
Recuerdo que cuando me mudé a Madrid desde Londres siempre sonreía al reparar que el “Mind the gap” del metro londinense se convirtiera en “Atención: estación en curva. Al salir tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén”. Pasar de tres palabras a diecisiete para decir prácticamente lo mismo no sé si vale como ejemplo de “gap cultural” pero es lo primero que me vino a la cabeza cuando leí la entrevista a Cruz Cafuné, rapero canario, en El Mundo. Bromas aparte, se ha exagerado tanto por unionistas como por separatistas la trascendencia de un comentario que, como mínimo, habría que matizar mucho. Lo reproduzco por entero:
“P: ¿De verdad ves una brecha con el resto de España?
R: Sí, sí. Muy muy fuerte, muy muy heavy. Sin meternos ya en cosas, en debates, identitarios, políticos, ni rollos de esos, existe un gap cultural fuerte en todo. En la música, en el habla, en la gastronomía o en lo que se consume en entretenimiento. Yo no conozco a ningún canario que haya escuchado un tema de flamenco alguna vez. Nunca, la verdad. No conozco canarios que escuchen a Joaquín Sabina. Y no es malo, es otra idiosincrasia, una cultura atlántica y ya está.”
Lo primero que habría que decir es que Cafuné incurre en un error en el que todos, en mayor o menor medida, hemos incurrido alguna vez: la sinécdoque, tomar la parte por el todo. Obviamente, el rapero no conoce los gustos musicales de todos los canarios como para ser tan tajante en cuanto a flamenco y, sobre todo, en cuanto a Sabina. Es bastante cierto que el flamenco no suele oírse ni en fiestas populares, ni en bares de música en vivo, conciertos, etc. No hay cultura flamenca como tampoco la hay de country, más allá de minorías muy minoritarias. Otra cosa es que oír flamenco te convierta automáticamente en español o el country, en estadounidense. Lo de Sabina no se sostiene lo más mínimo: se trata de un cantautor mainstream con pose izquierdista que llenó estadios durante décadas, también en Canarias. Cafuné debiera ser más prudente y no confundir a sus amigos con todo el pueblo canario.
Otra cosa bien distinta es negar la evidencia: en Canarias existe una identidad propia que se construye también con elementos ajenos y, entre esos elementos ajenos, no están muchos de los elementos con los que se construye la cultura popular española, nacionalidades «históricas» incluidas. En el aspecto musical flamenco, rumba o pasodobles no le aguantan un asalto a nuestro folklore o a músicas populares latinas, por englobarlas en una etiqueta. Nuestro dialecto sigue existiendo rotundamente aunque también son muchas las amenazas derivadas de las distintas corrientes uniformizadoras. En el terreno de la gastronomía también se observa claramente una identidad propia, aunque sería deseable que se tuviera la misma pujanza para defender el recetario que la que se observa a la hora de reivindicar el producto propio. Y así podríamos seguir un rato más…
Cruz Cafuné anda descubriendo lo obvio y lo expresa a su manera, sin afinar y con esa cosa tan canaria de no meterse en problemas, “ni rollos de esos”, siempre buscando la corrección política, no incomodar a quien percibimos naturalmente como el que tiene la sartén por el mango desde hace unos cinco siglos. Una cosa es reivindicar una identidad propia y otra que el dueño de la finca se moleste y no te deje dormir dentro de la casa. La bandera la sacas en Brasil pero aquí te me portas bien.