De chico me encantaban los coches teledirigidos. Aquello era una maravilla, poder conducir a distancia, con pleno control sobre por dónde echaba el coche, cuándo arrancaba, cuándo paraba… En mis juegos me imaginaba todo tipo de historias, en las que por supuesto el coche (y sus ocupantes imaginarios) se movían por sí mismos, tenían voluntad propia, no los dirigía nadie.
La política (y no sólo la política) canaria me recuerda mucho aquel juguete preferido. Siempre pienso en él cuando veo esos partidos y organizaciones que continuamente han de coordinar la estrategia, consensuar posturas y demás eufemismos para disimular que su acción en el Archipiélago está teledirigida, o por lo menos subordinada a intereses que nada tienen que ver con Canarias. Nunca comprendí por qué hay que supeditarse a las circunstancias y dinámicas de lugares que poco o nada tienen que ver con estas Islas, y en los que “no se enteran de lo que es Canarias; esa es una asignatura que no la estudian ni los de derechas ni los de izquierdas”.
Viene todo esto a cuento de las esperanzas que suscita la llamada nueva política encarnada mayormente por Podemos. Hubo un momento en que pareció que Podemos traía una nueva visión de las cosas, una concepción de la política como ejercicio no centralizado, basado en las condiciones de cada realidad y desarrollado por las personas que viven esa realidad. La verticalidad con que se conduce el partido, sin embargo, ha venido a demostrar que aquí la nueva política tiene sabor añejo, con listas avaladas por la cúpula, dirigismo central en las elecciones andaluzas y demás tics centralistas que no apuntan precisamente al fin del sucursalismo.
En Canarias las cosas van más allá, como siempre. No es sólo que Podemos siga considerando a Canarias una Comunidad Autónoma más; no es sólo que Podemos Canarias sea incapaz de superar los moldes con los que se viene pensando Canarias, moldes que no resisten el menor baño de realidad; es que la candidata a la presidencia del gobierno canario podría serlo al gobierno de Murcia, Extremadura o Cantabria.
Quien se supone es la figura más preparada y más sólida del partido en Canarias reproduce el discurso tipo aprendido, sin referencias específicas a Canarias, sin propuestas concretas, que lo mismo vale para un roto que para un descosido. Buenas intenciones, la paz en el mundo y poco más. El mismo discurso comodín que podría tener la cúpula de Podemos en cualquier acto o intervención en cualquier sitio. La candidata de Podemos a presidir el Gobierno de Canarias defiende el derecho a tener calefacción en la península ibérica; está a favor de crear una banca pública pero eso ya es competencia del Podemos estatal (no vaya a ser que en Canarias tengamos algún atisbo de iniciativa propia y asertividad y tomemos alguna decisión por nosotros mismos); también que el transporte lo pague quien pueda, que Canarias es un paraíso, que fluya el crédito para las familias y los autónomos… Y un fleje más de generalidades sin concreción. Y que valen para cualquier sitio. Vean ustedes mismos el vídeo.
¿De verdad es esto lo mejor que tiene que ofrecernos Podemos? Para este viaje no hacía falta tanta albarda.