COLABORACIÓN
«El sentido común es una construcción móvil que mezcla de forma desordenada nociones de muy diferentes procedencias arraigadas en las costumbres como sabiduría popular, una suerte de “filosofía de los no filósofos” en la que se encuentran, bajo el dominio de una visión del mundo propia de los grupos dirigentes, también temas y aspiraciones de los subalternos.» Antonio Gramsci.
«El mimetismo es, por tanto, un mecanismo de defensa promovido desde la lucha por la existencia, desde la necesidad de sobrevivir […]. Todos los pueblos dominados han sufrido este fenómeno de “infancia psicológica”, convirtiéndose en pueblos imitadores para así, en la seguridad del “padre”, paliar la incertidumbre de su inconsistencia. Y este es el caso de Canarias. Parece como si el temor al “padre”, en nuestro caso Castilla-Europa, le impulsara a imitarlo para así evitar su enfado y su amenaza.» Manuel Alemán.
Hace unos meses tamaimos.com publicaba un artículo de opinión sobre la naturaleza desenfocada, poco autocentrada, de las propuestas que Podemos Gran Canaria presentaba de cara a las pasadas elecciones europeas, unas propuestas que parecían más bien importadas que de cosecha propia.
Esta circunstancia no es extraña en Canarias y se ha visto traducida atávicamente en proyectos políticos sucursalistas o con un discurso poco anclado en el territorio, alejado de la realidad socioeconómica y política isleña. En el caso de Podemos en Canarias (1), formación política de nuevo cuño, parece ocurrir lo que ya le ha sucedido a otras formaciones políticas en las islas, que no es otra cosa que la pulsión innata de imitar o reproducir de forma acrítica los fenómenos surgidos fuera de nuestras fronteras, la incapacidad de construir un discurso propio y un proyecto emancipador donde el pueblo canario actúe como sujeto y no como objeto (¿hasta cuando seremos actor de reparto, y no el principal, de la película de nuestra propia historia?
Dando por buena la estrategia política llevada a la práctica por Podemos (de forma más que exitosa), sustentada en el marco teórico del populismo latinoamericano de Ernesto Laclau y su lectura semiótica de Antonio Gramsci (2) (establecimiento de una guerra de posiciones, construcción de un bloque histórico aderezado de la lógica amigo/enemigo formulada por Carl Schmitt, asalto al sentido común y la construcción de hegemonía), en Canarias, además, habría que arrogarse con más fuerza, si cabe, las palabras de Lenin sobre el “análisis concreto de la realidad concreta”. En esta línea, a los “manuales” puestos a disposición de la praxis por Podemos, habría que sumar las ideas y obras de autores como Frantz Fanon o Manuel Alemán Álamo, validas para engarzar un discurso que se ajuste fielmente a la realidad social e histórica de nuestro Archipiélago.
Cuando Pablo Iglesias dice que no quiere que “España sea una colonia de Alemania” nadie se escandaliza y todo el mundo entiende perfectamente que a lo que se refiere es que no desea que España esté dominada ni sea administrada desde Berlín. Pues bien, cuando en alguna ocasión en Canarias se ha hablado de una relación colonia-metrópoli con España, los mismos que asienten emocionados ante la expresión del portavoz de Podemos, no solo se escandalizaban, sino que hasta se ofendían. Este ejemplo reproduce, en cierta forma y en la mayoría de los casos, uno de los “tics” que pervierten el sentido común del pueblo canario, y que no es otro que “el complejo del colonizado”, dicho de otra manera, una especie de “síndrome de Estocolmo” resultado de siglos de inmersión cultural. Fanon dice que para solventar este complejo de inferioridad se debe coger conciencia de la situación de alienación (3) y actuar para un cambio en las estructuras sociales. Por lo tanto, de este sentimiento de inferioridad nacen muchas sintomatologías del pueblo canario que, a su vez, desvirtúan su sentido común.
De entre los muchos síntomas analizados por Manuel Alemán están el mimetismo, el servilismo (4) y la endofobia, que componen una enfermedad que genera una “falsa conciencia” (5), no ya solo en el sentido marxista de conciencia de clase, que también, sino cultural (semejante a lo que el propio Manuel Alemán definió como “conciencia neblinada” (6). Por lo tanto, además de la subalternidad socioeconómica producto del sistema capitalista imperante, habría que sumar al relato, al discurso político, la subalternidad o subordinación cultural, para así poder comprender correctamente la realidad en la que habría que insertar cualquier proyecto político canario. En este sentido, la autoafirmación y empoderamiento popular en Canarias no solo tiene que venir de la dicotomía pueblo/casta (caciques, oligarquía), sino de dar consistencia al antagonismo Canarias/España (Europa), por supuesto, no desde la óptica frívola, casposa y folclórica de Coalición Canaria, sino desde la necesidad de obtener mayores cuotas de soberanía, desde la responsabilidad que proporciona obrar como el “amo de tu propio destino” (7), en definitiva, desde el punto de vista de una sociedad que quiere ser adulta y madura, libre de tutelas. Aplicando las palabras de Sartre, “nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos”.
Además de la incapacidad para corregir nuestras taras como pueblo (nadie es perfecto), ni desde la lumpenburguesía coalicionera, muy bien analizada desde la óptica del “capitalismo burocrático” (ni desde la pseudoizquierda cosmopolita, tampoco se ha contribuido a generar un discurso político que ponga el acento sobre cuestiones asumidas por la “Teoría de la Dependencia” y que tienen que ver con la explotación por parte de capital extranjero de los recursos propios, exportando los beneficios, ya sea del turismo o, como ahora, del petróleo al exterior, dejando tras de sí, como mucho, algunas migajas.
En conclusión, con un sentido común mimetizado, pervertido y lastrado por el capitalismo y el colonialismo, solo se podrá llevar a cabo un proceso transformador mediante un proyecto político nacido y arraigado en Canarias, que comprenda nuestra idiosincrasia. De lo contrario, quedará cojo e incompleto (en el mejor de los casos) cualquier propósito emancipador.
Eligio Hernández Bolaños
(1) Este artículo es una reflexión personal cuya finalidad no es atacar a este partido, todo lo contrario, sino realizar un crítica constructiva sobre los errores que han cometido (y cometen) los proyectos políticos nacidos fuera de Canarias con respecto a la elaboración del discurso y el análisis de nuestra realidad sociopolítica.
(2) Para poder comprender las bases teóricas del proyecto político de Podemos es recomendable acudir a la obra académica de uno de sus promotores, Iñigo Errejón.
(3) Proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición (Real Academia Española).
(4) Ciega y baja adhesión a la autoridad de alguien (Real Academia Española).
(5) Pensamiento de los individuos que no es consecuente con sus condiciones materiales de existencia.
(6) Dificultades para poder interpretar nuestra propia realidad.
(7) Alegre apropiación y adaptación de una parte del poema “Invictus”, de William Ernest Henley.
(8) Cierto capitalismo, generado por el imperialismo y atado a la semifeudalidad. Es el capitalismo que el imperialismo desarrolla en aquellos países en los que no había culminado (por una u otra vía) la revolución burguesa en el momento en el que los estados capitalistas más avanzados entraron a esa superior y última etapa monopolista que definimos con el término de imperialismo (El capitalismo burocrático: una tesis clave para la historia contemporánea de Canarias. José Manuel Rodríguez Acevedo).