Publicado originalmente el 24 de abril de 2018
Tierra quemada. Así se denomina una táctica militar con la que históricamente los ejércitos han tratado de ganar ventaja arrasando territorios completos, dejándolos estériles y baldíos. Es una táctica que se ha venido utilizando ampliamente a lo largo de la historia, desde los galos contra los romanos hasta los soviéticos contra el avance alemán, pasando por los alemanes en Finlandia o los rusos contra los franceses. También es la táctica predilecta de la industria turística en Canarias.
Si les parece estrambótico o fuera de lugar decir que el turismo en Canarias practica una política de tierra quemada, vean el documental de la cadena alemana WDR (subtitulado en español) “Canarias, islas de los desempleados”.
El documental comienza preguntándose cómo es posible que en unas islas a las que acuden cerca de 16 millones de turistas a dejar su dinero haya un 45% de personas pobres. Tras mostrar cómo los grandes turoperadores acaparan todo el negocio y dejan fuera a empresas locales, o cómo el poco empleo creado es precario e insostenible, o cómo los precios de la vivienda terminan siendo inalcanzables para la población, el programa concluye que de la riqueza que genera el turismo a la gente no le llega prácticamente nada. Nada que no sea sueldos de miseria y pobreza, depredación urbanística, deterioro irreparable del medio. Tierra quemada. ¿Qué incidencia tiene el turismo en la gestión de residuos? ¿Cómo afecta al ecosistema terrestre y marino? ¿Qué muestran los indicadores de sostenibilidad de la industria turística? Pues lo podemos sospechar, pero poco sabemos a ciencia cierta. Los datos, de haberlos, no circulan. No hay nada parecido a un debate público informado sobre el haber y el debe del turismo canario en todas sus vertientes, aun siendo nuestra principal actividad económica, y perdonen el sarcasmo de decir “nuestra”. El silencio informativo es estruendoso. La omertá, casi total.
Mención aparte merece la aparición en el documental de Jorge Marichal, presidente de Ashotel. Lanzado al estrellato por decir que “quien se deja explotar es porque quiere”, Marichal detalla algo más a los periodistas alemanes su estrategia de negocio:
“El turismo es un mercado global, tenemos que competir con Turquía, donde la gente cobra 300-400 dólares mensuales, ¿y aquí tenemos que pagar cuatro veces más? Tenemos que competir porque al final cuando desde Alemania decides a dónde te vas, miras los precios”.
“El turista no piensa en quienes viven aquí o en quienes viven en el Caribe, en Malasia, en India y cobran 200 dólares al mes y no tienen vacaciones pagadas ni seguridad social, y nosotros tenemos que competir con esos países”.
¿Y Jorge Marichal? ¿Piensan él y los empresarios a los que representa en quienes viven en Canarias? Claro que piensan. Piensan a diario cómo mantenerlos achantados porque su modelo de negocio sólo se sostiene a base de exprimir a las personas y al medio. Porque ese modelo de negocio es una carrera a la baja, es competir con los que están en la parte baja de la escala a fuerza de precarizar y reducir salarios en lugar de competir con los mejores a base de generar excelencia. Por eso Marichales y Manriques de Lara ponen los ojos en blanco cuando oyen hablar de incrementos salariales. Por eso se hurta el debate público sobre el modelo de desarrollo. Por eso las loas al turismo de calidad son pura propaganda. Los mismos empresarios ineptos incapaces de transformar un modelo que agota los recursos de los que depende son los que ponen la productividad de los trabajadores como excusa para justificar pobreza y precariedad.
Sólo los pobres de espíritu y los gandules intelectuales se tragan ya aquello de el turismo nos da de comer. La bonanza turística actual es coyuntural, y los empresarios del ramo lo saben, de ahí la falta de escrúpulos para sacarle todo el jugo mientras dure. Cuando se agote, ellos habrán completado su táctica de tierra quemada, se llevarán su dinero e inversiones donde les renten más y nos dejarán un país con la costa empichada y hormigonada, el interior prácticamente abandonado y la gente mascando en seco su precariedad. En Canarias cualquier proyecto sostenible de país pasa necesariamente por enfrentarse a la principal industria. Acabemos con este turismo antes de que él acabe con nosotros.