Los invasores Castellanos, con sus Reyes Católicos, dan por terminada la invasión del archipiélago en el año 1496, sometiendo a la última isla (Achinet) y a nuestros ancestros. Esto abrió las puertas a que la monarquía española se adueñara de nuestras tierras, y luego nos cedieran y vendieran como botín de guerra en la España y Europa medieval, a la misma vez que obligaron a muchos de nuestros ancestros a participar en las cabalgadas africanas, de donde nunca volvieron al archipiélago que los vio nacer.
Muchos podrán diferir en cuanto al término invasión o conquista, como quieran definirlo. En lo primigenio y en la actualidad, un estado de un régimen monárquico absolutista, que nada ha cambiado en la colonia canaria, aunque se empleen otros sistemas de gobierno envueltos con puño de hierro a la hora de gobernar la colonia, pero envuelto de manera sibilina en un bonito guante de seda. Muchos ven la llegada y su posterior perpetuación, del que fuera el Imperio más poderoso del mundo y más sangriento en su infame historia, hoy en día una simple caricatura de lo que fue , como una fuente de bendiciones, democracia, y del llamado progreso. Bajo estas presunciones impuestas y predispuestas se esconde nuestra maravillosa mentalidad del colonizado.
Las Islas Canarias son el único país que carece de sed de libertad. Se le ha enseñado a lo largo de los siglos que no puede hacer las cosas solos. Se nos ha enseñado que lo que se produce aquí es una porquería, que lo de afuera es mejor. ¡Viva la tierra de las Afortunadas, la de la eterna primavera, la democracia, el euro, y la libertad! Y entre más lo pienso, más se me tuerce el estómago.
Me entristece no poder mirar cómo los canarios se unieron para conseguir metas en común, o cómo un grupo líder de compatriotas se propusieron resolver nuestra crisis económica, energética y social y salvajemente dependiente de España. Obviamente eso no ocurrirá mientras estemos esperando que, como un rayo de luz en el alba, como el milagro de la vida misma (ya sea por concepción natural o por clonación), se cumplan los deseos de por fin ser libres. De creer que por cambiar los actores todo se solucionará.
Es increíble que disfrutemos de todas estas magnas producciones fílmicas, cuyo propósito es resaltar y avivar los principios humanos, y no absorbamos al menos un poco de esta ficción y la convirtamos en realidad. ¿Quién no se conmovió al ver a un William Wallace morir destripado por perseguir su ideal de libertad y amor? Sin embargo, ¿condenamos a nuestros próceres canarios que lucharon y murieron por un ideal real de patria y nación propias, cuyas motivaciones eran similares?.
Vamos a desprendernos de esta dependencia psicológica. Cuando miro alrededor, veo demasiadas estrellas, y ninguna es nuestra. Camino por la calle y veo McDonalds, Burguer King, Endesa, entidades bancarias españolas, empresas mercantilistas importadoras españolas, ect… lo que me pregunto es: ¿Cómo serían las cosas si esas cadenas y empresas, ya sean españolas o extranjeras, no se llevaran nuestro capital, y se quedara invertida en nuestra industria? ¿No tenemos la capacidad? Eso es lo que quieren que pensemos. Dejemos de pensar que lo nuestro no vale, y vamos a hacerlo valer. Vamos a romper el yugo y a reclamar lo que es nuestro.
Yo tengo una fórmula infalible. Creo que la raíz de nuestros problemas de autoestima cultural radica en la falta de educación y pérdida de valores de familia. En la educación se encuentra el refuerzo histórico que demuestra que no hay nada más preciado que la libertad, y en la familia se encuentra la unidad que necesitamos como patria. Una vez logremos reforzar estos pilares, lograremos todas y cada una de las cosas que queramos hacer, porque la verdad es que tenemos los profesionales, la tecnología, y más que nada, la inteligencia para salir hacia adelante. Lo que falta es el estímulo para querer ser mejores seres humanos, capaces y autosuficientes.
Una vez que logremos descolonizar nuestra psiquis cultural, podremos convertirnos en una nación en la cual nuestras reglas y nuestra gente sean las que valgan. Que sean las guerras que nosotros escojamos luchar las que peleemos. Pero más que nada, que cuando se mencione en la China el nombre de las Islas Canarias, lo único que puedan decir es que somos un país que hemos sudado por lo que tenemos y que no esperamos por nadie, por bueno o por malo que sea el resultado.