
La mantequilla es un producto lácteo cuyo campo semántico se circunscribe normalmente al ámbito de la alimentación y la gastronomía. Si le pregunto a quien esto lee qué relación es capaz de establecer entre la mantequilla y el mar, muy probablemente la respuesta sea “ninguna”. Pues bien, con este breve intercambio tan aparentemente peregrino habremos establecido nada menos que la superioridad manifiesta de la inteligencia artificial sobre la inteligencia humana: allí donde nuestra mente fracasa, algo tan cotidiano y accesible como el Google Translator no experimenta problema alguno para encontrar inmediatamente la relación que vincula el mar con la mantequilla. Así lo atestigua un artículo que el crítico Mariano de Santa Ana dedicó hace algunas semanas a Irwin Goodman, celebérrimo cantautor finlandés que en 1972 tituló uno sus discos más exitosos Las Palmas. El disco incluye una canción homónima, esta misma que pueden ver en el vídeo:
Tal y como apunta atinadamente Mariano de Santa Ana, es perfectamente comprensible que el receptor o receptora, máxime si es habitante de Las Palmas, sienta un deseo “irrefrenable” de saber qué dice la letra. Para colmar ese anhelo, nuestro crítico parte de Walter Benjamin (La tarea del traductor) y George Steiner (Después de Babel) para plantarse directamente en el siglo XXI al recurrir al ubicuo Google Translator como herramienta con que superar el escollo fastidioso de la traducción. El Google Translator, epítome del triunfo de la técnica y la tecnología, es muy superior al humilde traductor humano: mientras este sólo aspira a trasladar el mensaje con todas sus evocaciones de la cultura de origen a la cultura meta con la esperanza de generar en el receptor un impacto lo más cercano posible al original, aquel se libera de toda atadura y despliega sus algoritmos para crear universos totalmente insospechados, completamente ajenos a la obra original pero superadores de la misma. El resultado habla por sí solo:
Original en finés: Sun luoksesi lämpimään/ Kun onneni vihdoin löysin/ Täältä lähde en/ Oon kiinni kuin vahvoin köysin/ Las Palmasissa/ Vei silmien tumma hohde/ Miehen hiljaisen/ On tunteiden kuumain kohde/ Las Palmasissa/ Ooo Las Palmas/ Sun helmaasi aina jään/ Ooo Las Palmas/ Sun luoksesi lämpimään.
Google Translator: El sol te calentará/ Cuando mi suerte finalmente lo encontré/ Aquí está la fuente en/ Estoy atrapado como una cuerda fuerte/ En Las Palmas/ No es un brillo oscuro de los ojos/ Hombre tranquilo/ Es el destino más caliente para las emociones/ En Las Palmas/ Ooo Las Palmas/ El sol siempre brilla/ Ooo Las Palmas/ El sol te calentará.
Humilde traductor humano: Voy a ti donde hace calor/ Ahora que por fin encontré mi fortuna/ Ya no me marcharé/ Me ata la cuerda más fuerte/ a Las Palmas/ Apagó el brillo oscuro de los ojos/ De un hombre tranquilo/ Es el destino más emocionante/ En Las Palmas/ Oh Las Palmas/ Siempre me quedaré/ Oh Las palmas/ Voy a ti donde hace calor
Apuntemos sólo dos de las excelsas soluciones de la traducción automática: en varios versos el posesivo sun (tu) se traduce por sol, lo que no tiene sentido. Sin embargo, el inglés es hoy idioma tentacular que todo lo permea, y sun en inglés es sol. Además, el primer verso habla de calor, y ¿quién nos calienta si no el astro rey?
En el tercer verso la raíz verbal negativa (en) lähde (no me voy) coincide en su forma con el sustantivo lähde (fuente). Donde está claro que Goodman quiere decir que de Las Palmas ya no lo sacamos ni con agua caliente, el Google Translator enriquece el mensaje del autor para llevarnos al plano de lo metafísico y retrotraernos a nuestros orígenes legendarios como fuente de la fortuna.
Segunda estrofa:
Original en finés: Ooo ooo ooo Las Palmas/ Helmaas aina jään/ Tein vuosia töitä kovin/ Säästin, ahkeroin/ Sain viihtyisän bungalowin/ Las Palmasissa/ Niin kauas kuin silmä kantaa/ Merta nähdä voin/ Käyn päivisin hiekkarantaa/ Las Palmasissa/ Ooo Las Palmas/ Sun helmaasi aina jään/ Ooo Las Palmas
Google Translator: Ooo ooo ooo Las Palmas/ Helma siempre permanece/ Trabajé por muchos años/ Yo salvé, trabajadora/ Tengo un acogedor bungalow/ En Las Palmas/ Hasta donde llega el ojo/ Mar ver mantequilla/ Voy a la playa de arena durante el día/ En Las Palmas/ Ooo Las Palmas/ El sol siempre brilla/ Ooo Las Palmas
Humilde traductor humano: Oh Las Palmas/ Siempre me quedaré/ Trabajé durante años/ Ahorré, peché/ Conseguí un agradable bungalow/ En Las Palmas/ Hasta donde la vista alcanza/ Puedo ver el mar/ Bajo todos los días a la arena de la playa/ En Las Palmas/ Oh Las Palmas/ Siempre me quedaré/ Oh Las Palmas.
Analicemos nuevamente sólo dos perlas del Google Translator: ¿Quién es esa Helma que siempre permanece? ¿Será la trabajadora que parece haber salvado el autor? Otra vez, allí donde el humilde traductor humano queda cegado por lo que quiere decirnos el autor del texto original (siempre me quedaré), la traducción automática es capaz de escudriñar el mismo subconsciente de nuestro cantante para descubrir hasta los secretos que no nos cuenta, como que algo hubo con una tal Helma, trabajadora. ¿Estaremos ante la primera mención conocida de una Kelly, salvada de la explotación laboral por Irwin Goodman? ¡Chúpate esa, traductor humano!
La segunda perla es el nudo gordiano del texto. Merta nähdä voin, donde el verbo voin (puedo) coincide en su forma con el genitivo del nombre voi(n) (mantequilla); allí donde el traductor humano transita por la senda más prosaica para traducir «Puedo ver el mar», el Google Translator rebosa nuestros moldes mentales para ponernos ante el espejo insondable de nuestra incapacidad con el verso «Mar ver mantequilla». Como decíamos al principio, arribamos aquí a las penosas limitaciones de nuestra mente, desconocidas para la traducción automática.
Una vez establecida la superioridad de la máquina, cabe conceder que Irwin Goodman, celebrado representante de la canción protesta y posteriormente del pop en lengua finesa, tampoco estaba exento de cierto carácter vitriólico y sorprendente, conque no todo va a ser mérito exclusivo de la inteligencia artificial. Sirva como ejemplo otra pieza conocida de Irwin: Haistakaa paska koko valtiovalta (Vayan a la mierda todos los poderes del Estado), prohibida en la radio finlandesa el año 1976. Comienza así: Haistakaa paska koko valtiovalta/ Ette osaa muuta kuin verottaa (Vayan a la mierda todos los poderes del Estado/ No saben sino cobrar impuestos). Ni que decir tiene que el favor del público hacia Goodman no hizo sino crecer.
Que una estrella de la música como Irwin Goodman le dedicara un disco y una canción a Las Palmas (en realidad a Gran Canaria: aún hoy se sigue confundiendo la isla con la provincia y la ciudad) nos da una idea de la magnitud que tienen los viajes a Canarias en la cultura popular finlandesa y en la transformación de la sociedad del país en las décadas de los 70 y 80. También nos muestra a las claras qué asocia la mayoría de los finlandeses con un viaje a Canarias. Baste como muestra este extracto del biopic que se rodó en 2001 sobre la vida de Antti Yrjö Hammarberg (Irwin Goodman era su nombre artístico), en el que Canarias está muy presente, por supuesto como no-lugar, mero decorado turístico vacío. No se pierdan la aparición del magnate turístico Kalevi Keihänen, que popularizó los vuelos chárter bien regados de alcohol y con ellos una nueva forma de viajar. Amasó una fortuna de forma fulgurante para quebrar años más tarde a la misma velocidad. Tenía por costumbre pasearse en bañador y abrigo de chinchilla, y así aparece en la película. Pocas personas encarnaron tan bien la explosión del turismo de masas, pero esa es otra historia.