Publicado originalmente el 8 de marzo de 2015
Que Canarias tiene que cambiar radicalmente no lo niegan ya a estas alturas sino un par de iluminados, si no queremos volver al subdesarrollo y la pobreza extrema. En sólo cinco años se ha doblado la pobreza severa en el país, hasta un 8,5%; el 35% de la población corre riesgo de caer en la pobreza, más de uno de cada tres canarios; bajan los salarios, baja por tanto el gasto de las familias (un 22%) y sube el endeudamiento; el trabajo se hace temporal, se precariza. Vamos, que más de la tercera parte de los canarios tiene que gastarse un dinero que no tiene para sobrevivir. Esto a día de hoy, año 2015. Con los hoteles llenitos.
Esta es la ganancia que nos deja la explotación turística de cualquier manera y la construcción a tontas y a locas. Cubrimos el expediente de la formación con lo justito para cumplir, lo de la investigación y la excelencia lo dejamos para otros, la comida ya la traeremos de pa fuera y venga a entullar el territorio de bloques, venga a traer gente, a ordeñar la cabra y mañana si acaso ya veremos. Ese mañana ya es hoy. Resultado: uno y pico de cada tres canarios en riesgo de pobreza. 130.000 niños canarios pobres.
Retengan estos datos, visualícenlos y pónganselos de plantilla a este artículo del Círculo de Empresarios de Gran Canaria. No encontrarán en él la más mínima autocrítica. No encontrarán en él la más mínima visión de progreso, de futuro ni de cambio. Lo único que proponen es más de lo mismo, como si el Círculo de Empresarios habitara otra dimensión. O lo que es peor, como si le fuera ajena toda responsabilidad social.
«La creación de empleo ha de pasar necesariamente por la edificación de nuevos establecimientos, lo que crearía trabajos directos e indirectos en la fase de construcción y, después, en el turismo».
O sea, los mismos empresarios incapaces hoy de crear prosperidad y empleo de calidad recibiendo la friolera de doce millones de turistas anuales, dicen que lo que hace falta para crear empleo son más hoteles, más turismo (con un 31% de paro en Canarias, el 59% en menores de veinticinco años). Según ellos, además, el sector «necesita de inversión y capital para poder crear empleo». ¿Y el capital que dejan esos doce millones de turistas anuales? ¿Dónde se está invirtiendo?
Dice el Círculo de Empresarios que la moratoria turística es una más de las «leyes represivas destinadas a planificar la economía casi como en un régimen comunista, protegiendo por el camino los privilegios de unos pocos en detrimento del desarrollo de muchos». Total, que todo lo que no sea manga ancha para construir cuanto deseen es para los miembros del Círculo sospechoso de comunismo, en lo que desvela un entrañable apego de nuestros empresarios al sabor añejo de épocas superadas y a las novelas de John le Carré. Lo que no se entiende muy bien es a qué se refieren con el «desarrollo de muchos», con las cifras de pobreza que la enorme maquinaria turística nos deja ya hoy.
Pero no. El turismo es víctima de un «castigo» y una «demonización» que se da «a través de un desmedido intervencionismo» y «mediante mayores imposiciones fiscales, trámites inacabables o con la moratoria o una nueva tasa turística». Lo dicen quienes hace años que se benefician de la RIC, con bonificaciones de la carga fiscal de hasta un 90%.
Quienes son corresponsables de la precariedad y el empobrecimiento de todo un pueblo claman por seguir con lo mismo para sacarnos de esa precariedad y empobrecimiento. No sé si será ignorancia, inconsciencia o sinvergonzonería. Quizá un poco de todo. Desde luego es el viejo truco de presentar los intereses propios como los de la isla (o Canarias): quien no respalde mis intereses (seguir con el modelo obsoleto de la construcción) está en contra de Gran Canaria. El colmo ya de la desvergüenza. En Canarias se da la paradoja de que el empresariado, con honrosas excepciones, no es agente de cambio y transformación, sino todo lo contrario: es un obstáculo. El giro hacia el futuro de Canarias ha de darse necesariamente no con, sino a pesar del empresariado turístico y constructor.