Qué bien se vive dándole la espalda a los problemas, haciendo como que no existen. Qué fácil hacer como si lo estrambótico fuera completamente normal. Mucho más cómodo despreocuparse, dónde va a parar. Y si a alguien se le ocurre cuestionarte, con llamarlos talibanes y yihadistas tienes. ¿Piensan distinto que tú? Los tratas de asesinos fanáticos y les callas la boca, como hace Kike Pérez. “¡No pasa naa!”
Innumerables expertos llevan años alertando de la polarización que promueven las redes sociales mediante sus algoritmos. Los usuarios terminan interactuando casi exclusivamente con gente de su misma opinión, no se exponen a perspectivas o argumentos diferentes, y lo que tenía que servir para el diálogo y el enriquecimiento de las ideas termina promoviendo enfrentamientos y un empobrecimiento intelectual. Ahora lo llaman “cultura de la cancelación”. Pues de esa “cultura” sabemos mucho en Canarias desde antes de la llegada de las redes sociales, ya nosotros tenemos una larga tradición en acallar cualquier voz que se atreva a ir en contra del relato impuesto sobre lo que somos, ya saben: gente amable y acogedora que encaja cualquier desprecio con una sonrisa porque es incapaz de tomarse nada a mal, ya que vive en un paraíso que es una fiesta continua de buenrrollismo progreinfinito. Si quieres hacer carrera en Canarias, te toca repetir ese cuento, y ojito con echarse fuera del plato. Si además de nadar a favor de la corriente también te sumas a la ridiculización y al escarnio público de quienes no se tragan el cuento, mucho mejor, todavía caerás más simpático y a coste cero. Justo como hace Kike Pérez “¡no pasa naa!”
Es así como nuestro humorista lanzaroteño se atreve a llamarnos asesinos sangrientos (porque eso es lo que significa talibán y yihadista, lo aclaro porque constato que hay algún que otro despistado que todavía no está enterado) a quienes sostenemos que no es normal que tanta gente canaria se ponga en ridículo recurriendo al vosotrismo, fruto de un complejo de inferioridad que tanto se sigue alimentando. Es así también como nuestro humorista se revuelca en los topicazos denigradores de siempre: que si en otros sitios a los canarios se nos entiende o no (cuando quien tiene un problema de articulación al hablar es él). Que si no sé qué de Chaxiraxi de Casablanca 3; el chiste no es nunca sobre Paula la de las Teresianas, o Claudia la de Tafira alta, la gente bien mejor dejarla por si acaso, el chiste siempre sobre la gente de las barriadas y de nombre guanche, que ahí no arriesgas nada y eso sí da risa. Que si ser de La Feria y de Arrecife es igual a tener genes de delincuencia. ¿Este es el “nuevo” humorismo canario? Porque la peste a viejo tumba. ¿No habíamos dejado atrás ya el autoodio y a Arévalo como fuentes del “humor”? O a lo mejor es todo incluso peor: “¡es todo de broma!”, “¡No se lo tomen en serio!”, “¡Ríanse, por favor!”
No se trata de quemar a nadie en la plaza pública porque decida vosotrear, pero quien tome esa decisión (porque es una decisión consciente) tendrá que aceptar que haya quien la critique públicamente como el fruto que es de un complejo de inferioridad no asumido. El problema está perfectamente estudiado y se conoce mejor que el mecanismo de un balde, conque dejemos ya de poner en pie de igualdad opiniones personales o autojustificaciones para sobrellevar el complejo, con el conocimiento procedente de infinidad de estudios e investigaciones. Está muy bien que Kike Pérez critique el desconocimiento que hay sobre la riqueza léxica del canario; está muy bien que cite en redes a Marcial Morera, pero estaría todavía mejor que se leyera alguno de los libros del académico y reflexionara sobre lo leído. Quizá así entendería porqué es un disparate explicarle a su hija que decir guagua es más bonito que decir autobús, y quizá así abandonaría la condescendencia y el paternalismo de decir que los críticos no lo entienden ni con un dibujito, cuando el que necesita que le hagan un croquis es él.
No sé si Kike Pérez estará dispuesto a reconsiderar nada a raíz de este texto. Pero al menos sí podría hacer buena su admiración por Manolo Vieira y empezar a pensar en todo lo que hay detrás de aquel chiste del maestro que resume todo este asunto en unas pocas palabras: -¿A dónde vais? -A la playáis