
Repasa uno la prensa digital y ve a Antonio Morales y Augusto Hidalgo en todos lados, al frente de los trabajos de emergencias debidos a las torrenciales lluvias. Transmiten control, dinamismo, constante vigilancia, cercanía con los afectados. Me alegro de que así sea. El primero, además, anda probando la medicina “nacionalista” del Presidente Clavijo, que no pierde oportunidad para aislarlo en cualquier frente que se abra. Ahora es el del ITE. Casimiro Curbelo logró extender la aplicación del principio de la triple paridad a unos fondos que cada vez parecen más improbables. De paso, se asegura un puestito para el próximo pacto CC-PP-ASG. Y Marcial Morales les sigue el juego. Por increíble que parezca, en vez de ganar calidad democrática, la perdemos a pasos agigantados con un Gobierno que parece entregado a la tarea histórica de la burguesía tinerfeña: la hegemonía archipielágica. Estoy de acuerdo en que el pleitismo a principios del siglo XXI tiene formas de expresión distintas a las de otras etapas históricas. Que se pueda dar por superado, me parece o confundir los deseos con la realidad o jugar a la distracción.
Frente a todo esto, habría que oponer una voluntad masiva, popular y democrática de construir otra Canarias posible y que necesariamente debe pasar por otro sistema electoral -que reconozca los territorios en su justa medida- y que ponga encima de la mesa Canarias, como proyecto de país, por delante de algún redivivo insularismo. No está claro quién pueda ejercer un impulso tan necesario. Nuestra sociedad civil no sólo es sumamente débil sino que comparte en buena medida muchos de los males que aquejan a la clase política. En contadas ocasiones, la lucha antipetrolera fue una de ellas, se respira un espíritu compartido de comunidad, algo parecido al plebiscito cotidiano de Renan. Más frecuentemente, en Canarias suele suceder que cada cual va a lo suyo. Desde luego, cuesta creer que las sucursales emergentes estén pensando en cosas ni remotamente parecidas. Ciudadanos, afortunadamente, no echó raíces en Canarias, más allá de cierta presencia testimonial en algún municipio. Son tan dañinos como el rabo de gato pero con mucha menor implantación. Podemos, en cambio, presume de calidad y novedad democrática para después hacerse trampas jugando al solitario y permitir que, desde la metrópoli, Pablo Iglesias les elija la candidata en contra de lo que sus militantes habían decidido en las primarias. ¡Qué bonito! Por ahí no viene la solución. Recuerdan a cierto equipo de fútbol que jamás le dará la oportunidad a un canario de convertirse en su entrenador porque no tiene experiencia, la cual nunca tendrá porque jamás se apuesta por un entrenador canario y vuelta a empezar. La falta de conciencia de país nos tiene distraídos. No alcanzo a imaginar cuánto hace falta que llueva para acabar con un problema así.