Yo, como hijo de un pueblo «descubierto» y colonizado no me resisto dar mi opinión sobre este tema. Creo que habría que matizar varios aspectos que, desgraciadamente, se siguen interpretando de forma errónea. El primero es que hablar de descubrimiento es, como mínimo una falacia: es absurdo y denigrante hablar de un descubrimiento cuando esas tierras ya llevaban varios miles de años descubiertas, lo mismo que ocurrió con estas islas perdidas en el Atlántico. Utilizar ese término sigue siendo una muestra más de la soberbia y del racismo imperante en las mentes de muchos castellanoparlantes a este lado del Océano. Es triste comprobar como la voz de los indígenas americanos sigue siendo ignorada y vilipendiada, igual que la voz de los pobladores de estas islas, ya no tanto por los conquistadores castellanos sino por sus descendientes y colaboradores. Da que pensar que haya pobladores de esas latitudes que se sienten insultados porque se les dice que son nativos americanos, igual que en estas tierras se utiliza el término mago o mahuro para descalificar a una persona, cuando son los más fieles transmisores de saberes centenarios.
Hablar de encuentro de culturas en esas circunstancias es una falacia y una gran mentira… como si los conquistadores castellanos fuesen estudiantes de Erasmus, que se desplazaron a otras latitudes para inculturizarse en esas tierras. Hay gente que defiende la idea de que se debería arrancar de raíz toda muestra de la cultura hispánica: a mi esto me parece una solemne estupidez porque, en el caso de nuestras islas, mi madre me acunaba hablándome en un hermoso castellano, no en el amazigh de los antiguos, y éste ya forma parte de nuestro acervo cultural. Este castellano que utilizaron tantos poetas y eruditos canarios con singular maestría es y parte de nuestra herencia cultural igual que lo es el cristianismo que ya es parte inherente del paisaje de cada uno de nuestros pueblos y villas. Antes que desgajar, habría que pensar en potenciar nuestra identidad. Por otro lado, creo que como se hace en otros países como en Australia -gracias Armando por la idea-, el estado español debería pedir perdón e indemnizar por tantos siglos de robos y de asesinatos cometidos con total impunidad.