En marzo de 2016 se cumplen 30 años del referéndum de la OTAN. El 12 de marzo de 1986 Canarias dijo no a la Organización del Tratado del Atlántico Norte. La OTAN ha querido hacer un regalo a las islas en su comenmoración y está ejecutando las maniobras DACEX/DACT 2016 en Canarias entre el 24 de febrero y el 11 de marzo. Parece recochineo que terminen el día antes del aniversario del plebiscito. Una consulta en la que, como tantas otras veces, no se nos hizo caso. Por lo menos hace 30 años el descontento tuvo cifras concretas que medir, en otras ocasiones no han dado ni siquiera opción a ello.
A la vez que se cumplen tres décadas de la gesta de negarse, cuando hasta el gobierno del PSOE había claudicado ante presiones norteamericanas, se conmemora el Día de las Letras Canarias en honor a Pedro Lezcano, el poeta que prefirió celebrar un Consejo de Paz a uno de Guerra y que imperó a coger la maleta a «los que siembran la guerra en el futuro». La guerra solo provoca guerra, las armas no siembran seguridad, sino amenaza. Esa es la máxima más evidente en estas cuestiones, pese a lo mucho que han confundido desde los sectores interesados en llamar héroes a criminales de guerra. «Muchachos que soñáis con las proezas/ y las glorias marciales./ Bajaos del corcel, tirad la espada;/ los héroes ya no existen o están en cualquier parte» (Consejo de Paz).
Más allá del hecho evidente del ninguneo ante la voluntad del pueblo, las maniobras que realiza la OTAN en Canarias y el uso de militarizar el Archipiélago como plataforma de agresión al continente africano, no hace más que generar inseguridad en las islas. Pone a Canarias en el punto de mira de venganzas por agresiones militares de la OTAN, probadas y demostradas en lo largo y ancho del planeta. «Negación de los nombres./ Negación de las frases./ Si no sois primavera, espuma o viento,/ Fuerzas de Tierra, Mar y Aire;/ sí el vendaval no sois ni la semilla,/ ni la lluvia que nace de los mares,/ usurpadores sois de las palabras/ nobles y elementales» (C.P.). Y usurpando la palabra, a base de imposiciones, ahí se encuentran aviones de España, Alemania, Bélgica y los Estados Unidos generando un molesto ruido, que parece premonición de muertes que, como diría Lezcano en «Edicto», está prohibido que sean en calles céntricas, mejor si es en países lejanos y en los que haya algo que esquilmar, por supuesto.
Pedro Lezcano lo vio hace años: «Si se instalan los técnicos del odio/ sobre nuestras laderas,/ los niños africanos, desvelados/ bajo la lona de sus tiendas,/ mirarán con horror las siete islas,/ no como siete estrellas,/ sino como las siete plagas bíblicas,/ las siete calaveras/ desde donde su muerte, y nuestra muerte,/ indefectiblemente se proyectan» (La Maleta). No hay más que entender lo evidente: la única garantía de paz es la paz misma, más cuando fue la voluntad mayoritaria de las islas aquel 12 de marzo. La guerra y este tipo de maniobras, por si fuera poco, generan ingentes gastos económicos y medioambientales, como así indica la Coordinadora Canarias por la Paz y el Comité Anti OTAN de Canarias.
Me quedo con una última reclamación: la obtención de un Estatuto Internacional de Neutralidad para Canarias. Dice el historiador Domingo Garí en su blog que «la neutralidad implicaría un alto grado de desmilitarización y la prohibición expresa de instalación de bases militares extranjeras, además de la garantía de usar las propias solo para defensa del territorio en caso de ser agredido». Finaliza sugiriendo que «en la próxima reforma del estatuto de autonomía debería explorarse sus posibilidades». Con esa declaración podríamos tomar la voz del gran Pedro Lezcano y gritar aquello de «ellos, ellos, ellos (los de la OTAN) que cojan la maleta».