La familia Morettino está de enhorabuena: por primera vez y tras muchos intentos, el verano de 2021 recogieron a las afueras de Palermo, Sicilia, su primera cosecha de café, el primer y por ahora único café de Europa. Este logro sin precedentes y motivo de alegría para la saga cafetera de los Morettino tiene un lado ominoso: en 2021 la cosecha fue por fin exitosa debido a las sucesivas olas de calor que vienen recorriendo el Mediterráneo, con temperaturas de hasta 50ºC. Todo apunta a que irán a más, y ya se habla de la tropicalización de algunas zonas del sur de Italia, en las que además de café ya se dan mangos o aguacates.
El cambio climático avanza imparable y nos afecta de lleno a todos, pero todavía no parecemos ser conscientes de lo que puede suponer para Canarias el aumento global de la temperatura, la subida del nivel del mar, la escasez de agua y la desertización, la llegada frecuente de fenómenos meteorológicos destructivos, la pérdida de biodiversidad… Todo nos suena abstracto y lejano, los estudios hablan de pérdida de playas para 2100. Falta mucho tiempo y tenemos más playas, parecemos pensar. Lo que no es abstracto ni lejano, sin embargo, es que el turismo a gran escala ya hace tiempo que tiene los años contados. La guerra de Ucrania y su crisis energética (y pronto quizá alimentaria) vienen a acelerar el fin del turismo como lo conocemos, y con ello un cambio de paradigma sobrevenido para Canarias.
Contamos con datos de sobra para saber que el turismo de masas es una actividad insostenible. Turismo sostenible es un oxímoron; los certificados de sostenibilidad ambiental son poco más que un lavado de cara verde en el cómputo global y la sostenibilidad ambiental del turismo como actividad industrial es poco más que una estrategia de marketing. Para no comprometer la habitabilidad del planeta hay que reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. El transporte es uno de los sectores más contaminantes, el único cuyas emisiones van en aumento. El turismo provoca el 8% de las emisiones globales, y de ese 8% el transporte aéreo es la mitad. Así, resulta imposible compensar ese nivel de emisiones con una reducción de la huella de carbono en destino como pretende el Gobierno canario para mantener llegadas del orden de los 12 o 13 millones de visitantes anuales. Las cuentas no salen, y eso sin tener en cuenta la presión turística sobre los recursos hídricos, la biodiversidad, el territorio… O la (in)sostenibilidad social. Añadamos al cóctel la crisis energética y el alza de precios de los combustibles por su progresiva escasez y por la guerra de Ucrania. Añadamos nuestra casi total dependencia de las importaciones alimentarias, que llegan por barco. Añadamos el peligro de desabastecimiento de alimentos para el próximo otoño.
¿Cómo se está preparando Canarias para afrontar la transformación profunda del turismo en las próximas décadas, las consecuencias del cambio climático, la transición energética, la digitalización, los retos de la nueva situación geopolítica en Europa y en nuestro entorno? ¿Con un circuito del motor en Tenerife? ¿Con un nuevo estadio de fútbol? ¿Con una nueva terminal en el aeropuerto Tenerife Sur y con nuevos macroproyectos hoteleros para turistas que veremos si vendrán? ¿Con más carreteras y más destrucción de suelo agrícola productivo?
Canarias es la orquesta del Titanic. Sigue tocando tan tranquila mientras el resto busca el modo de abandonar un barco que se hunde. Nos encanta fantasear alardeando de que somos Europa, como hacemos con el café, pero cuando Europa por fin se ve obligada a tomar decisiones dolorosas para enfrentar un futuro incierto, ahí ya no somos tanto Europa. Ahí no apretamos en la transformación energética para ser Europa; ahí ya no apostamos por la resiliencia para ser Europa; ahí ya no recuperamos soberanía alimentaria como Europa; ahí no vamos a por todas con el Green Deal y la digitalización como Europa. Hace ya 13 años que Jeremy Rifkin dijo que Canarias es la Arabia Saudí de las renovables y que podía ser un ejemplo para el mundo creando empleo y oportunidades. ¿Qué se ha hecho desde entonces para acometer esa transformación? ¿Organizar una “ofensiva en Bruselas” contra la tasa verde a los vuelos?
Este 30 de mayo de 2022 estoy convencido de que nos encontramos en un punto de inflexión en el que, como tantas veces en su historia, Canarias se la juega. El mundo que viene nos impone un cambio profundo que no podemos seguir postergando si no queremos quedar a la deriva y sin apenas medios de subsistencia. Para lograrlo, la clave pasa por dejar de una vez de fiarlo todo al hormigón y el turismo de masas para apostárnoslo todo con los ojos cerrados al mayor recurso de que disponemos, que no es otro que la gente. Dedicar todos los recursos disponibles a la formación y capacitación de canarias y canarios para que sean ellas y ellos quienes propicien la transformación indispensable que necesitamos para generar ese empleo y oportunidades que merecemos, para afrontar un futuro difícil con muchas más posibilidades de éxito. La transformación será de canarias y canarios o no será.