Fernando se las prometía felices. Durante el puente había puesto el árbol de Navidad en casa, las luces de la terraza y había colocado gorros de Papá Noel en el coche oficial. Su mochila la había adornado con purpurina y, para la media mañana, el Presidente (por ahora) suele llevar una trucha de batata en estas fechas. Clavijo entra contento por el Parlamento, con el «fun fun fun» en la cabeza, que tan magistralmente describió Manolo Vieira en uno de sus monólogos. En algún Consejo de Gobierno se le escapó un «jo jo jo» jocoso ante los beligerantes consejeros socialistas. En vez de calmar la tensión, envalentonó a los heridos representantes. Fernando lo tenía todo preparado: «aquí tengo a mis amigos del PSOE acogotados. Si me fallan, llamo al colega Antona». Ley del Suelo, Ley de Islas Verdes, reparto del IGTE según la Triple Paridad… todo era perfecto y encima estaba llegando la Navidad, ¿qué más podía pedir?
Pero el sueño se le puede convertir en pesadilla. El run run de la prensa habla de una moción de censura para el 23 de diciembre. Sí, como la que protagonizó Manuel Hermoso y los suyos para derribar el gobierno de Jerónimo Saavedra. Era el año 1993 y estaba naciendo Coalición Canaria. Desde entonces, el partido que ahora representa Clavijo no ha tocado oposición. Gane, pierda, empate o se suspenda el encuentro, siempre es el campeón de liga. Ahora la historia puede cambiar y PP, PSOE y NC pueden mandar a Coalición Canaria al banquillo, ese lugar insospechado para ellos.
El pacto suena atípico y hasta que no se haga carne, suena inverosímil. Por dos motivos: porque la mestura es un poco forzada y porque Clavijo no va a soltar tan fácil el clavo ardiendo. Añado una tercera arista: el Partido Popular «celebró» su elección como candidato de CC y la sintonía con Soria y Antona ha sido evidente antes de las elecciones y durante la legislatura. Nunca una oposición fue tan gobierno. Sin embargo, otros hechos apuntan a que sí es posible. Por un lado, el PP querría el voto a favor de Pedro Quevedo en los Presupuestos Generales del Estado. O lo que es lo mismo, ahora pierde importancia el voto de Ana Oramas con respecto al de Quevedo. Quevedo ya ha hecho algún guiño. Por otro lado, porque el PSOE se abstuvo para que el PP pudiera formar gobierno en el Estado. Lo mínimo es devolverles el gesto, una vez que se armaron de valor y tuvieron un poco de orgullo ante las pisadas de su socio de gobierno en Canarias. Por último, quizá los famosos fondos del Fedcan (Fondo de Desarrollo de Canarias), o lo que es lo mismo, el reparto del extinto IGTE, han acelerado un enfado casi definitivo en las filas tanto socialistas como populares.
Los 24 años de Coalición Canaria en el gobierno, que ahora se pueden terminar, han dado para mucho, pero a la vez para muy poco. Un partido nacionalista que se nutrió de sectores conservadores de la UCD, con insularistas de ATI y a su vez con un sector de la izquierda canaria representado en ICAN, todo ello aderezado con partidos insulares (AM o AHI). Un potaje difícil de digerir, que ha regido el destino de los canarios en estos años. Para entender el paradigma de Coalición Canaria, solo hace falta pararse en la figura de Luis Mardones. Mardones era Gobernador Civil de Tenerife en la época que mataron a Javier Fernández Quesada en la Universidad de La Laguna un 12 de diciembre de 1977. Un asesinato por el que nadie pagó, es más, algunos de los responsables, directos o indirectos, fueron ascendidos. Pasados los años, recibió la Gran Cruz del Mérito Militar y fue diputado en el Congreso de los Diputados por Coalición Canaria, un partido nacionalista.
En estas más de dos décadas, Coalición Canaria ha profundizado en una Canarias turística, dedicada a los servicios y la construcción como estandarte. Los pelotazos son incontables y esa forma de hacer las cosas la quiere legalizar con la Ley del Suelo. Encima el turismo no deja la riqueza en Canarias, este partido nacionalista prefiere repartirla entre touroperadores, hoteleros, empresarios y amigos en general. Esta semana conocimos que la previsión, basada en datos turísticos de este año, es que a final del mismo los turistas hayan gastado 17.000 millones de euros en Canarias, según datos del ISTAC. Lo que nos toca a nosotros son las migajas, a las que nos ha acostumbrado CC. El escritor Domingo Hernández Peña, afirma en una brillante entrevista en Diario de Avisos: “que alguien me explique cuál es el efecto multiplicador de la economía turística. No lo hay porque se va a las cuentas europeas de los dueños de las empresas. Que no nos enrollen más con el discurso turístico. Aquí no se crean puesto de trabajo, sino de criados”. Domingo Hernández Peña, lanzaroteño, fue el impulsor de la primera Facultad de Turismo del mundo, en São Paulo .
Durante este período que algunos auguran que puede terminar, los nacionalistas han pasado olímpicamente de la identidad canaria y han convertido nuestra cultura en un souvenir turístico, un pastiche folclórico que mezcla odas a las vírgenes y verbenas. Dice Hernández Peña sobre el pensamiento canario: «Es un problema de no tener conciencia de sí mismo. Existe el pensamiento catalán, vasco, andaluz… pero no el canario. Esa falta de vida propia no nos permite profundizar en quiénes somos, dónde estamos, hacia dónde vamos y, sobre todo, en qué consiste el pensamiento canario. Que no tengamos conciencia no es una casualidad». El pensamiento canario, según las acciones de Coalición Canaria, es pedir carreteras, subvenciones y demás prebendas. Si hablamos de materia educativa, este partido nacionalista no ha usado la cuota de contenidos canarios que puede usar y los pibes siguen estudiando con libros de texto ajenos a la realidad canaria.
Fernando miró a Patricia y Patricia miró a Fernando. «¡No serás capaz!», pensó Fernando. «La venganza se sirve en plato frío», sentenció Patricia. El buen rollito se lo cargó los cuernos. Los socialistas, heridos en su orgullo, plantean rebelarse. Con el currículum de Coalición Canaria, no es casualidad que muchos estén celebrando su posible partida. En el tejado del posible gobierno post Coalición, una reforma de la Ley Electoral, esa que tanto hizo por ellos. Fernando volvió a mirar suplicante a Patricia, que le dijo que no con la cabeza. Desvió la vista hacia Asier, que también le negó. Con Román no lo intentó, sabía que le iba a decir que no también. Lo que era un sueño, ser presidente y actuar como si tuviera mayoría absoluta, se puede convertir, para Fernando y los suyos, en una auténtica pesadilla. Justo antes de Navidad.