¿Por qué lo que más se ve en el Orgullo de Maspalomas son hombres cisgénero, blancos, y una gran parte de ellos tiene un alto poder adquisitivo (ya que muchos vienen del norte europeo), si eso no se corresponde con la realidad de este nuestro país isleño?
La banalización y negación de las realidades ajenas es una constante en la sociedad actual (aunque no creo que sea algo novedoso), y es que el ser LGTBIQ+ y el ser de Canarias está más relacionado entre sí de lo que creemos. Aquí van algunas razones que explicarían, en mi opinión, esto que quiero decir:
En primer lugar, asistimos a esta banalización y negación a través de dos lemas: “Love is Love”, a partir del cual se interpreta que formar parte del colectivo LGTBIQ+ trata simplemente de “amar a quien queramos”, pero todes sabemos que va mucho más allá de eso: se trata de amar, pero también de ser, de expresar, de identificarse, de nuestra forma de relacionarnos con quien nos plazca (en el sentido que deseemos). Por ejemplo, la T del conjunto de siglas previamente mencionado significa “trans”, lo que no tiene nada que ver con los vínculos sexo-afectivos, sino con la identidad propia y con la forma de expresarla (y así, el resto de siglas, cada una con sus características propias).
Por otro lado tenemos algo que, más que un lema, es una romantización de lo que supone ser canario, ya que dicen que “Canarias es el paraíso”, por lo que no puedo evitar traer a escena la frase de Cruz Cafuné en su tema “Lila & Snitch” que dice: “Canarias sólo es paraíso pa’ guiris y gángsters”, y no podría haberlo expresado mejor. Sí, hay quien puede considerar esta tierra un paraíso por su clima y sus geniales parajes naturales (y con matices, porque las instituciones y las empresas lo están destruyendo a pasos agigantados), pero al contrario de lo que mucha gente cree, no nos pasamos el día en la playa. Ejemplos de esto son los siguientes hechos: los núcleos poblacionales son cada vez más hostiles para quienes los habitan, la cesta de la compra y la vivienda aumentan su coste paulatinamente, cada vez más canaries se ven obligades a migrar ante la imposibilidad de desarrollar una vida plena en el archipiélago… Además, cabe mencionar que muchas de las personas migradas canarias (e incluso no migradas) experimentan situaciones de discriminación por su origen y su dialecto. Vamos, que todo es mucho más complejo de lo que las empresas e instituciones presentan a las gentes de afuera y que, en busca de recibir su aprobación y comercialización, reducen todo a situaciones idílicas que no pueden estar más lejos de la realidad.
Pasando al segundo punto de este artículo que puede levantar ampollas entre personas de mentalidad colonialista y retrógrada (ante las que no me disculparé), y en relación con el primero, la distorsión de la realidad que se plantea en los dos ámbitos de los que hablo es más que evidente, sobre todo, en el famoso Orgullo Gay de Maspalomas. Quiero decir que si en Canarias habitan personas procedentes de tantas partes del mundo, hay un índice de pobreza alto y la cantidad de personas pertenecientes al colectivo de la bandera del arcoíris (con toda la diversidad que ésta incluye) es bastante grande, ¿por qué lo que más se ve en el Orgullo de Maspalomas son hombres cisgénero, blancos, y una gran parte de ellos tiene un alto poder adquisitivo (ya que muchos vienen del norte europeo), si eso no se corresponde con la realidad de este nuestro país isleño? Con esto, se demuestra otra conexión entre el colectivo LGTBIQ+ y Canarias: las ansias de las grandes empresas por ser las protagonistas de estos espacios y devorar todo lo que se encuentra en su camino. Y es que los grandes eventos del Orgullo (y no sólo del Orgullo) están siendo aprovechados y promovidos por compañías y organismos vorazmente capitalistas cuyos intereses son puramente monetarios, y no sociales. En contraposición a esto, nació el Orgullo Crítico de Las Palmas de Gran Canaria, una iniciativa en reivindicación ante lo mencionado anteriormente que incluye formación, el fomento de nuevos artistas pertenecientes al colectivo y mucho más, con un claro mensaje: vengas de donde vengas, seas quien seas y te guste quien te guste, tu existencia es válida y debe ser respetada.
Sin embargo, como en todo en esta vida, quienes menos tienen que ver con un asunto, son los que más tienen algo que decir del mismo. Esto es más que evidente cuando una persona trans, sea binaria o no, manifiesta su identidad, y aquí van algunos ejemplos: si eres una persona no binaria, escucharás cosas como: “es obvio que eres una mujer”, “eres una mujer, pero eres masculina”, “es obvio que eres un hombre”, “eres un hombre, pero eres masculino”, y un larguísimo etcétera de volteretas mentales que hace la gente para negar quien eres; si eres una persona trans binaria, por desgracia, oirás comentarios en los que invalidan tu género, hayas pasado o no por cirugías de reafirmación de sexo o por procesos hormonales, tanto si tienes cispassing* como si no (sobre todo, más en este último caso). Ocurre incluso con las personas bisexuales (sean trans o cis), que habrá quien diga que estás confundide, o que tienes que elegir un lado (y ya luego ni hablemos de los prejuicios que se hace la gente…).
Hay quien se llena la boca, cuando le interesa, del “espacio tricontinental” que es Canarias; pero ojo, que esto tiene trampa (teniendo en cuenta que el debate está entre la europeidad y la africanidad del país canario). Por distintos motivos, existe una más que evidente relación entre Canarias y África, ya no solo a nivel geográfico, sino también a en cuanto al ámbito social y cultural; sin embargo, nuestra vinculación administrativa con Europa está obviamente mediatizada por nuestra pertenencia al Estado español, por lo que ni te atrevas a ser canarie y considerarte africane, o tendrás que soportar, no tan sorprendentemente, la negación de tu africanidad. Entonces, yo planteo, por proponer una comparación: considerando que la isla de la Martinica es una región de ultramar francesa que se encuentra en las Antillas, ¿se consideraría a la población martiniquense americana o europea? ¿Qué cantidad de kilómetros tiene que haber entre la colonia y el continente de su Estado colonizador, y entre la colonia y su propio continente para que se considere de un sitio o de otro? ¿Dónde se traza este límite? Una vez más, asistimos a la privación (o intentos de privación) de la reivindicación de la identidad propia, como ocurre en los casos anteriormente mencionados que se dan hacia las personas LGTBIQ+. Esta gente sería capaz de decirle a una mujer trans originaria y habitante de alguna isla entre Asia y Oceanía: “tú eres un hombre europeo porque lo digo yo”. Así son las cosas.
En resumen, y para ir terminando esta matraquilla que me ha servido de desahogo como persona bisexual, no binaria y canaria (por lo que me toca por partida triple), me reafirmo en que las conexiones canarias y arcoíris son claras: ambos grupos de población se ven obligados a dejar de lado parte de sí para poder salir adelante, es decir, que unos tienen que emigrar para sobrevivir y dejar atrás su tierra, y otros tienen que disimular y reprimirse en ciertos entornos para, también, sobrevivir. Y es que, en esta carrera por la supervivencia, donde aún se deja sentir la ley del más fuerte, nos debemos a nosotres mismes resistir: resistir ante el odio, ante la intolerancia, ante quienes nos quieren negar nuestro derecho a ser y ante quien nos quieren quitar el derecho al gobierno de nuestras propias vidas.
*Cispassing: término que hace referencia al aspecto de personas trans de las que no se deduce a simple vista que son transgénero.