“El objetivo principal de este informe es conseguir que las empresas tributen en el lugar donde obtienen sus beneficios”.
Esta frase se puede leer en un informe recientemente aprobado en el Parlamento Europeo y presentado por el eurodiputado socialista belga Hughes Bayet. Se trata de un expediente referido a una propuesta de Directiva europea que pretende poner coto a la elusión fiscal que practica gran cantidad de empresas en Europa. Escándalos como el de los papeles de Panamá, Luxleaks o los ventajosos arreglos fiscales a multinacionales en Bélgica u Holanda pusieron al descubierto lo que ya se sospechaba: que las grandes fortunas apenas pagan impuestos valiéndose de toda una batería de componendas y con la connivencia de muchos gobiernos.
El Grupo Melià, la cadena Riu o el Grupo Martinón se cuentan entre los conglomerados empresariales con cuentas millonarias y diferentes sociedades registradas en Panamá; es decir, que sus beneficios astronómicos apenas contribuyen al fisco. Los tres tienen una presencia apabullante en el negocio turístico canario, donde andan haciendo el agosto con la llegada masiva de visitantes debido a la situación de inseguridad en destinos competidores. Hacen el agosto todo el año y se llevan las perras a paraísos fiscales, sin dejar atrás casi ni los ciscos. Quizá habría que buscar por ahí las razones de que con récord de ocupación hotelera, Canarias marque récord también en paro y pobreza. Otro elemento igualmente interesante es Hospiten, la empresa de servicios sanitarios de Cobiella, que también se lleva los dividendos a Panamá para eludir impuestos. ¿Cuántos contratos públicos habrá ganado Hospiten a lo largo de los años? Como se ahorra buena parte de sus impuestos, seguramente habrá podido ofertar sus servicios a precio muy ajustado y así quedarse con algún que otro concurso público, y que siga la rueda.
Ahora las instituciones europeas, presionadas por el escándalo generado gracias a la información filtrada al público, dan pasos para controlar los desmanes. Queda por ver si el esfuerzo va más allá de lo cosmético, pero de momento el objetivo de que las multinacionales tributen en el lugar donde obtienen sus beneficios parece razonable. Loable, incluso. ¿Y cuál es ese lugar? El eurodiputado Bayet lo aclara: hay que definir con claridad y precisión “las condiciones que demuestran que una multinacional está bien implantada en un país”. Entiéndase aquí país como estado. Vamos, que los impuestos de la mina turística canaria los seguirá recaudando (quizá habría que decir que los empezará por fin a recaudar) el Estado, conque en Canarias ni los oleremos. Adiós a la idea de tributar donde se genera el beneficio, fue bonito mientras duró.
Lo que vale para un territorio continental como el europeo difícilmente valdrá para un archipiélago como el canario. Se confirma una vez más. El fin de que una actividad empresarial genere riqueza en la sociedad en que se inserta no se cumplirá en absoluto en las Islas con esta norma. Si la norma llega a aplicarse con eficacia, España efectuará la recaudación en Canarias y luego repartirá recursos en todo el Estado como estime oportuno, sin el menor concurso de los canarios en la decisión de cómo se distribuye esa riqueza. Y ya sabemos cómo España ama y aprecia este Archipiélago Atlántico: aportamos un motor económico, pero somos los últimos en el reparto (ver imagen). Recuérdalo cuando en campaña aflore el “patriotismo” y te hablen con emoción de “este país”.