Dice la Parábola del fariseo y el publicano incluida en el Evangelio de Lucas: «A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: ‘Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano’. Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, sé propicio a mí, pecador’. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido» (Lucas 18, 9-14).
Marcial Morales, presidente del Cabildo de Fuerteventura, humilla al pueblo de Fuerteventura al afirmar que Brad Pitt tenía situada a la isla de Fuerteventura por el proyecto de Chillida en Tindaya. Sin entrar a valorar la veracidad de esas palabras, Morales usa un tipo de falacia que apela a la autoridad de una persona concreta. Y es falacia porque Brad Pitt es un gran actor, pero no es un entendido ni en arte, ni en historia, ni en territorio. Como el fariseo, Marcial construye su parábola rechazando a los otros para enaltecer sus intereses por encima de los contrarios al agujero que proyectó Chillida en la Montaña Sagrada, incultos y embrutecidos.
Por los lectores de Tamaimos.com es conocida buena parte de la historia de la construcción de la Montaña de Tindaya, el despilfarro de dinero público, el movimiento en contra… Nada da por vencido a los distintos presidentes del Cabildo de Fuerteventura ni a los Presidentes del Gobierno de Canarias, ni la presión popular, ni la sangría económica, ni el propio paso del tiempo. En febrero pasado nació la Fundación Canaria Montaña de Tindaya. El objetivo de esta entidad es llevar a cabo la obra escultórica de Eduardo Chillida. Es una nueva vuelta de tuerca del Gobierno canario y Cabildo majorero, la última antes de la ascensión de Pitt como eminencia del arte.
Los obstáculos los colocan en todos lados. Que Podemos quiere convertir la Montaña en Patrimonio de la Humanidad, CC, PP y PSOE dicen que no. Dice Jesús Giráldez en su blog que «debe de ser el primer caso en la historia -desde que la Unesco en 1972 creó la categoría- que una institución rechaza que un espacio del territorio que gestiona sea declarado como Patrimonio de la Humanidad. Mientras ciudades y países luchan enconadamente por entrar en la selecta lista de lugares declarados como Patrimonio de la Humanidad, en Fuerteventura CC, PSOE y PP han votado en contra de la propuesta de Podemos de incluir la montaña de Tindaya en el listado porque consideran que la disparatada idea de un artista muerto supera a la UNESCO, a la humanidad y a las federaciones intergalácticas».
Por otro lado, rechazan que el pueblo de Fuerteventura opine sobre la construcción o no del monumento. Qué curioso, lo mismo que hizo el PP con el petróleo y de lo que tanto Mario Cabrera como Marcial Morales se quejaron amargamente. Según Fernando Clavijo hay un «sentir general» que apoya el proyecto, por lo que no deberían tener miedo, se saben ganadores. Pero si escarbamos más, vemos que Marcial Morales aseguró, meses antes de ser presidente del Cabildo, que estaba de acuerdo con hacer una consulta popular sobre la montaña. Debe ser que se olvidó de estas declaraciones en SER Las Palmas cuando aún era candidato.
A pesar del empeño de los fariseos, los publicanos ya están organizando asambleas en distintas islas en defensa de Tindaya y en contra de la obra de Chillida. Personas que pertenecen al mundo científico, como José Farrujia, están ofreciendo charlas al respecto. Farrujia habla de una imposición eurocéntrica, una especie de racismo cultural que sobrerrepresenta la dimensión de una forma de ver el arte. Pero el que realmente sabe de arte, de patrimonio y de territorio es Brad Pitt. Es la Paróbola de Marcial, «Dios me libre de los que no ven el negocio, que los que quieren mantener las cosas como están, de los que no entienden el arte de verdad».