Comentaba ayer con un amigo mi convicción de que el futuro de los partidos políticos pasa por abrir puertas y ventanas, hacerse más porosos a la participación ciudadana, fomentar mecanismos de toma de decisión amplios, no restrictivos,… En ese sentido, me parece que el hecho de que haya primarias abiertas o medios telemáticos al servicio de la expresión y la decisión representa un avance democrático que todos los partidos políticos debieran poner en marcha de alguna manera. Sin embargo, la lectura de la entrada “Primarias al peso”, en el blog de Enrique Bethencourt, me obliga a matizar mis palabras y reconsiderar mis ideas previas.
El periodista da cuenta en su texto del febril entusiasmo que han generado las primarias del PSOE en Canarias (me niego a hablar de un Partido Socialista Canario que no existe sino como sucursal) y de la masiva aparición de simpatizantes socialistas, superando las mayoría de las veces a los afiliados y distorsionando el peso real de determinadas agrupaciones, municipios, etc. Tras lo que pudiera parecer en primera instancia un ejercicio de democracia participativa y apertura a la sociedad, se atisban maniobras más propias de regímenes no precisamente democráticos, luchas de poder intestinas, adocenamiento maquillado de buenrollismo. Desembarco 2.0
Y, sin embargo, la exigencia de que los partidos políticos dejen de ser clubes privados que sólo se dirigen a la sociedad para reclamarle el voto cada cuatro años, no deja de parecerme pertinente. Gracias a Podemos o Equo hemos conocido en los últimos meses experiencias de participación y toma de decisiones que, aunque me figuro que no están exentas de problemas, no dejan de tener interés. La Asamblea Estatal de Podemos del próximo fin de semana será, en este sentido, histórica. En Nueva Canarias han iniciado también un ciclo de debates en los que es posible participar “desde fuera”, combinando vías telemáticas y presenciales, participación de afiliados y no afiliados pero sí interesados en los temas a debate. Veo que Sí Se Puede no cesa en su empeño de abrir espacios asamblearios donde encontrarse con los ciudadanos, además de haber incorporado ya el mecanismo de primarias cerradas en su proceso de elección de candidatos/as.
Desconozco si hay iniciativas similares en otras organizaciones de las islas pero, con todas las prevenciones del mundo, pienso que por ahí debieran ir las cosas. Llevando en mente las necesarias alarmas contra la espectacularidad de la sociedad -y aquí parece especialmente delicado el asunto de la elección de los candidatos- los partidos políticos deben comprender que la gente ya no acepta el que se decida al margen de ella, en cenáculos de imposible acceso y que la política sea un saber críptico, asunto de iniciados y no materia viva sobre la que poder decidir de mil maneras y por mil cauces. Y lo que digo, a mi juicio, debiera valer no sólo para los partidos sino también para unas instituciones que se llenan la boca hablando de democracia y valores democráticos pero que se retratan cuando impiden a los ciudadanos votar sobre aquello que les atañe.