Publicado originalmente el 19 de enero de 2017
Podemos nació como un bólido. En las Europeas de 2014 dio la campanada con tan solo tres meses de existencia. Consiguió 5 escaños. El invento, claro, se trajo a Canarias, apelando a aquel espíritu exportado del 15-M. Pronto se montaron círculos y la gente acudió, curiosa, a las reuniones. Las Autonómicas y Municipales estaban a la vuelta de la esquina y había que montar la franquicia en Canarias. Los resultados en las elecciones de mayo de 2015 en Canarias fueron deslumbrantes. 68.483 votos de los partidos bisagra en las Municipales, repartidos entre LPGC Puede (27.127), Sí Se Puede (22.434), Unidos Se Puede (12.889) y Se Puede Ganar (6.033). Al Parlamento de Canarias obtuvieron 132.159. A los Cabildos, 52.676 al de Tenerife, 52.237 al de Gran Canaria, 5.623 al de Lanzarote, 3.694 al de Fuerteventura, 2.103 al de La Palma, 1.093 al de La Gomera y 405 al de El Hierro. Fue el arribo de la nueva política en las instituciones, pero pronto se demostró que no era tan nueva.
El partido se fue dividiendo y pronto se reconocieron dos sectores claramente diferenciados. Por un lado el sector oficial de los antiguos militantes de Canarias por la Izquierda, con Mery Pita o Joaquín Sagaseta como estandartes. A ellos se fue incorporando personas nuevas como la diputada Noemí Santana, lo que proporcionaba una imagen de renovación y juventud al partido. La apertura era controlada por el núcleo duro. Por otro lado, la rama Sí Se Puede, sobre todo en Tenerife. Un partido con años de experiencia que se entregó a los brazos de la nueva formación. En Gran Canaria, el sector de Acción en Red, representados principalmente por Juan Manuel Brito, se alineó con Sí Se Puede, dadas las discrepancias con lo que califican como férreo control del sector oficial. Ambos sectores se culpan de querer acaparar protagonismo. Tanto unos como otros consideran que el contrario ha usado Podemos para tocar poder, algo que no consiguieron en sus anteriores formaciones.
Fuentes consultadas del entorno del partido afirman que Podemos ha intentado renovar el equipo, desde la oficialidad, con un fuerte control sobre la línea a seguir, lo cual no es una renovación sino una toma en sí. Todo atado y bien atado. En este sentido, tiene mucha importancia el equipo técnico, las personas contratadas por Podemos que las elije el sector oficial, dado que tienen la Secretaría Política. Testigos cuentan que en las reuniones técnicas se deciden las cuestiones más importantes de la formación y éstas no están consensuadas. «Se dan ideas y luego Mery Pita en su casa corta y actúa como ella considera», señalan.
El sector que se presentó a las Primarias como Claro que Podemos, llama «los nuestros» a los afines y «otros» a los de otras facciones. La oposición en la misma casa. Así se ha evidenciado en la diferencia de postura en temas como la matanza de cabras en Gran Canaria o la huelga de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Pero la lucha no se queda ahí. Cuentan a Tamaimos para este reportaje que «habían filtraciones del sector oficial a los medios afines para hacer daño a Brito y su sector», en solo algunas de las zancadillas con las que las dos corrientes se enfrentaban, porque «los dos sectores son similares en sus técnicas. En el sector de Brito, por ejemplo, se discrimina a quien es identificado como ‘merypitista’«, resalta.
En lo que coinciden los testimonios recogidos, es en el control absoluto que el sector oficial tiene sobre el partido. Por ejemplo, se anularon reuniones porque no podía controlarlas, aunque a ellas fueran a acudir diputados autonómicos de la formación. También ha sido el caldo de cultivo para la presencia de personajes cuanto menos extraños, algunos dicen que «oscuros». Uno de ellos es Rodrigo Laiz, que no parece haberse prodigado en luchas sociales como el 15-M. Oficialmente lleva 14 años viviendo en La Palma, pero allí no es una persona demasiado conocida. Nadie sabe, en definitiva, de donde viene. Rodrigo Laiz pertenece al Consejo Ciudadano de Podemos en Canarias, en el que ostenta el cargo de Secretario de Finanzas. Su despido como asesor del consejero en el Cabildo de La Palma Dailos González, supuso la expulsión del partido de este último. Lo que valida a Laiz es su fidelidad a Mery Pita y la dirección del partido, y como tal, tiene carta blanca en la Isla Bonita. Es solo uno de tantos, cuya fidelidad es superior a sus méritos.
En el otro sector, el de Sí Se Puede, Fernando Sabaté es, junto a Brito en Gran Canaria, la persona más influyente, aunque Brito ha sido más atacado por el sector oficial. Sabaté recorrió todas las islas en busca de apoyos para generar una alternativa de cambio, en donde El Hierro se le está resistiendo. Ahora la carrera se centra en Vistalegre, donde personas del entorno de Podemos presumen que Mery Pita se va a retirar. Sin embargo, Pita ya tiene su lista preparada. Ambos sectores están jugándose el control del partido, aunque de manera desigual, unos desde el poder y otros desde el contrapoder. La guerra es abierta y desatada, y no será, a buen seguro, corta.
¿Irregulares en ambas partes?
Estos días ha saltado a la prensa supuestas irregularidades en el proceso de Primarias destinado a elegir candidatos a las Elecciones Autonómicas y Municipales. Por un lado, por parte de la facción de Brito, que ganó por 14 votos su candidatura al Cabildo Insular de Gran Canaria. Según informaciones de Canarias Ahora, su equipo se encargó de comprar tarjetas SIM para votar masivamente por su candidato. Por parte del sector de Mery Pita, El Día ha sacado a la luz una serie de mensajes de whatsapp en el que se denotan supuestas irregularidades en la votación.
Podemos, sector oficialista, se defendió en un comunicado de forma muy timorata. Afirman que «se promovió una campaña de inscripción para facilitar el voto a las personas que no tenían acceso a Internet», lo cual es distinto a los votos concertados que se deducen de la conversación filtrada. «Llegamos a la política para aportar ética y nos avergüenza e indigna ser objeto de una campaña de descrédito como esta que no se sostiene en hechos», concluyen.
Distintas opiniones recogidas para este reportaje, también analizan esta cuestión. «Hubo una orden de registrar personas en el sistema. El sector oficial lo tiene más fácil porque controla los medios, pero el otro sector no se quedó atrás», indica una de ellas. «La creación de correos por parte de Claro que Podemos (sector Mery Pita) fue masiva, en principio para gente real, pero el tema de inscribir a los saharauis y votar por ellos, ya reconocido, es lo mismo que las guaguas desde las residencias de la tercera edad cuando hay elecciones», asegura otra. Personas a la que inscribieron con un correo que no era el suyo, de modo que cuando quisieron volver a votar en otra consulta no podían acceder, ofrecimiento de crear nuevos perfiles al servicio de Claro que Podemos… Técnicas que, siempre según las personas que han prestado su testimonio a Tamaimos, han sido usadas en la formación. La percepción es que estas formas se conocían y todos las veían. Que no haya saltado el tema hasta este momento, en el que se desataron las hostilidades, es la gran pregunta en toda esta trama.
La oportunidad histórica
Podemos se vendió en Canarias, como en el resto del Estado, «como una oportunidad histórica». Una oportunidad histórica para cambiar las dinámicas en plena crisis, para poner la política al servicio de las personas. La utopía merecía la pena y mucha gente se ilusionó. Algunos, como se suele decir, por el efecto televisivo. Otros, porque de verdad lo creían. También los hubo que, tras haber estado toda la vida en movimientos sociales, vieron en Podemos la oportunidad de unir. Y aunque la unidad cuando hay diferencias es complicada, como luego se demostró, es verdad que en pocas como ésta se había visto la izquierda canaria. Esos resultados con los que empezaba el artículo, no se pueden ignorar.
La cuestión central es que Podemos y sus luchas internas han quitado máscaras desde que tocaron algo de poder. Todos, no hay buenos ni malos. Los personalismos abundan en los movimientos de este tipo, pero el ombliguismo, las zancadillas y las lecciones de honradez, convertidas en acusaciones de amaño de Primarias, han superado todos los límites. Mientras, como decía María Nebot en un artículo, Canarias espera. La pregunta es, ¿alguna vez Canarias estuvo en el centro de las preocupaciones de Podemos o se desgastaron peleándose entre ellos? En esta guerra, perdonen unos y otros, estamos como en una película de Tarantino: lejos de definir los roles de buenos y malos.