos tener una vivienda sin que el alquiler vacacional nos lo impida. Una Canarias donde podamos realizar nuestros proyectos, que no nos obligue a emigrar para poder ejercer la profesión a la que hemos dedicado duros años de estudio y preparación. Una Canarias tolerante, donde todos sean bienvenidos sin perder de vista la capacidad de carga poblacional de un territorio limitado.
En esta brega el lenguaje es fundamental. Y como Roberto Gil señala en su imprescindible En nombre de Canarias, han sido muchos los discursos y sujetos excluidos del relato oficial. Para cambiar la realidad es imprescindible tener presente que el lenguaje es un campo de disputa donde diferentes actores pugnan por fijar los significados de los conceptos que manejamos en nuestra vida diaria. Por eso mismo, si lo que queremos es cambiar el sentido común de nuestra gente, es fundamental que demos la brega cultural. En ello van a jugar un papel fundamental medios digitales como la revista Tamaimos. Desde estas líneas quiero hacer un llamamiento a todas las personas comprometidas con cambiar el estado actual de las cosas a colaborar con ellos. Y comenzar, desde ellos, a poner nombre a los problemas que nos afectan. A ese malestar aún sin nombre…
- Nombre por el que se conoce una reunión o encuentro de tribus nativas o pueblos indígenas americanos. ↩︎
- FRIEDAN, Betty: La mística de la feminidad. Sagitario, Barcelona, 1965. ↩︎
- No voy a abrumar con enlaces a noticias sobre cada uno de estos problemas, basta con el siguiente reportaje donde se resume la situación: Delgado, R. Las familias canarias, con el agua al cuello: salarios más bajos, precios más altos y los tipos de interés por las nubes, Canariasahora, https://www.eldiario.es/canariasahora/economia/familias-canarias-agua-cuello-salarios-bajos-precios-altos-tipos-interes-nubes_1_10516832.html (Consultado el 5 de octubre 2023).
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