Confieso que estoy totalmente perdido en todo el lío de la sucesión al frente de La Caja de Canarias. Prácticamente, lo único que me queda claro es que las diferencias ideológicas entre partidos –si alguna vez las hubo- se diluyen en la obscena cacería del poder. Tampoco ayuda a clarificar el panorama ver a los medios de comunicación perfectamente alineados con sus partidos de referencia. Tal es el sorroballo que hay quien plantea, parece ser que con bastante conocimiento de causa, que lo que realmente se esconde tras esta lucha encarnizada es un golpe de timón en el Cabildo grancanario. Según parece, andaría Román Rodríguez ensayando una maniobra para desbancar al PSOE del gobierno insular, apoyándose en Coalición y Partido Popular. Son conscientes los Romanov de que entre más se aproximen las elecciones, más incómoda se hará la compañía de los socialistas. El electorado siempre preferirá el original a la copia. Urge cambiar, pensarán. Recuerda esta jugada sobremanera a aquella otra maniobra por la que Pedro Lezcano fue investido Presidente del Cabildo, expulsando a Carmelo Artiles del puesto. Aún recuerdo a los militantes socialistas silbando a Lezcano, portando una maleta. “¡Coge la maleta, Lezcano!”, le gritaban. Yo no sé qué pasará ahora pero traigo esta anécdota para recordarles –aunque seguramente no hace falta- que en la política canaria todo es posible. Y, por lo visto, en las cajas, también.