Se acaba ya el año y parece que las fechas lo que piden es un balance de lo ocurrido en los últimos doce meses. Pero como no faltará quien haga ese ejercicio de retrospección, y también por llevar la contraria, más que un balance lo que voy a tratar de hacer aquí es empatar noticias, declaraciones y salidas de madre que se han ido sucediendo este 2017 y que a priori poco tienen que ver entre sí, pero que yo sí veo directamente relacionadas.
Empiezo por la ya famosa a su pesar Ana Guerra y su vergüenza por hablar como una canaria. ¡Qué más quisiera ella hablar castellano y no canario! Hablar bien, en definitiva. Ella no lo dijo así, pero es lo que se deduce de sus palabras; ella aspira a triunfar en el mundo del espectáculo, a salir cantando en la tele, a grabar discos que se vendan en España… A hacer carrera como cantante. ¿Cómo hablan los artistas que salen en la tele? ¿Cómo se habla en las películas, en las galas, en el mundo televisivo, discográfico y del espectáculo dirigido a las masas? Se habla castellano, con sus z y c, su “vosotros”, su “vais” y “estáis”, su “chavales” en vez de “pibes”. A Anna Guerra le cayeron arriba y la pusieron a caer de un burro por su arranque de sinceridad, pero lo cierto es que expresó abiertamente lo que mucha gente en Canarias parece pensar. Es mejor hablar castellano que canario, hablando canario no se triunfa. Es peor. No importa lo que digan profesores, instituciones, articulistas, expertos sobre el español de Canarias, que es igual de válido, si no más, que el español castellano. ¿Cuántos famosos de los que salen por la tele hablan otra cosa que no sea castellano? ¿Cuántos han “triunfado” hablando canario? Blanco y en botella. Sin referentes de prestigio, los canarios no superaremos nuestro complejo.
Sigo con el vídeo aquel de un supuesto empresario (él se presenta como tal), español para más señas, que glosa las características de los trabajadores canarios: lentos, faltos de iniciativa, hay que estar arriba de ellos para que trabajen… Unos gandules, venía a decir. El topicazo del canario pachorrudo y aplatanado, poco amigo del esfuerzo, está ya más que sobajeado. Llevamos con él 500 años, al igual que llevan con él todos los pueblos que en el mundo colonia han sido. Para los colonizadores los colonizados nunca trabajarán (para ellos) lo suficiente, sacarles el cuero siempre les ha parecido poco. Pues bien, que acabando 2017 nos venga todavía un pobre taita salido de vaya usted a saber qué aldea ibérica a decirnos que somos unos gandules y que no hay quien ponga una empresa aquí con semejantes trabajadores, es para descojonarse del pobre desgraciado, partirse la caja a su costa e inundar las redes con memes a cada cual más ridiculizante, que es lo que se lleva hoy. Pero fíjense que no. Las reacciones, cuando las hubo, fueron no de rechifla o conmiseración, sino de indignación. El personal que reparó en la godada de semejante totorota expresó su calentura máxima por tener que estar soportando el desprecio de individuos que, mira tú qué cosa más curiosa, siguen emperrados en venir aquí a probar suerte a pesar de la mano de obra pésima, en vez de quedarse en su casa donde, es fama, la gente se desloma currando y las oportunidades de negocio se te ponen delante sin buscarlas. Lo que me lleva a pensar que las cosas no han cambiado tanto como nos dicen y que seguimos sin ser capaces de mirar por encima del hombro a totorotas de este calibre. Bajo la fina capa de modernidad seguimos arrastrando el viejo complejo, el mismo que, miren por dónde, llevó a Ana Guerra a renegar, avergonzada, de su forma de hablar, o sea de su ser.
No hace tanto supimos que el 44% de los canarios vive en riesgo de caer bajo el umbral de la pobreza, que Canarias es el territorio con más pobreza de la UE sólo por detrás de una región de Rumanía y otra de Bulgaria. Sabemos también que en Canarias los salarios están entre los más bajos, y que la correlación entre nivel de pobreza y nivel salarial es directa. Pues la Confederación de empresarios de Las Palmas por boca de su presidente Manrique De Lara ya se ocupó de decir que subir los salarios sí pero no. Si en un momento en el que batimos récords históricos de ocupación año tras año no se puede subir los salarios, ¿cuándo se podrá, señor Manrique de Lara? ¿No le suena a usted de algo la responsabilidad social corporativa? ¿Los niveles de pobreza casi cronificada le son totalmente ajenos a usted y a los empresarios que representa?
No acaba la cosa aquí. Ahora tenemos al comercio de gran superficie clamando por la liberalización del horario de apertura de centros comerciales y grandes almacenes. Que no se justifica la regulación del horario de apertura comercial, dicen, como si fuera una anomalía que dejara a Canarias en situación peculiar, en desventaja. Vamos, que los canarios tienen que trabajar todavía más horas, por igual o menor salario. ¿Son tan distintos nuestros empresarios del totorota agodado de más arriba? Amigos empresarios, les voy a revelar un secreto: en Francia, potencia turística, no se puede comprar en domingo. En Bélgica, tampoco. En Holanda, tampoco. En Alemania, tampoco. En Finlandia, tampoco. En Suecia, tampoco. ¿Por quién nos toman ustedes?
Quizá nos tomen por un simple limón que exprimir, o por un pueblo resignado del que se puede abusar porque es incapaz de defenderse. Quizá nos tomen por una gente sin dignidad. Una gente acomplejada que igual que se avergüenza de su forma de hablar, dice por lo bajo que es verdad que los canarios no queremos trabajar y no hacemos sino montar escandaleras en las zonas turísticas. Porque es el mismo complejo el que nos lleva a escribir “¿vais al asadero?” porque escribir “van” queda basto; es el mismo complejo el que por dentro nos dice que es verdad lo que dice el godo aquel de que la gente aquí no quiere sino vivir del cuento sin disparar un chícharo. Y es exactamente ese mismo complejo el que nos impide hacerle frente a una clase empresarial cancerígena y desvergonzada que hace mucho que pide a gritos que la pongamos de una vez en su sitio.
Mi único deseo para este próximo 2018 es que se extiendan ejemplos de dignidad como el de Las Kellys y empecemos por fin a infundirle respeto a tanto empresario indigno. Porque yo no siento la menor vergüenza en hablar canario siempre y en cualquier lugar, ni pienso que seamos unos huevones, ni pienso que un “esto es lo que hay” sirva de justificación para todo. ¿Y ustedes?