Raro es el día en que los medios no nos alertan de la catástrofe inminente que provocará el Brexit en Canarias. Tertulianos, todólogos y analistas varios, pero también representantes del mundo empresarial no pierden ocasión estos días de meternos miedo con las calamidades que traerá consigo para las Islas la salida del Reino Unido de la UE, sea ordenada o asirocada.
La supuesta hecatombe la sitúan nuestros agoreros en tres frentes: descenso en el número de turistas, reducción de las conexiones aéreas y pérdida del mercado del RU para las exportaciones hortofrutícolas. Es decir, los afectados son turismo (por tanto construcción) y exportación agrícola, dos de nuestros sectores oligárquicos de siempre, los viejos conocidos de la depredación de los recursos y la concentración de riqueza en pocas manos. Dicho en plata: el Brexit afectará en Canarias sobre todo al negocio de las oligarquías enriquecidas a base de explotar el país en su propio beneficio. Y como hacen cada vez que se barruntan un revés para su negocio, se dedican a asustar al personal presentando deliberadamente sus intereses empresariales como si fueran los intereses de toda Canarias, y así van preparando el terreno para arrancar, llegado el caso, ayudas y concesiones con las que capear la posible caída en su cuenta de beneficios.
Sí, es probable que en un principio descienda el número de turistas británicos. La incertidumbre, la cotización a la baja de la libra o las posibles trabas administrativas afectarán negativamente a las llegadas, pero sólo durante un tiempo, hasta que se normalice la situación. Ni el RU va a vivir de espaldas a la UE ni viceversa, aparte de que Canarias es un destino con un altísimo porcentaje de turistas que repiten. No parece razonable pensar que los británicos vayan a olvidarse de repente de uno de sus lugares preferidos para pasar las vacaciones, una vez se restablezca la normalidad. Pero es que hay más: ¿de verdad que una industria que trae la friolera de 15-16 millones de visitantes anuales va a tambalearse por una disminución temporal? ¿O preocupa más la cuenta de beneficios que la salud de la industria? ¿Ya no nos acordamos de cuando 11-12 millones de turistas eran todo un éxito? Y lo que es más: ¿por qué hemos de preocuparnos los canarios por una industria multimillonaria, pero que nos mantiene como uno de los territorios más pobres de la UE y como el lugar con peor calidad de vida de todo el Estado?
Sí, en un principio se perderán las conexiones aéreas con el RU si no hay acuerdo. Hasta que se encuentre un arreglo, porque tengan por seguro que el espacio aéreo del RU no va a quedar aislado del europeo por mucho tiempo. Mención aparte merece el caso de Iberia, que al ser de capital mayoritariamente británico, ya no podría volar en el espacio de la UE en caso de Brexit duro, conque la antigua compañía de bandera española no podría volar dentro de España. No me negarán que la cosa resulta tragicómica. ¡Es el mercado,amigo!
Menos gracia hará allá donde las conexiones dependan en buena medida de Iberia, como en varias de las Islas, pero ahí las responsabilidades hay que buscarlas en la incapacidad del empresariado canario de crear ni una aerolínea de capital isleño capaz de cubrir las necesidades del archipiélago, cuando otros tienen más de una. La infografía que incluyo es muy elocuente, incluso con datos antiguos (12 millones de turistas frente a los 15-16 millones actuales). Son esos mismos empresarios alérgicos al riesgo los que ahora tocan campanas a rebato. Unos visionarios. (continúa tras la imagen)
Sí, en un principio al menos las exportaciones hortofrutícolas perderían el mercado británico. Pero ¿qué sentido tiene exportar frutas y verduras cuando tienes un mercado de 16-17 millones de consumidores potenciales (turistas más residentes) sin salir de tu casa, para luego subvencionar la importación de alimentos? Canarias importa de manera subvencionada más del 90% de los alimentos que consume, superando peligrosamente las recomendaciones de la FAO, para después dedicarse a la exportación hortofrutícola, también subvencionada. ¿Cómo se come eso (pun intended)? Un pista la tenemos en el negocio del plátano, que en Canarias se concentra en pocas manos y que amasa casi dos tercios de las subvenciones a la exportación agrícola. Los plataneros destruyen parte de la producción para mantener los precios. En 2016 se destruyeron 15 millones de kilos de plátanos; en 2017 fueron entre 17 y 18 millones de kilos los que se destruyeron. Después de empaquetar.
Estamos subvencionando la producción de millones de kilos de plátanos para la exportación que no tienen mercado y que se botan directamente, después de que los productores se embolsen la subvención. ¿Y ahora pretenden que nos preocupemos porque el Brexit afecta a su negocio insostenible?
Al final, se trata de lo mismo de siempre: socializar las pérdidas, privatizar los beneficios.
Si como dicen los neoliberales toda crisis esconde una oportunidad, nuestra avezada élite empresarial no tiene de qué preocuparse: que aprovechen el Brexit para reorientar y diversificar la economía de este país, hacerla más sostenible, más viable sin necesidad de recurrir a lo público, y que de paso por fin empiece a cumplir su función redistributiva. Pero como históricamente nuestros oligarcas no han tenido esas inclinaciones, a lo mejor en realidad es a los canarios de a pie a quienes se nos está presentando la oportunidad: la oportunidad de cuestionar la continuidad de negocios que sólo prosperan a costa de sangrar personas y territorio.