En mayo, comienza una nueva etapa en mi vida y me llaman para hacer una sustitución en la preciosa isla de La Palma, y con una maleta llena de libros e ilusión, además de miedos al ser mi primera vez, me enfrento al reto. Es curioso cómo en menos de 24 horas tienes que cambiar el chip y haciendo malabares, comprar pasajes, buscar alojamiento,… y presentarte donde te digan. Cosas que todavía no entiendo de esta Consejería de Educación. Pero aun así, salgo de mi zona de confort y llego al instituto con muchas experiencias y cosas que enseñar.
La verdad que la acogida por el equipo del centro no pudo ser mejor, y me asombró ver la diversidad de docentes canarios que había, de los cuales intenté aprender algo en el tiempo que estuve, aunque quizás me faltó que el enfoque canario fuese mayor en las aulas, y ahí estuvo mi granito de arena, ya que cualquier materia se puede defender con ejemplos y contenidos canarios, y más la biología y geología.
¿Y el porqué de este título? Porque al entrar a esa sala desconocida e intrigante llamada Sala de profesores, vi que la docencia se ha convertido en un profesión de riesgo. Me llamaba la atención cómo hoy por hoy recordaban a esos alumnos y alumnas de la EGB, del bachillerato y el COU como quien recuerda una vida mejor. Cómo contaban que entrar a las clases de 1º de la ESO era una prueba para valientes y para aquellos que saben artes marciales, y que salir de allí sin daños físicos o psíquicos era todo un mérito. Las aulas convertidas en campo de batalla, con insultos entre compañeros o hacia el profesorado, el incumplimiento de unas normas cívicas como atender al que habla. Gritos, estar de pie o sentados sobre las mesas e incluso sesiones de peluquería improvisadas entre otras.
¿Qué le ha pasado a la educación canaria? Ya en todos los sentidos. ¿Dónde está el respeto a los demás? ¿Por qué hay que educar en valores? ¿Para eso no está la familia? ¿La familia? Sí, esos adultos que entraban por el instituto buscando al profesor o profesora que había “suspendido” a su retoño cuasi perfecto. Es verdad que el amor ciega, pero hay veces que atonta un poco. El alumnado astutamente pone empeño en la última evaluación, mostrando a sus progenitores que están poniendo todo de su parte y que es el docente el que le tiene manía. ¿Quién no ha dicho alguna vez esa frase?
Con esta reflexión no quiero decir que todos los docentes y alumnado sean igual al descrito, no es la idea, es una vivencia como otra cualquiera de nuestras aulas canarias. Animo a la comunidad docente a dar una vuelta a los contenidos y que lo “canario” se intensifique de cualquier manera, sea en contenidos o trabajar una actitud crítica de nuestros futuros representantes. Hay que hacer un análisis ahora que están todos de vacaciones y sobre todo una autocrítica de qué estamos haciendo mal. Las políticas sociales y educativas no están funcionando, ni en el Estado español y mucho menos en Canarias, con un alto índice de fracaso escolar. Ese cambio está en nuestras manos.
Gloria García Fariña / Creando Canarias